Publicidad

Angel rinde tributo a Violeta y Lalo aviva la cueca

Angel Parra llegó al país con nuevos trabajos: el disco Violeta Parra, homenaje a su madre y otra grabación que pronto se conocerá en Chile, Corazón de los Andes. Lalo Parra por su parte, lanzó un nuevo disco de cuecas. [Escuche canciones]


Rigurosamente cada año Angel Parra (papá) visita el país desde que vive en Francia. Ahora vino a pasar el dieciocho con guitarra en mano y trajo una buena carga de novedades musicales, partiendo por reediciones, pasando por actuaciones y cerrando con la presentación de un homenaje discográfico medio jazzístico que le hizo a su mamá, Violeta.



El registro en vivo se grabó en la sede de la Unesco en París en 1993, junto a cuatro cantantes chilenas: Marta Contreras, Silvia Lobos, Mariana Montalvo y Margarita Suárez. Parra y ellas entonan Que pena siente el alma, La jardinera, La carta, Parabienes al revés, El guillatún, Se juntan dos palomitos y Ven acá regalo mío y más aún, de un total de 18 clásicos.




«Es una aproximación jazzística. Matías Pizarro hizo un arreglo que no se puede considerar folclórico. Se salen de ahí. Una canción de folclore se caracteriza porque el autor no se conoce. Cuando se pierde en el tiempo, se despersonaliza y la gente le cambia la letra. Eso es folclore», comentó Parra.



Otra de las novedades es que después de una dolencia al corazón el año pasado, editó un disco en Francia que se dará a conocer acá próximamente con el nombre Corazón de los Andes. La nueva producción contiene 14 canciones, todas tituladas con la palabra corazón.



«El año pasado llegué a París un poco mal de la cuchara y fui a ver un cardiólogo. Cuando me preguntó si tenía antecedentes cardíacos lo único que se me ocurría eran canciones: Corazón de Melón, Corazón de bandido, Corazón maldito. A la semana grabé el disco», recordó.



Pero eso no es todo, además, del panorama de actividades dieciocheras y actuaciones en Valparaíso, habrá otro disco que grabó en Chacabuco clandestinamente en 1974. Saldrá a fines de este año, casi al mismo tiempo que el documental Chacabuco de Gastón Ancelovici, donde Angel Parra aparece dando testimonios.




Cuecas apianadas



Angel es hijo de Violeta, hermano de Isabel, padre de Angel y Javiera y sobrino de Lalo Parra. Al principio de su vida de cantor actuaba con su madre y su hermana. Así fueron sembrando y sembrando repertorio, como toda esa diversa y extensa genealogía de Parras. Una viña que cosecha desde folclore a jazz.



– ¿Qué diferencia hay entre el estilo de los Parra de las nuevas generaciones con el de las anteriores?



– Los jóvenes saben tocar, saben mucha música y la aplican. Yo me considero un guitarrista de acompañamiento, no tocaría el Concierto de Aranjuez. Si me comparas con el Angel (su hijo), él es capaz de tocar a Bach entero en guitarra acústica. Hay un salto cualitativo entre él y yo. Nosotros somos más Mentolatum.



Ángel Parra (papá) fue autodidacta. Su primer álbum salió cuando integraba Los Norteños, por ahí en los años ’50 y después grabó con Isabel Los Parra de Chillán.



En la ruta fundó el escenario que dio vida a la Nueva Canción Chilena, la Peña de los Parra. Más tarde dirige a Quilapayún y graba con el Coro Filarmónico de Santiago. Se integra a Los Curacas y canta, canta y canta.



Estuvo detenido en el Estadio Nacional y en el campo de concentración en Chacabuco junto a Jorge Montealegre y el doctor Mariano Requena.



En 1974 fue exiliado a México y pronto viajó a Francia, núcleo
de su creación actual en la que no reniega el sello épico ausente de artificios, con el que ha recorrido canciones infantiles, eróticas y militares.




En materia de baile nacional, grabó con el Tío Roberto acompañado del único representante de las cuecas apianadas en Chile, Rafael Traslaviña, con quien se juntó después de 30 años para un nuevo disco.



«Traslaviña va a estar en La Yein Fonda. Es algo maravilloso. Dan ganas de bailar inmediatamente cuando mete las manos al piano», dice Lalo Parra.



«En los años 50 me tocó acompañar a mi mamá, por ahí en la calle Victoria, a una casa que no eran casas de remoliendas, sino de citas. Ahí había un señor que tocaba el piano y fuimos a grabarlo», agrega el sobrino.



– ¿Ese era Traslaviña?



– No. Pero era el estilo de las cuecas apianadas. Y el representante fiel de ellas es Rafael Traslaviña. Después, cuando hicimos con mi tío Roberto el disco de cuecas en el 70, figura Traslaviña y Iván Casabón.



– El piano que es un instrumento de tradición europea y se integró bien a música chilena.



– La guitarra y el arpa también. Los instrumentos auténticamente chilenos somos nosotros, las personas que hacemos música con los instrumentos que llegan de afuera.



– ¿En qué se ve la creatividad instrumental?

– Podría estar en el tormento, en el charrango -no el charango-, que son unos alambres con una caja de resonancia, que puede ser una botella con cuerdas de alambre verdadero, mientras más grueso, mejor. Para tocarlo se usa una especie de manopla. Otro instrumento popular es el tarro que usan los obreros que hacen los caminos y tañan ahí.




Tío Lalo



El experto en avivar la cueca es el Tío Lalo, que junto a los Churichuri estampó su canto en el disco Estoy llegando a los 80, al que dio forma en la vieja casona de su hermano Nicanor, de Huechuraba (Conchalí), la misma en donde se escribió el Hombre Imaginario y el Tío Roberto compuso una de sus célebres melodías de jazz huachaca, Bailando en Conchalí.



El disco es un pretexto para recorrer el fox trot, las cuecas choras y algo más de la bohemia de los años 30, como Mejillones yo tuve un amor, Quien es la que viene allí, Mi chica y yo y Mi bella Eli.



En el orden literario Lalo Parra decidió hacerle un homenaje Los Tres, el conjunto que refrescó su música y la de Roberto Parra, en un texto escrito en cuartetas que saldará a la venta el año que viene.



Eso sin mencionar la recopilación de una serie de valces y tonadas que cantaba el abuelo del Tío Lalo, que recompone Nicanor Parra y registrará en el canto Clarita Parra.



Pero el gran legado de Roberto y Lalo Parra son las cuecas choras. Esas que formalmente son iguales a todas las otras pero que varían en la forma de cantarse y los textos, abarcando desde la poética popular del sentir suburbanos a un animoso tributo al Chino Ríos.




«Se llama Marcelo Ríos/ El capo del mundo entero/ el capo del mundo entero/ Numero uno del mundo, del tenis el primero/ se llama Marcelo Ríos /O tremendas boleas/ terribles saques/ sonriendo en la cancha por el ataque.»



«Hay diferentes tipos de cuecas en Chile. En Chillán se canta vestido de huaso o como chacareros que son huasitios más pobres. En la ciudad cambian y se llaman cuecas de salón o cementeras, por el cemento de la cuidad. A las más elegantes se les dice cuecas de jutre. Las cuecas choras son una expresión tremenda de guapo, de gente el bajo fondo», comentó el músico.



A este saber se suma el aporte de Violeta con el registro que hizo de las diferencias estilísticas en disco que lleva más de 40 formas de cantarla.



«Hay diferentes estilos: la del organillero, la del payaso, la cupletista. En el Sur se toca con la guitarra traspuesta o afinada por solfa. No sé si ahora que el mundo está globalizado seguirá igual», precisó Angel Parra.

Publicidad

Tendencias