Yo opino
Estuve cuatro años coordinando la Unidad de Inclusión y Participación Ciudadana del Ministerio de Educación, tiempo en el que observé, reflexioné, investigué y accioné proyectos sobre problemáticas educacionales en torno a la violencia, discriminación y vulneración al que son sometidos sistemáticamente niñxs, jóvenes y estudiantes lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex, entregando tiempo especial a la realidad que viven niñxs trans y sus familias en el sistema educacional.
Con el apoyo de la Ministra Delpiano, en la euforia de una Reforma educacional, conseguimos publicar las primeras políticas educativas sobre identidad de género en la historia del Ministerio de Educación de Chile. Junto al conocimiento empírico de las organizaciones de la sociedad civil, las necesidades sociales de diversas comunidades educativas, la visión de académicos y universidades y el respaldo internacional de organismos como UNESCO y la Organización de Estados Iberoamericanos, implementamos procesos de participación incidentes que nos permitieron debatir, consensuar, diseñar y difundir estos históricos avances.
En este proceso, desarrollamos una serie de políticas y documentos que abordan la urgencia de afirmar y proteger la identidad de género de lxs estudiantes. Por ejemplo, la Circular 0768, de la Superintendencia de Educación: Derechos de Niñas, Niños y Estudiantes trans en el ámbito de la Educación.
También redactamos las Orientaciones para la Inclusión de las Personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTI) en el Sistema Educativo Chileno.
Generamos Diálogos Participativos por la Diversidad. Y terminamos el periodo con el estudio Narrativas, Prácticas y Experiencias en torno a la identidad LGBTI en Contextos Educativos y la Guía para la No Discriminación en el Contexto Escolar.
Mi experiencia es que los procesos sociales y culturales para conseguir el sueño ciudadano sobre el respeto e inclusión de las diversidades sexuales y de género, deben surgir, permanecer y desarrollarse desde la horizontalidad de las salas de clases. Desde el instinto y la experiencia, lxs niñxs, jóvenes y estudiantes han conseguido articular narrativas y discursos que sirven de cátedra para diseñar, implementar e impulsar prácticas de enseñanza que consideren la plena protección de la dignidad humana como un elemento vital para conseguir la calidad educacional.
Estimadx lector, es importante saber que las políticas educativas que reconocen, valoran y educan sobre las diversidades y diferencias de las características personales y sociales con que se auto definen lxs estudiantes, como la identidad de género, contribuyen a eliminar los vergonzosos titulares que describen actualmente a la sociedad chilena: Uno de los países con mayor porcentaje de ideación y suicido adolescente del mundo; con un sistema educacional que tiene altas estadísticas sobre denuncias de discriminación y violencia escolar; con estudiantes que demandan que se aborde el sufrimiento, dolor, auto agresiones y agonía durante su trayectoria educativa; con altos números de deserción escolar; con la casi nula presencia de programas de educación en sexualidad, afectividad y género en todos los niveles; con el crítico aumento del vih/sida e infecciones de transmisión sexual; y finalmente, como una consecuencia, la impactante realidad de segregación y desigualdad social en la que vivimos.
Estimadx lector/a, las políticas de Estado que protegen la dignidad y los derechos humanos no pueden ser regresivas y/o eliminadas, deben promoverse y ampliarse. Es necesario que en el sentido de lo público prevalezca lo humanitario, la inclusión, la participación activa, la buena convivencia, lo colectivo por sobre lo individual, y dejemos de lado la soberbia, la injusticia, y la crueldad que hemos visto recientemente en el debate público instalado por cardenales, políticos, buses naranja y personas de la minúscula elite conservadora y poderosa que hay en Chile.
Estimadx lector/a, es necesario que entre todxs colaboremos para que el Estado continúe avanzando en legislación (ley de identidad de género) y políticas públicas (como en el sector de educación) respecto a la garantía de los derechos humanos de lxs estudiantes y personas trans. Terminemos con el debate sobre supuestas ideologías impuestas, elevemos la discusión observando las realidades, generemos estadística y respondamos a la histórica vulneración de derechos que viven las personas trans, con quienes hasta hoy, en Chile, aún estamos en deuda.
