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Socióloga Alejandra Ramm: “El funcionamiento de los partidos políticos debería dejar de ser un club de hombres” Mujeres y política

Socióloga Alejandra Ramm: “El funcionamiento de los partidos políticos debería dejar de ser un club de hombres”

Pese al aumento en la representación de la mujer en las últimas elecciones, hay muchas tareas pendientes en materia de acceso a la toma de decisiones, plantea la socióloga: «La buena noticia es que hoy día las mujeres sí lograron entrar a posiciones de poder de manera sustantiva en el mundo de la política, y eso debiera tener un efecto positivo».


Aunque los resultados de las últimas elecciones en Chile muestran algún tipo de avance de la presencia femenina, estamos lejos de que el género deje de ser un tema cuando se habla de política. Así opina la socióloga Alejandra Ramm, quien afirma que “como dijo una feminista, la revolución más larga es justamente la revolución por la igualdad de género”.

Doctora en Sociología por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, la académica de la Universidad de Valparaíso responde así a quienes dicen que las mujeres en Chile no deben quejarse, ya que fue elegida una mujer para la Presidencia de la República, dos veces además. “Ése es el discurso hegemónico: decir que el feminismo es algo del pasado, que no tiene sentido”, señala.

Y añade: “Es cierto que en términos formales las mujeres hoy día estamos mucho mejor que antes; o sea, es cierto que finalmente hemos logrado entrar a las universidades; uno ve la matrícula de los estudiantes de pregrado y son sobre todo mujeres, además muchas veces el rendimiento es mucho mejor. En cuanto a la cantidad que se titulan está bastante parejo, pero en la medida en que asciendes, como en todas las escalas de poder y de prestigio, empiezan a desaparecer las mujeres”.

De todas formas, una buena noticia

La reflexión de Alejandra Ramm sobre la presencia femenina en las últimas elecciones parte por considerarla “sin duda» una buena noticia. «Chile tenía unos indicadores espantosos, realmente vergonzosos, de participación política de las mujeres. Eso significaba que aunque en general en desarrollo humano Chile está bastante bien ubicado, si veíamos indicadores que cruzaban desarrollo con género, nos íbamos a la cola de la cola de la lista. El regreso de la democracia no significó nada, como tampoco darle el voto a la mujer significó que se transformara la manera de hacer política, que es una manera básicamente de club de hombres”, indica.

Desde que se ganó el voto femenino en 1949, “vemos por primera vez una transformación, bastante a regañadientes, que finalmente las mujeres entran a posiciones de poder en el mundo de la política, y eso es gracias a la ley de cuotas. Ahora, si uno analiza más fino, sigue habiendo problemas. Porque uno ve que claramente muchas coaliciones cumplieron de manera formal con la exigencia de tener un 40% de candidatas, pero del total de hombres que se presentaron, fueron mucho más elegidos en proporción que del total de mujeres. Y eso no es porque las candidatas mujeres fueran peores que los hombres, sino que no contaron —y lo muestran así las cifras publicadas del Servel— con el mismo financiamiento: contaron con la mitad o con un porcentaje sustantivamente menor”, destaca.

Eso, enfatiza, “nuevamente habla de esta distancia entre la formalidad —sí, se cumple— y la voluntad política. Entonces no hay que engañarse: si este país funcionara por lo que dicen las leyes y por lo que está escrito en tantas partes, sería otro país”.

Efecto generacional y género

Otro elemento que la socióloga destaca del proceso eleccionario es el «efecto generacional». «O sea, uno ve partidos jóvenes como Revolución Democrática, en que la elegibilidad de las mujeres fue mucho mayor, y eso quiere decir que ellos sí las llevaron en serio como candidatas. No en paridad, pero sí mucho más que otros partidos de larga data y que se ven mucho más como un saludo a la bandera”.

Casos como el de la Democracia Cristiana, que fueron castigados con baja votación aunque llevaba una candidata a la presidencia, Ramm dice: “Es que ellos tienen muchos problemas con el género. O sea, la discusión del aborto es algo que ha quebrado a las mujeres dentro de la Democracia Cristiana. Ahí había toda una alianza a favor del aborto, pero nunca logró que fuera transparentada por la jerarquía. Entonces evidentemente yo creo que eso se les está cobrando: insensibilidad frente al tema de género. Pese a sus líderes… Porque no hay que confundir ser mujer con ser feminista, son cosas distintas”.

En todo caso, añade, “la buena noticia es que hoy día las mujeres sí lograron entrar a posiciones de poder de manera sustantiva en el mundo de la política, y eso debiera tener un efecto positivo. Porque cuál es el gran problema: como las mujeres siempre habían estado excluidas del poder, no logran hacer modificaciones sustantivas; entonces ahora, si acceden a posiciones de poder, debieran hacerlas”.

Falta de sororidad

“Lo que sí uno echa de menos, y eso es algo que llama la atención en Chile, es que hay pocas alianzas de solidaridad de género. Porque si bien es cierto que hay diferencias políticas obvias, se podría pensar que hay elementos que podrían aunar fuerzas, aunque vinieran de orientaciones políticas distintas. Por ejemplo, hoy día que hay un 23% de mujeres tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, ese porcentaje probablemente está en desacuerdo en muchos temas, pero quizás sí están de acuerdo en que sería importante que hubiera más mujeres”, señala la socióloga.

La base del problema, subraya Ramm, es que “aquí la cancha no es pareja. Lleva siglos dispareja. Entonces hay que hacer una gran inversión para lograr superar todas esas desventajas. Va a haber sin duda un efecto positivo; ya el hecho de que las mujeres estén en posiciones de poder, uno debiera esperar que se modifique de alguna manera el funcionamiento de los partidos políticos, que dejen de ser este club de hombres”.

Si es así de duro para las mujeres, ¿qué pasa con los géneros no binarios? Dice la académica: “Está aún más difícil, pero hubo candidatos, y algunos fueron elegidos. Yo diría que un elemento positivo que tienen todos los movimientos LGBT es que en muchos casos son muchos más unidos que las mujeres. Han sido capaces de hacer alianzas estratégicas, basta sólo ver la aprobación del Acuerdo de Unión Civil, algo que era impensable y se logró de manera muy rápida y sin ningún melodrama, comparado a lo que ha sido la despenalización del aborto en tres causales”.

“Si el problema de esto que sea un club de hombres —que además solía ser un club de hombres de clase media alta— es más amplio: qué pasa por ejemplo con la representación de los pueblos indígenas. Hay muchos sectores que quedan excluidos, y eso es lo que cuesta mucho romper”.

#Niunamenos

«En Chile el movimiento estudiantil ha sido clave en gatillar una tercera ola de feminismo», sostiene la académica. Y explica: «Aquí mismo en Valparaíso fue electa diputada una candidata con una trayectoria importante en ese sentido. Muchas de esas dirigentes se dieron cuenta del problema que enfrentaban en el mismo movimiento: que los temas de género no entraban, que costaba, vivieron en carne propia lo que han vivido muchas mujeres».

Sin embargo, para la socióloga «las mujeres fueron claves en el movimiento para terminar la esclavitud, pero cuando les pidieron a los hombres que las apoyaran para el voto se quedaron solas. Después, en todo lo que fue Mayo del ’68, también las mujeres fueron actores clave, pero cuando pidieron apoyo de nuevo se volvieron a quedar solas. Entonces, creo que ha pasado algo en ese sentido con las dirigentes mujeres que se dieron cuenta de lo difícil y lo solas que se quedaban cuando levantaban temas de mujeres, feministas o de género en un más amplio sentido”.

Ante ese cuadro, «el tema se revitalizó, y uno ve hoy día claramente que hay un regreso del feminismo, en un contexto en que también hay un regreso y una ola conservadora muy fuerte: mencionemos sólo a Trump. Chile nunca ha sido un país especialmente liberal ni mucho menos, sino claramente conservador en el concierto latinoamericano. Entonces creo que hay varios elementos que discutir. Yo creo que #Niunamenos sí es un movimiento social importante que se ha forjado; creo que por ejemplo la polarización que se dio en el debate del aborto —un tema profundamente político—, lejos de hacer que ese movimiento se debilitara, le ha dado más fuerza. Los argumentos llegaron a ser tan polarizados, que llevaron a que las mujeres, y las mujeres jóvenes, reaccionen y se indignen frente a la serie de injusticias que enfrentan”.

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