A los jóvenes el Gato Alquinta les dice: «Despierten un poquito y dénse cuenta del estado en que el mercado y los intereses comerciales han dejado a la actividad musical, es como para preocuparse y tratar de inventar cosas que surjan del espíritu humano y no de la necesidad comercial, de la manera de pensar de unos poquitos que tienen la posibilidad de ser productores y estar en los grandes consorcios de la música del mundo».
En el recital de Los Jaivas con Sol y Lluvia y Los Chileneros del 7 de septiembre, la legendaria banda folck rock presentará un recorrido por su último disco "Arrebol" que reúne varias canciones dispersas en distintas grabaciones más algunos temas inéditos. Recordarán además, canciones de "El Volantín" (1971), una joyita para los coleccionistas de la que sólo editaron 500 ejemplares en acetato. Este material saldrá en los próximos meses a la venta después de haber sido sometido a la faramalla digital.
"En ese tiempo estábamos en un momento muy especial, llenos de creatividad y de ideales. Cuando empezamos queríamos hacer música de fiesta para comprar instrumentos y en 1969 nos dimos cuenta que se nos había olvidado el objetivo principal: Hacer nuestra propia música y tuvimos un cambio. Yo me fui a viajar por el norte a dedo (Perú, Ecuador y Colombia) y volví muy distinto. El proceso se dio con Gabriel y Eduardo", dijo "Gato" Alquinta.
– ¿Qué estilo marcó a El Volantín?
– En ese período todo lo que hacíamos era improvisado, teníamos una capacidad de entendimiento que venía desde chicos, nos juntábamos en las piezas a tocar con cajones de la cómoda; Había un espíritu juguetón en el que captábamos momentos de inspiración, que eran mágicos, y lo traducíamos al escenario. Tocábamos gratis en las calles.
-¿El nombre del disco es por ese vuelo que dieron?
– Entre el ’69 y ’70 donde íbamos se producían los "happening", donde el público podía participar y subirse al escenario. Todo era interactivo e improvisado. Nuestro primer disco alcanzó a tomar algo de ese espíritu.
-¿Qué han mantenido Los Jaivas desde ese disco hasta ahora?
– El espíritu de concentrarse en el interior de uno, en el inconsciente colectivo y buscar todo lo que nos puede dar nuestra realidad, rechazando lo que viene del exterior. Acá siempre ha habido un gran interés por lo que hacen los norteamericanos o los ingleses. A nosotros nos interesó el movimiento de música de Jimi Hendrix y Los Beatles, y considerábamos que por mucho que fueramos chiquititos teníamos el deber de hacer lo mismo que ellos.
-¿Qué valoran de esa época?
– La síntesis, como lo hizo Jimi Hendrix, que sacó la música de las calles, de lo popular, del blues de los negros y la llevó mucho más allá a través de una introspección.
-En las nuevas generaciones hay gente que no conoce ese fragmento de la historia, ni siquiera saben de la existencia de Los Blops.
– Claro que es así. En Chile había otros grupos como Los Blops que estaban en esa búsqueda que no tenía nada que ver con copiar los moldes que venían del extranjero. Esa es una de las características que hemos tenido cuidado para no dejar que el mercado mande en la creación artística.
– ¿De que adolece la cultura en Chile en el 2001?
-El problema del decaimiento de los valores culturales y morales es un problema mundial. Ya no existen los grandes partidos políticos que rechazaban la opresión, ahora hay grupos desbandados de jóvenes que se dedican a manifestar delante de las reuniones del Banco Mundial.
– En este escenario, ¿qué le dirías a los músicos jóvenes?
– Que despierten un poquito y se den cuenta del estado en que el mercado y los intereses comerciales han dejado a la actividad musical, es como para preocuparse y tratar de inventar cosas que surjan del espíritu humano y no de la necesidad comercial, de manera de pensar de unos poquitos, que tienen la posibilidad de ser productores y estar en los grandes consorcios de la música del mundo.
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