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Acoso escolar: ¿cómo detectar que es tu hijo el que hace bullying? Destacado

Acoso escolar: ¿cómo detectar que es tu hijo el que hace bullying?

Loreto Santibáñez
Por : Loreto Santibáñez Editora de Agenda País y Revista Jengibre. Periodista PUC con experiencia en prensa escrita, radio y TV, tanto en Chile como en el extranjero.
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Es probable que algo esté pasando en la crianza o el hogar de un niño agresor que hace que éste se transforme en el «matón» del curso. Corregir a tiempo prevendría otros problemas a futuro.


Las cifras de bullying son una señal de alerta para frenar lo que sucede en muchos de los establecimientos educacionales en nuestro país. Pero ¿qué pasa cuando nuestro hijo o hija es el agresor? ¿Cómo reconocer y evitar este comportamiento? ¿Cómo un niño, desde Segundo o Tercero Básico, es capaz de molestar, golpear, ofender o aislar a otro compañero o compañera, hasta llegar a anularlo como persona?

«El niño agresor no se burla, es un ataque, le hace algo al otro para hacerle doler, ya sea física o sicológicamente, o lo aísla del grupo, lo que es una de las peores agresiones», explica la sicóloga clínica educacional Lorena del Río.

A partir de su experiencia laboral, la especialista del centro de Atención Psicológica Psíclico, cree que hay un cierto perfil del agresor. «Es fuerte hablar de agresor cuando hablamos de niños, pero las conductas que empiezan a tener los menores son tan brutales que dejas de verlos como niños porque son conductas que no corresponden a su edad, si no que son de personas más grandes», asegura.

«Yo diría que hay un perfil que se ha repetido. Son niños bastantes solos, muchas veces hijos únicos, tanto de familias uniparentales como con los padres juntos. O también cuando se da una suerte de soledad que se produce en familias separadas donde cada una de las partes rehace su vida y ese niño queda más aislado, en tierra de nadie», explica.

Pero no solo puede ser un menor que provenga de una familia con problemas. «Sin estigmatizar a los hijos únicos, también se da en muchos casos donde los papás no tienen esta conciencia de que todo acto tiene consecuencia, por lo tanto sus hijos se transforman en reyes del mundo, no hacen nada y lo tienen todo. Es una conducta que se da en la casa pero que se repite en el colegio, en niños muy dominantes que se creen dueños de las personas, porque como no necesitan hacer nada para obtener las cosas y ganarse el cielo, entonces también necesitan ser dueños de sus compañeros y de sus amigos», señala la especialista.

Según los expertos, el niño que hace bullying puede tener un modelo agresivo en la resolución de conflictos o vive una relación familiar poco afectiva. Además son niños que no desarrollan mayor empatía, les gusta la sensación de poder y no comparten bien con otros niños. Eso hace que tengan falta de tolerancia, no tengan capacidad de espera y, por lo tanto, se enojen con facilidad porque buscan de alguna manera dominar a las personas como dominan a sus padres, pues siempre espera que se haga su voluntad.

«Cuando logran una cierta dominancia en un compañero, luego en otro, y en otro, y se dan cuenta que tienen cierto poder sobre el resto, es ahí donde está la semilla de un futuro agresor. Al principio pasa desapercibido este liderazgo negativo. Parten con amenazas como ‘si tu no me das tu colación entonces yo no juego más contigo’ lo que significa para el compañero quedarse solo porque ya no pertenece al grupo. Y nadie quiere estar solo,  entonces se termina haciéndole caso a este perfil de niño agresor», explica del Río.

«Las conductas de un niño agresor son súper hirientes. Tanto, que el niño agredido queda absolutamente descolocado y sin defensa. Por eso hay que tener claro que no son cosas de niños buscar lugares escondidos de los adultos para pegarle a un compañero, no son cosas de niños quitarle la colación a otro o dejar aislado a alguien. Esas cosas son notoriamente extrañas para esa etapa de la infancia donde los niños quieren disfrutar y pasarlo bien, ése es su motivo de vida», asegura la especialista.

Y detectar a tiempo que un niño es agresor es importante, pues estudios realizados en  diversos países han reflejado cierta relación de que los autores de bullying en la época escolar podrían ser futuros maltratadores o verse envueltos luego en actos delictivos a medida que van creciendo. Según estudios hechos en Noruega, antes de los 24 años, el 60% de los agresores habrá cometido algún delito. En España las cifras que relacionan a agresores en el colegio con hechos delictivos afuera hablan de hasta el 25%, en Portugal 22% y en Estados Unidos 32%.

Cómo prevenir

El problema que existe es en cómo tratar a un menor que hace bullying. «En la mayoría de los padres, no en todos pero sí en una gran mayoría, hay una negación total. Cuando se les dice que su hijo es agresor se defienden con su calidad como padres y de los valores que tienen, lo que dificulta el camino a la sanación», señala la especialista.

Por eso es importante detectarlo cuanto antes. «Si nos dicen que nuestro hijo está agrediendo a otro, la forma más sana de sobrellevarlo es hablar con él y enseñarle que cada acto tiene una consecuencia, y cada padre verá cual es la consecuencia. Eso sí, lo que pueda hablar esa madre o padre fuera del colegio no garantiza que se lleve a la realidad del establecimiento. Ahí necesitamos el apoyo de profesores o de alguna entidad del colegio que supervise que eso no vuelva a pasar», agrega del Río.

Sin embargo, para la sicóloga ahí está el gran problema de resolución. «Es posible que un profesor se dé cuenta que un niño tiene estas características de agresor, pero lo más probable es que no afronte el problema porque como institución escolar van a preferir ocultarlo», asegura. «Lo ideal sería que los equipos multidisciplinarios que existen en los colegios se hicieran cargo de esto con reuniones a repetición que tengan una continuidad donde se vea que cada una de las partes va reparando», agrega.

Por eso, para corregir las conductas agresivas los padres deben tener un rol muy activo de qué está pasando en el hogar. «Estas conductas vienen de la casa, de donde viene el niño. Son conductas aprendidas, no son conductas que al niño se le ocurra solo», indica la sicóloga.

«Además estamos dejando que los niños vean programas de adultos o dan programas con contenido para adulto en horario de menores, y ahí también se aprenden antivalores si no hay alguien que esté supervisando», puntualiza.

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