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Casas inusuales para jóvenes profesionales: desde yurts hasta remolques de caballos FT Weekend

Casas inusuales para jóvenes profesionales: desde yurts hasta remolques de caballos

Con el aumento de los arriendos, algunos Millennials se están viendo obligados a ser innovadores cuando se trata de vivir en la ciudad.


Los remolques de caballos son prisiones sobre ruedas. Eso dice Joe, de 26 años de edad, oficial de prensa quien vivió en uno durante seis meses en el sureste de Londres. Las endebles paredes de fibra de vidrio tienen muy pocas ventanas, dice, y los sonidos desde el exterior parecen amplificarse por las estrechas rendijas de ventilación. Los caballos los odian también, aparentemente.

Joe — quien no quiere dar su apellido — describe cómo los altos alquileres de Londres lo obligaron a vivir en el remolque, que estaba estacionado en un área de hormigón en Bermondsey junto a un taller mecánico. El remolque de caballos aún está en su lugar actualmente, dice, pero Joe, un graduado de Cambridge, se ha mudado a Berlín en busca de una vida más asequible.

«Pasé de trabajar cuatro días a la semana a trabajar un día a la semana sin ninguna advertencia», dice. «Pensé que podía usar mis ahorros durante un tiempo, pero Londres no perdona».

Joe primero se mudó a la casa de un amigo de la familia, con la esperanza de que su trabajo mejorara. Cuando no mejoró, le ofrecieron el remolque de caballos. Así comenzaron seis meses de ducharse en las casas de amigos, esquivar ratas y no tener acceso a WiFi. «La gota que colmó el vaso fue cuando el techo comenzó a gotear sobre la cama», dice.

Joe es uno de una cifra creciente de jóvenes profesionales en las principales ciudades del mundo quienes han sido expulsados del alojamiento “normal” por los altos arriendos.

En el área metropolitana de Londres, el precio promedio de una habitación en una casa compartida — la manera más común en la que alquilan viviendas los jóvenes profesionales en la capital — ascendía a £563 (cerca de US$725) en el mes en enero, según la Agencia de Valoraciones del Reino Unido. En el interior de Londres la cifra es mayor: £710 en Islington y £724 en Camden, el último de los cuales es de más del 42 por ciento del sueldo neto promedio de los londinenses de edades de 22 a 29 años, según las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas. Alquilar un apartamento de un dormitorio en Shoreditch sería imposible para una persona: costaría 115 por ciento del ingreso neto promedio.

El problema no se limita a la capital del Reino Unido. El estadounidense Pete D’Andrea tenía 28 años cuando trabajaba como contratista para Google como técnico en la unidad de coches sin conductor de la compañía en Silicon Valley.

Pero durante los primeros dos años después de mudarse a la costa oeste, Pete y su esposa Kara tuvieron que vivir en una casa rodante Winnebago en el estacionamiento de Google. Solía ducharse con una botella de agua jabonosa mientras su esposa despilfarraba el dinero en una membresía en un gimnasio cercano (con ducha).

«Yo era un trabajador temporal que ganaba US$15 la hora trabajando de 80 a 90 horas a la semana», dice. «Cuando me di cuenta de que no podía pagar el alquiler de ningún sitio, mi gerente me dijo: «No hay problema, puedes traer tu vehículo recreativo y ponerlo en el estacionamiento».

En San Francisco — donde viven muchos de los trabajadores del sector de la tecnología — el costo del alquiler ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años, y ha puesto los precios fuera del alcance de muchas personas. Aunque el crecimiento se desaceleró el año pasado, el alquiler mensual promedio era de US$3,371 en diciembre de 2016, equivalente al 44 por ciento de los ingresos mensuales en la zona, según el sitio web inmobiliario Trulia.

Nested, la agencia inmobiliaria, califica a San Francisco como la ciudad más cara del mundo para alquilar, calculando que el residente promedio necesitará ganar US$86,000 al año para pagarse un lugar propio. En marzo del año pasado, un hombre en la ciudad se convirtió en noticia nacional cuando se descubrió que estaba pagando US$400 al mes por vivir en una caja de madera en la sala de un amigo.

Ralph McLaughlin, economista jefe de Trulia, señala el aumento relativamente pequeño en la mediana de los ingresos anuales promedio en comparación con los alquileres promedio. Un simple vistazo a Craigslist, un popular sitio web para encontrar alojamiento, muestra varios anuncios de literas en habitaciones compartidas que cuestan más de US$800 al mes.

«En el lado de la oferta, el Área de la Bahía ha hecho poco para satisfacer la demanda de nuevas construcciones adecuadamente», dice McLaughlin.

En el Reino Unido, Vivian Le Vavasseur, un joven de 26 años de edad egresado de Oxford, trabaja como músico y tutor. Vive en un yurt (una gran carpa redonda) en el jardín de su amigo en el suroeste de Londres.

Se mudó al yurt en febrero a fin de subarrendar su habitación y reducir su alquiler de £550 a £200 al mes.

«Al vivir en una casa en Londres simplemente se acepta que el alquiler va a costar tanto y la electricidad es otra cantidad importante; termina siendo más de la mitad de los ingresos», dice.

Andreas Wolf, un planificador urbano de 28 años de edad en Dinamarca, está tratando de combatir la crisis de asequibilidad que enfrentan muchos jóvenes en su país. Ha construido una minicasa flotante que mide tan sólo 10 metros cuadrados y atraca en las vías navegables de Copenhague.

Los precios de la vivienda han subido tan rápidamente en Dinamarca — impulsados por más de cuatro años de tasas de interés negativas — que el Fondo Monetario Internacional durante la primavera pasada hizo una rara intervención, al advertir sobre una burbuja inmobiliaria.

«Una de las respuestas al problema del espacio es tener casas más pequeñas», dice Wolf. «El costo de la vida es un problema gigantesco «.

Las embarcaciones como la de Wolf, que alberga una persona, tienen un costo de construcción de €2,000. Él ha estado viviendo en una desde octubre y ya otra persona lo copió y se construyó una propia. Él cree que los jóvenes deben aprender a vivir en espacios más pequeños y usar las instalaciones públicas para lavar y cocinar.

Dice que muchos ya están viviendo fuera de los alojamientos normales, pero no por voluntad propia. «Quiero mostrar que es posible vivir de otra manera», dice.

Tendrá pocos problemas para convencer a los londinenses faltos de efectivo. Desde que Joe desocupó su remolque de caballos en Bermondsey, dice que otro joven profesional ha tomado su lugar.

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