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Educación sexista en Chile: ¿ser hombre o mujer no da lo mismo? Educación

Educación sexista en Chile: ¿ser hombre o mujer no da lo mismo?

Romper con los estereotipos de género parece ser la tarea pendiente en el debate de la educación.


Recientemente fueron entregados los resultados de la prueba Simce 2016, que midió a los estudiantes de 4° y 6° Básico y 2° Medio en Comprensión de Lectura, Matemáticas e Historia y Ciencias. Según esos datos, existe casi una nula brecha que entre hombres y mujeres en Matemática, cuya diferencia fue sólo de uno, dos y tres puntos respectivamente.

Sin embargo, ellas se distancian más en la prueba de Comprensión Lectora, superando a los varones en más de 10 puntos en los tres cursos evaluados. ¿Por qué entonces se tiende a asociar las matemáticas como algo «masculino» y por qué en las postulaciones a la universidad serán ellos los que busquen carreras más exigentes?

Según los expertos, el sexismo en la educación empieza a definirse desde pequeños, cuando se orientan ciertas asignaturas como femeninas -Lenguaje y Comunicación y Artes Visuales- o masculinas -Matemáticas y Filosofía- que a la larga eliminan herramientas para que cada uno comprenda y se integre a la sociedad.

Esto se originaría desde cuando se les incentiva a los varones a jugar fútbol y ellas a practicar deportes como la gimnasia, o dedicarse a actividades artísticas y manuales. Como pasó recientemente en un colegio de Madrid, España, que está siendo investigado por las diferencias entre las actividades programáticas para sus estudiantes: a los hombres se les llevaba de paseo al estadio del Real Madrid y a las mujeres se les enseñaba a tejer a crochet.

O también tiene que ver con el uniforme y con la limitación que tiene para las niñas realizar algunas actividades por el solo hecho de usar jumper o falda, lo que no permite tanta movilidad como en el caso de los niños y las restringe a «sentarse» y «comportarse» como señoritas.

Lo cierto es que la desigualdad en la educación parece estar presente en varias aristas. Según un estudio realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en el 2015, que analizó los textos de Historia, Lenguaje, Biología, de 1º Básico a 4º Medio, la representación de las mujeres «aparecen en actitudes pasivas o trabajos domésticos». Y agrega: «Cuando presentan a alguna mujer destacada, o no muestran su imagen o no agregan sus datos biográficos o no incluyen su nombre».

La misma organización realizó una investigación el 2016, y concluyó que muchas estudiantes mujeres se ven afectadas por una cierta “incapacidad aprendida”, es decir, «la creencia, consciente o inconsciente, implícita o explícita, de la imposibilidad de realizar una tarea, o asumir previa e infundadamente que no se tendrá un buen rendimiento en determinado asunto o área».

Esto se reflejaría, por ejemplo, en los puntajes nacionales obtenidos en la PSU. En el año 2015 el 89% de los puntajes nacionales fueron obtenidos por hombres y solo el 11% por mujeres según los resultados del DEMRE, siendo en matemática donde se presenta la brecha mayor.

Esto también se reflejaría en la elección de carreras universitarias, donde los hombres se matriculan mayormente en las áreas de Informática, Transportes, Ingeniería y profesiones afines e Industria y Producción. Las mujeres, en cambio, se matriculan en carreras de las áreas de Servicios Sociales, Servicios de Salud, Ciencias de la educación y Ciencias sociales y del comportamiento, es decir, profesiones vinculadas con el rol tradicional que se le ha asignado a la mujer, y que gozan de menor prestigio en el campo laboral.

El sexismo en la educación también es algo que preocupa a los académicos universitarios. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chile que buscaba identificar las expectativas de los futuros profesores de enseñanza básica respecto a la formación de sus estudiantes, «vimos que los profesores tenían menos expectativas acerca del desempeño de las niñas que de los niños (…) Los profesores ya tienen ideas arraigadas que luego se reproducen en el aula», señaló en la oportunidad Salomé Martínez, académica del Departamento de Ingeniería Matemática e investigadora del Centro de Modelamiento Matemático.

Sexismo tradicional

Desde el comienzo de la historia, las mujeres han sido delegadas a labores menores. En Grecia incluso, la cuna de la civilización, la poca educación que recibían las mujeres, específicamente en Esparta, estaba destinada a crear madres fuertes que criaran niños sanos. Si se avanza varias décadas en la historia, en el inicio de la educación formal, también los privilegiados fueron los hombres, ya que eran ellos quienes podían acceder a escuelas y a las universidades.

Cuando en Chile, lentamente, las mujeres comenzaron a acceder a la educación, se les asignó establecimientos exclusivos liderados por religiosas. En 1812 José Miguel Carrera ordenó la creación de las primeras escuelas primarias en conventos. Recién con la Ley de Instrucción Primaria, en 1860, el número de niñas que estudiaban ascendió. Se democratizó en cierta medida el ingreso, pero no el tipo de educación que recibían.

Durante el gobierno liberal de Aníbal Pinto en 1877 se creó el Decreto de Amunátegui que permitió que las mujeres ingresaran a la universidad tras rendir exámenes, por lo que en la práctica sólo podían acceder quienes salían de liceo privados que preparaban el examen de Bachillerato y en 1891 emergieron los primeros liceos fiscales femeninos.

El mismo Ministerio de Educación (Mineduc) reconoce que, aunque se ha superado la desigualdad de ingreso a la educación entre mujeres y hombres, persisten patrones tradicionales de género dentro de la educación, lo que provoca inequidad entre los escolares según su género y, además, respalda la educación sexista que existe actualmente.

A pesar que la ley de Inclusión Escolar número 20.845, establece que no debe haber discriminación de ningún tipo, no incluye algún punto específico de discriminación de género. Es por eso que el Mineduc creó en el 2014 la Unidad de Equidad de Género (UEG) para incorporar políticas, planes y programas ministeriales desde una perspectiva de género. También, implementó el Plan para la Igualdad  de Género 2015-2018 que, además de sentar bases para trabajar en la materia, entregó cifras sobre la desigualdad de género en la educación.

En Chile no existe una diferencia significativa en el acceso de niñas (51%) y niños (49%) a la educación parvularia, a excepción de la modalidad de educación especial (39,2% niñas y 60,8% niños). En cambio, en educación media técnico profesional existe una brecha más notoria respecto a la segregación por género según especialización, puesto que las mujeres abundan en las áreas técnica (80%), comercial (64%) y artística (53%) versus los hombres que predominan en las áreas industrial (83%), agrícola (66%) y marítima (65%), según datos del MIneduc.

Respecto a la deserción escolar, pese a que no existe gran desigualdad en cuanto a la cantidad de mujeres y hombres que dejan la educación, sí la existe en tanto a los motivos: las jóvenes, además de desertar por razones económicas, lo hacen por embarazo o maternidad, mientras que los varones lo hacen principalmente para ingresar al mundo laboral.

Segregación por género

Pero la preocupación por la igualdad de género en la educación no sólo es por parte del Estado, sino que también de los alumnos. Sobre todo en los colegios emblemáticos donde muchos de ellos son segregados por género.

El año pasado, Martina Ascencio se hizo conocida con once años tras escribir una carta a la presidenta Michelle Bachelet y autoridades del Instituto Nacional para solicitar su ingreso y recibir la educación que ella esperaba.

«El gran fin del Instituto es dar a la Patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor. Al ser de hombres el Instituto, este objetivo no se cumple porque solo la mitad de las personas tienen acceso a esa educación que nos permite cumplir el fin del Instituto Nacional», decía Marina en su texto, donde pedía además igualdad de oportunidades en educación.

El debate de la educación segregada y sexista no es algo que solo esté en Chile, si no que se da a nivel mundial. En 2014, la reconocida sicóloga norteamericana Diane Halpern, realizó un estudio con más de un millón de estudiantes de distintas partes del mundo y concluyó que no existe evidencia real de que las escuelas de un solo sexo logren ventajas educativas. De hecho para la especialista, estos establecimientos solo institucionalizan los estereotipos de género y el sexismo.

Mientras el debate de cómo eliminar la educación sexista crece, a partir del 2013, en Chile 253 colegios municipales y particular subvencionados han pasado a ser mixtos. Aún queda alrededor de un 4 por ciento de establecimientos educacionales que son sólo para hombres o para mujeres, incluyendo varios emblemáticos.

Es por eso que los estudiantes secundarios sumaron, durante el año pasado, entre sus demandas la existencia de una educación no sexista. Y no sólo por lo que pasa dentro de las aulas sino también fuera de ellas.

Un bullado caso fue cuando las alumnas del Liceo 1 Javiera Carrera realizaron una marcha hacia el Instituto Nacional Barros Arana exigiendo que los jóvenes de liceos de hombres dejaran de agredirlas verbalmente y una educación igualitaria.

Todo comenzó cuando hace un año cuando los alumnos del internado celebraban su aniversario en una marcha tradicional que, cuando pasó frente al establecimiento de mujeres gritó, entre otros cánticos, «que se asomen las maracas».

Las alumnas realizaron una marcharon entonces con un gran lienzo donde se leía “piden igualdad y calidad pero al momento de marchar gritan sin pensar“.

Sin embargo, la Secretaria de Género del Liceo Javiera Carrera, Ailen Ferreira, afirma que en más de una ocasión se han sentido discriminadas como estudiantes en relación a los hombres. La estudiante sostiene que la educación es sexista en el liceo y “en algunas ocasiones nos sentimos en desventaja porque vivimos en una sociedad machista, a los colegios de hombres se les da mayor reconocimiento”.

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