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La redención de un maldito

Fogueado como periodista literario, acaba de lanzar «Ultimo paseo»,  su opera prima poética. Antes de lanzarse a escribir fue expulsado del colegio por vender pastillas, tuvo un viaje iniciático por Europa, una pequeña temporada en el infierno, casi se mata con Nicanor Parra  y hoy «después de dar mucho jugo» está «bailando con la bonita».


«¿Qué opinaría  Enrique Lihn del bello negocio de su sobrino?». Cuando recibió esta pregunta vía e-mail, Cristián Warnken ya era un rostro cultural de la televisión chilena. El remitente era de Javier García un anónimo estudiante de periodismo aficionado a la literatura, que no podía pagar los $200 mil que costaba el taller de Warnken. «Le escribí diciéndole que quería participar en su taller y qué si no me aceptaba me iba a quedar leyendo libros en mi casa», cuenta García. A la semana Warnken responde y en el Tavelli del Drugstore le ofrece una vacante en el taller a cambio de que sea su ayudante. A los cinco meses García empezará a trabajar en el café-librería que el poeta tiene en calle Mosqueto.

Con la misma naturalidad, desde su escritorio en sección cultural de La Nación, García llamó a Nicanor Parra avisándole que él y dos amigos irían a verlo a Las Cruces. «¿Cuál es la agenda?», preguntó el antipoeta. Simplemente la admiración que sentimos por su obra, le dijo García. «A las 11 de la mañana nos recibió. Después de un rato fuimos debajo de un árbol en su patio y ahí nos estuvo hablando un rato, era como hablar con el jefe de la tribu. Nos fuimos a almorzar a un lugar que queda entre Cartagena y Las Cruces, nos pregunta quien de los tres sabia manejar, le dijimos que ninguno. La salida de Las Cruces es medio complicada, viene un bus y él, en un muy buen reflejo, se hace un lado», cuenta García. Años después Parra le regala su libro Obras Públicas con esta dedicatoria: «Para Javier García, nos salvamos por un pelo, remember».

Cuidando niños y haciendo aseo

A los 31 años García recién lanza su primer libro, «Ultimo paseo» (Ediciones La Calabaza del Diablo), pero sólo bastan retazos de su biografía para intuir que ya viene de vuelta. Pésimo estudiante, del colegio Salvador Sanfuentes en Matucana con Catedral se va al Darío Salas. Dura medio año y lo echan junto a un compañero por vender pastillas «de esas para reírse un rato», cuenta. Del Liceo Cervantes se va cuando tiene cuatro promedios rojos. La madre da un golpe de timón y le timbra un «exilio dorado» en Bélgica, donde vive su hermano mayor, estudiante en la universidad de Lovaina. Piensa que podrá enrielarse. A los 16 años todavía no sabe que será poeta. Pero se comporta como tal.  Está inscrito en un curso de francés pero hace la cimarra todo el tiempo y conoce varias ciudades de Europa. En uno de esos viajes se duerme en el tren por culpa del hachís y despierta en Charleville. Años después sabrá que en esa ciudad nació Arthur Rimbaud.

El hermano le dice que si no va a clases, trabaje. Es jardinero, hace aseo en un colegio de Bruselas y cuida niños en un jardín infantil. El francés que domina es sólo elemental y se hace entender con gestos. Vuelve a Chile para cursar tercero medio y termina en el Liceo Manuel Barros Borgoño. «Volví con ganas de trabajar, de hacer cosas que nunca había hecho, de comportarme de una vez por todas». En los recreos se mete a la biblioteca donde tienen «Poemas para combatir la calvicie», de Nicanor Parra. «Encontré la poesía que escapaba de lo convencional, en términos de escritura y en las temáticas, que hablaban de la precariedad del ser humano. Temas muy profundos pero con sentido del humor», dice.

 A los 18 años es una mezcla de poeta romántico y maldito. «El que se autodestruye y cree que puede lograr cierta sabiduría a través del desorden de todos los sentidos, como decía Rimbaud. Pero eso es para los genios y no para la gente común y corriente como uno, aunque  es necesario pasar por eso. Con el tiempo te das cuenta que el camino para acercarse a la verdadera poesía es mucho más largo, si es que quieres escribir una poesía correcta o identificable con lo que necesitas expresar», asegura

Humildes y cabrones

En la época entre el colegio y la universidad va a los talleres gratis de Balmaceda 1215 y se mete en los autores chilenos que reconoce como sus principales referentes: Jorge Tellier, Gonzalo Millán, Oscar Hahn, Enrique Lihn. «Esos cuatro poetas son los cimientos de lo que a mi me gusta hacer» dice.

Pero antes de tenerlo completamente claro, estudia Periodismo en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Hace la práctica en La Nación Domingo, en la época dorada del semanario. Desde 2004 se dedica exclusivamente a los libros. Ha entrevistado a los más importantes autores chilenos. «Me siento afortunado de poder sacar algo en limpio de ellos, de su parte más humana. Hay escritores que se ven rabiosos, pero son más humildes y sencillos de lo que uno cree. Como Armando Uribe, el mismo Parra que dicen que es egocéntrico, y Germán Marín. Hay otros que parecen amables y son unos cabrones», dice.

Nadie vive de la literatura

En todo este tiempo ha visto algunas cosas, como el festival de los codazos en el mundo literario; que los mejores casi nunca están en las listas de superventas y que «En Chile nadie puede vivir exclusivamente de la literatura, salvo quizás Roberto Ampuero que tiene que dar conferencias y escribir artículos, y como dijo Alejandro Zambra está más preocupado de mirar el ranking de los más vendidos, y Leonardo Sanhueza que publicó en Visor una de las editoriales más importantes de Hispanoamérica no está en las estanterías «, dispara.

Entonces ¿para qué escribir un libro si se puede tener un formato menos costoso como un blog? Después de todo, García es de la vieja escuela «Me identifico con los que tienen entre 30 y 35, y que poseen más de un libro. Me gusta Sanhueza, Adán Méndez, Zambra, David Bustos, Malú Urriola que es un poco más grande, de los más chicos  me gusta Gladys González. No me interesa esa generación de cabros de 25 con cuatro libros, con ansia de publicar lo más pronto posible y ojalá tener reconocimiento a través de Internet, de sus blogs y de cierta crítica literaria. Buscar reconocimiento tiene que ver con desconocimiento y con falta de mirar  más la obra de los otros. Falta  cierto gesto de humildad, más  no andar mandando los libros a los diarios».Hoy García reconoce que «después de dar mucho jugo y sacarme la chucha estoy bailando con la bonita» De «Ultimo paseo» no espera nada más que «lograr empatía, que los lectores se logren conmover con lo que estoy diciendo, con eso quedo satisfecho».

Selección de poemas:

ENRIQUE LIHN EN EL TRAPECIO

Han venido mandatarios de diferentes

órdenes religiosas a darme la extremaunción

filósofos de lo divino y payasos encorbatados

todos me sugieren enviar saludos a mi llegada

cuestión que no haré por respeto a la palabra

Por la boca muere el pez

y en el acierto de no existir la memoria

Son fugaces mandamientos y pecados

mi sonrisa es tu frente arrugada

cuando el sol te molesta.

 

ÚLTIMO PASEO

Se insiste en escribir como en respirar

porfiar hasta la ceguera la torpeza

Último paseo

aunque sea con la cabeza al revés

como las gallinas

colgadas en la puerta de la cocina

que por un hilo de sangre

no separan el cuello de su cuerpo  

 

 

 

 

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