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«La de Piñera va a ser una campaña sucia»

Liberal y crítico de algunas políticas públicas implementadas por la Concertación, el reconocido abogado adelanta lo que, a su juicio, son los indicios de la «guerra sucia» que se vivirá en la campaña presidencial y explica su teoría de esta nueva versión del ex mandatario al que él llama Frei 3.0: más chascón en lo valórico y, para sorpresa de muchos, estatista. El penalista además critica el término «guerra contra la delincuencia» al que nos tienen acostumbrados los políticos y profundiza sobre el rol del Estado en periodo de crisis.


El penalista Juan Pablo Hermosilla es de esos liberales que entran al debate público tal y cual piensan en privado. Conocido por sostener esa mirada progre en temas como la delincuencia y la droga, lleva meses coordinando la plataforma programática Océanos Azules, de Eduardo Frei. Contrario a lo que muchos pudieran pensar, cree que el Derecho Penal -imprescindible, aclara-, debiera tener un rol menos protagónico en una sociedad.

Pese a su entusiasmo por la opción del senador y, por tanto, de la continuidad de la Concertación en el poder, es crítico de las políticas de seguridad pública  que durante años ha implementado el oficialismo. En sus palabras, uno podría entender que Hermosilla no cree en lo que a diario la televisión nos muestra: delincuencia a granel. Y va más allá, porque dice que la Concertación hoy ostenta un récord del que debería avergonzarse, que es «aplicar una política cercana a una política fascista de control penal. Lo digo en un sentido técnico: nunca habíamos tenido más presos que ahora en la historia de Chile. Hace poco pasamos los 50 mil en las cárceles chilenas y eso no se compadece con nuestra realidad», sostiene.

En su oficina de la calle Miraflores, con una grúa de construcción gigante frente a su ventana, este abogado de 48 asegura a El Mostrador.cl que ya hay indicios respecto a la campaña que mostrará el accionista de Lan y dueño de Chilevisión, el inversionista Sebastián Piñera. «Será al estilo norteamericano, de campaña sucia, de trapitos al sol. Pero creo que los que pagarán los costos son ellos», asegura.

-¿Cómo va a conjugar Océanos Azules su trabajo con la manera tradicional de hacer política, cuando Frei tenga que sentarse con Camilo Escalona, Gutemberg Martínez, Guido Girardi y José Antonio Gómez para negociar y repartir los cupos de un eventual gobierno?

-No tengo ninguna experiencia en política. Mi área es técnica, pero yo lo veo de la siguiente manera: aquí hay una oportunidad y hay que aprovecharla. Soy gran partidario de los partidos, porque son vitales para una democracia estable. Creo que hay que ayudarlos para refrescarse y uno de los temas en que Frei ha trabajado junto al constitucionalista Pablo Ruiz-Tagle, son cambios estructurales que profundicen y mejoren la democracia. Ejemplo: estar a favor de los partidos, abrirlos y evitar la tentación tan humana de convertirlos en un club de amigos, cosa de acercarlos a la comunidad. En el proyecto que presentó al Senado lo dice. Para cualquier cargo de elección popular, donde el candidato sea de partido, tiene que haber primaria, obligatoriamente. Por supuesto, con espacio para los independientes. Pero con esa medida los obligas a presentar candidatos que tengan contacto social fuerte, a que se reúnan con la gente y que escuchen. No soy ingenuo, pero creo en eso. En Chile uno no podría decir que están mal, pero sí oxidados y se les nota.

 -Bachelet lo intentó y le fue pésimo.

-Hay que ser realista, esto es una opinión personal. Creo que los partidos son necesarios. El cuoteo en sí mismo, no es malo y es justo. Cuoteo en términos de cierta proporcionalidad. Un partido de más peso, tendrá más presencia. El punto es cuando eso se lleva a niveles absolutos. Aquí el junior entró cuoteado a la oficina pública, todos los ministros están cuoteados. Eso no da para más y no tiene sentido. Tiene que haber proporcionalidad, pero también espacio para los independientes. En la medida en que el cuoteo no es absoluto y no mata la calidad, no le veo ningún problema. 

El Tila y Andaur

 -¿En qué consiste su rol como encargado de paz social de Océanos Azules?

-Queremos cambiar la mirada, construir paz social, una comunidad menos desconfiada, menos encerrada. Para eso hay que romper el circuito en el que estamos metidos, incluso la misma Concertación, de creer que se construye paz social con la represión y el control penal.

 -Pero la solución para el oficialismo es menos idealista. Más cárceles, menos delincuencia, han dicho.

-Sí, tiene un récord que es una vergüenza, aplicar una política cercana a una política fascista de control penal. Lo digo en un sentido técnico: nunca habíamos tenido más presos que ahora en la historia de Chile. Hace poco pasamos los 50 mil en las cárceles chilenas y eso no se compadece con nuestra realidad. El  problema es que esta política ha engañado a la ciudadanía. Por ejemplo: si fue un robo con violencia, un homicidio, la pena es severa. Y nadie lo discute, el punto es otro. ¿Dónde está el engaño? En hacer creer a la gente que el derecho penal tiene una varita mágica, que encarcelando a la gente, con más policías y más cárceles, a la señora no la van a volver a asaltar.

-Usted habla de paz social y la derecha de «guerra contra la delincuencia». La propia Concertación se ha apropiado del concepto.

-Aquí no hay ninguna guerra contra la delincuencia, entre otras cosas, eso es una falacia. Porque se está haciendo una especie de promesa a la gente que la pone nerviosa y que no se va a detener. Hay conflictos sociales que tenemos que enfrentar, que son graves, terribles, pero tenemos que contenerlos y disminuirlos a futuro. Pero abandonar a una persona en la cárcel, con el nivel de violencia que existe en su interior, es un acto a estas alturas casi voluntario del Estado. El problema es que cuando egresan del sistema, salen más aferrados a la solución violenta de los conflictos. Fueron más agredidos, más maltratados: El Tila y Cupertino Andaur fueron fabricados por el Estado. Entonces si un joven comete un delito, okey, lo sancionamos, pero hay que aprovechar la oportunidad. No para lavarle el cerebro porque esto no es la Naranja Mecánica, pero sí para ofrecerle ayuda.

 -Pero la gente se queja que la justicia tiene una puerta giratoria.

-Si el delito es violento va a tener una condena severa y nadie lo discute, pero ¿qué vamos a hacer?, ¿lo vamos a abandonar en la penitenciaría y si alguien lo apuñala lo vamos a dejar tirado y le vamos a decir a su señora, perdone lo mataron dentro de la cárcel o lo vamos a tratar como un ser humano? Uno de cada cinco que uno logre rehabilitar es un triunfo social enorme.

 -¿Cómo lo van  a hacer para que Frei no caiga en la tentación de ofrecer las penas del infierno para los delincuentes?

-Mira, Piñera ha estado muy prudente sobre estos temas y eso le va a durar hasta que vea una niñita hallada muerta y violada en la calle. En esto, Frei ha acogido estos temas y de lo que hablo es la visión que él quiere para este tema. No está en la visión de corto plazo, porque él ve el debate presidencial como un espacio de crecimiento. No así la derecha, porque cuando converso el tema de la delincuencia con ellos, en privado me encuentran la razón, hasta que se enciende una cámara. 

Frei 3.0

 -Hace poco los resultados de una encuesta pusieron al Estado en un papel protagónico, la gente quiere más Estado. ¿Cuál es su opinión?

-Tengo la impresión de que ha habido un desenfoque dentro del liberalismo que impulsó la derecha, que viene de Pinochet y que la Concertación lo acogió, que es inflar al Estado en donde no hay que hacerlo. Por ejemplo, la parte penal. En cualquier problema social o delito se pide cárcel y ahí están los mismos chicagos liberales de la derecha. Pero ahí se olvidan, por ejemplo, de Milton Friedman, que días antes de morir escribió un artículo fundado en los mismos principios que sigue la derecha, donde decía que había que legalizar la droga. Son liberales en un área, que es la libre empresa. Pero cuando se trata de disciplinar a los sectores marginales de la sociedad, ahí tiene que estar el Estado. Que abuse del control penal, que se agigante, que sea un Estado policial lleno de cámaras de televisión por todos lados, sabiendo que eso no sirve.

Pero cuando se trata de colaborar, acoger y ayudar, donde sí es vital para construir una comunidad mejor en que no dejamos a la deriva a la gente que se queda rezagada, en esa área no se puede meter. Se produce una especie de darwinismo social con este impulso liberal de la derecha en que cada uno se rasca con sus propias uñas. O sea, usted tenía 18 años, estaba recién trabajando en la construcción y lo echan de la pega y tiene a su polola embarazada y no tiene qué comer… ¡Ah, no sé yo poh!

-Muchos creen que el Estado debería reducirse lo más posible, la derecha lo ha planteado muchas veces.

-Pero no han tenido problemas en duplicar los carabineros, las cárceles. En el discurso disciplinario para los sectores marginales no han tenido problema.

-El problema es que uno recuerda del gobierno de Frei precisamente lo contrario, las privatizaciones, entre otras cosas. Y usted ha dicho que ahora estamos frente a Frei 3.0.

-Frei ha crecido y se ha reformateado, un atributo escaso en la política chilena. Por eso uso el símil del 3.0. Que es un programa que fue mejorado en forma estructural pero sobre la base de lo anterior. Cuando digo esto, es porque yo voto por un Frei empresario, que luego dejó de ser empresario y se transformó en un candidato a presidente y Presidente, muy cargado al tema de las privatizaciones, con una instalación democrática en que cuando era gobernante aún teníamos temor de que los militares nos quitaran la democracia y con dudas sobre si la derecha era democrática o no. La Guerra Fría desapareció y lo increíble es que Frei no se quedó pegado y se reformatea en contenidos.

-¿Cómo enlaza ese Frei 3.0 con la Píldora del Día Después y el aborto terapéutico?

-No sé si soy muy fanático, pero creo que es maravilloso que se abra la cancha para debatir. Él tiene claro que estamos en una democracia y que en ella, cada uno se puede integrar. Sabe que estamos en una discusión presidencial, que comprende a todos quienes vivimos en Chile. Eso significa que hay que operar con mentalidad de Estado, porque las opiniones personales aquí no cuentan. La visión debe ser integrada y desde ese punto de vista no lo veo complicado con los temas.

La guerra sucia 

 -¿Están golpeados por la renuncia de Felipe Sandoval producto del informe de la Contraloría?

-A mí me dio pena, porque Felipe es un gran tipo. El tema de él no es corrupción, ellos (Piñera) han anunciado que vienen más casos de corrupción. Pero no estamos golpeados, no somos un aparato político de poder. Nosotros estamos para escuchar y acoger ideas para luego planteárselas a Frei. Ese es nuestro rol. No estamos cobrando plata ni administrando fondos públicos. Estamos abriendo el espacio para producir ideas.

-¿Comenzó la guerra sucia?

-Veo algunos indicios de que la campaña de Piñera va a ser al estilo norteamericano, de campaña sucia, de trapitos al sol. Pero creo que los que pagarán los costos son ellos. Si nos quedamos pegados en las peleas chicas sería la única forma de perder. No vamos a aceptar que nos ninguneen, pero no nos vamos a quedar pegados.   

 

 

 

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