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Tita Parra abre espacio a las nuevas generaciones

«Ahora nos sentimos culpables porque no tenemos músicos pero al mismo tiempo no estamos dejando que la gente se exprese y los músicos se van, como Antonio Restucci que antes de partir dijo; ‘No quiero que me den premios, quiero tocar'», dice Tita Parra. La cantatautora lanzará el disco Latidos, el jueves 6, en Santa Filomena 110.


El tema es el amor, el amor por la existencia, por la vida misma visto a través de los ojos de una mujer y está compilado en una trecena de canciones que invitan a viajar por las armonías del bosanova, el jazz, el reggae y el blues. Esa es la propuesta que lanzó Tita Parra en su cuarto disco, Latidos, un registro que incluye el esfuerzo de algunos exponentes de las actuales generaciones de músicos, quienes llegaron a reforzar el estilo de la nieta de Violeta Parra.




"Mi estilo no es rock ni pop ni folk ni jazz; es un poco de todo. En mis creaciones hay una fusión muy natural, latina, femenina, sensual. En Latidos siento que la composición musical y las letras reflejan la madurez de alguien que ya aprendió a hacer canciones, a interpretarlas y a sintetizar en algunos minutos una idea con su melodía, ritmo e instrumentación. Es un reflejo de la madurez que te da la experiencia, el oficio. Al final ya tengo un carrete en esto", explicó la artista.



El disco resultó luego de un largo proceso que inició mucho antes de recibir el apoyo del Fondart para crear una maqueta. Así y mientras la cantautora desempolvaba antiguos cuadernos con algo de material clasificado -del que rescató entre otras creaciones el tema Mulher- su hijo Antar pobló la casa de amigos músicos. En ese ambiente ella pensó que esas visitas eran un regalo. Entonces las condiciones estaban dadas y el viento era favorable para lanzarse a un nuevo vuelo sonoro y decidió armar la Banda Tita con algunos de los iniciados, como Alexos Vuskovic (bajos), Raúl Aliaga (percusión), Hans Kind (bajo), Coté Díaz (batería) y Pablo Jones (guitarra).



«Fue un tremendo riesgo. Me tiré a la piscina por ellos y ellos por mí. Ellos entendieron la música y las canciones al tiro».



Además del gesto poco usual en que un artista consagrado graba con jóvenes músicos Tita Parra decidió incluir los acordes de las canciones en las letras del disco, «para que la gente cante los temas y se los aprenda».



«Todo se mezcla»



Tita Parra creció junto a las enseñanzas musicales de su abuela, Violeta Parra y de su madre, Isabel. Estudio armonía, arreglos y composición en París. Forma parte de una generación de músicos que se desarrollaron al alero de la prohibición y la censura, pero que con el pasar del tiempo fueron desarrollando como respuesta a la realidad que les tocó vivir, un lenguaje de alto contenido poético.



– ¿En qué escenario ves a los demás Parra?



– Cada uno está en cosas bien distintas. Cada uno de nosotros se ha desarrollado a su manera, en su propio estilo ha buscado su sonido. En el camino ha ido por varios lados. Encuentro válidas todas las tendencias, por ejemplo, si la Javiera hace un disco roquero y después hace un disco pop y luego un disco de la nostalgia; es todo válido en la medida en que cada uno esté bien logrado. Lo mismo pasa con el Angelito, que antes hacía estándar y después hizo un jazz súper nuevo.



– ¿El llevar el apellido Parra determina mucho tus creaciones?



– La Violeta ha sido un estímulo más que una carga. La Violeta siempre me explicó, me motivó y me entendió, me hizo sentir la música como algo normal y natural que uno podía hacer fácilmente. Era tan cotidiano y habitual en mi infancia. No es una carga ara mí. No siento que haya que superar a la Violeta, su trabajo es estimulante.



– ¿Sientes responsabilidad en mantener el trabajo que ella hizo?



– El disco anterior, Centésimas del alma es de homenaje a la Violeta. Me volé e hice lo que dio la gana, sin faltarle el respeto a la Violeta. Lo que ella me enseñó fue a intentar ser creativa y romper los esquemas y no a encerrarme en una línea.



¿Cómo trabajas la identidad en tu música?



– No me toca mucho la identidad chilena. Soy poco nacionalista, poco patriota. No me gustan mucho los valores nacionalistas. Me gusta la raíz latina, lo afro, lo étnico, eso me toca profundo y es en ese sentido como trabajo la identidad. Además, la identidad cada día es más amplia. Crecí escuchando a Los Beatles y eso forma parte de mi vida. La identidad para mí abarca mucho. Entonces, me permito libremente dejar que todas esas influencias se conjuguen solas, cierro los ojos y dejo que salga lo que tengo adentro, sé que eso viene de todos lados e incluso de la música clásica. Todo se mezcla.




– ¿Cómo percibes el escenario cultural hoy?



– Veo un exceso de tendencias a volver al pasado. Hay demasiadas reminiscencias nostálgicas, por ejemplo, el hecho de que todo el país se vaya al Estadio Nacional a ver a Los Prisioneros a mí me dice que la gente está aburrida, que hay un pequeño vacío. Pero por otro lado también percibo que hay muchos grupos nuevos, mucha gente que quiere hacer música, pero que no tiene resonancia, entre los cuales me incluyo. Hay grupos excelentes que hacen discos preciosos y nadie los conoce y eso ¡es tremendo!, por ejemplo, Jorge Campos con Fulano hizo cosas espectaculares y no suena en ninguna parte. Hay una tendencia a no creer en lo nuevo, la gente está pegada en lo viejo



– ¿Por qué crees que ocurre eso?



– Hay canciones nuevas, hay bandas nuevas, hay varias generaciones de músicos buenos en Chile pero creo que influyen los medios de comunicación, están muy cerrados, prendes la tele y lo único que ves es a Felipito Camiroaga. En los medios están siempre las mismas caras, los mismos invitados, entonces es latero. Yo creo que el público se aburre. Aunque en Chile hay muchos músicos buenísimos que no tienen trabajo y se tienen que ir del país.



– ¿Ves algún avance en estos últimos años?



– No. No creo que, precisamente, esté todo pasando.



– ¿Cuándo ha estado todo pasando?



– Hace años que no está todo pasando. Cuando sales de Chile ves que es distinto, en México, Argentina hay movimientos musicales. En Estados Unidos una mujer sola con guitarra puede hacer una gira, acá no. Acá si no sales en la tele o no eres número uno en la radio Rock and Pop no va nadie a verte. ¿Y si no sales en la Rock en Pop, que haces? Tienes que trabajar como hormiguita, como el trabajo de este lanzamiento, que lo vamos a hacer como sea porque no hay muchas alternativas, la otra posibilidad es quemarse a lo bonzo, pero nosotros no vamos a hacer eso.



– ¿Entonces no ves mucha acogida en lo musical?



– Del público, de la gente que escucha sí la veo, el problema es cómo llegar al público, cómo hacer para que puedas tocar en todo Chile.



– ¿Qué te parece el modelo de negocio para gestionar la cultura?



– No me parece nada de saludable. Los músicos tendríamos que dedicarnos a componer a ensayar y a tocar y que tuviéramos las instancias de poder tocar en todas partes sin tener que darnos toda la pega de más encima tener que abrir las puertas, montar un escenario, hacer propaganda, etc. Creo que con el nuevo espíritu de la Nueva Era las cosas se van a ir dando. Estamos pasando la oscuridad. La música que se está haciendo está buena y falta crear los nexos. Ese es el trabajo en que estamos ahora.



– En este año han habido muchos discos tributos, entre ellos a Violeta Parra ¿Qué ocurre con los compositores que surgen tantos tributos?



– Qué genial la Violeta y todo eso, pero es cierto qué sucede algo con los compositores. Hay compositores pero creo que tienen sus cosas guardadas en el mueble, como las tenía yo. En ese sentido, el apoyo a ellos, como el Fondart es clave. Sería genial que Jorge González y Los Prisioneros lanzen un disco de canciones nuevas, aunque no llenen el Estadio Nacional, pero eso tiene más valor porque no están repitiendo el plato de años atrás.



– Violeta Parra y Víctor Jara fueron muy adelantados, ¿Pero hasta qué punto tanto rescate hoy cierra la puerta a otras expresiones?



– Eso un problema nuestro y no de ellos. Tenemos una división. Queremos recuperar lo que perdimos, a nuestros compositores como Víctor Jara, que fue asesinado, o la Violeta, que se pegó un tiro porque estaba en un medio donde no había ningún apoyo ni comprensión. Ella se desesperó, a Víctor Jara lo mataron. Ahora nos sentimos culpables porque no tenemos músicos pero al mismo tiempo no estamos dejando que la gente se exprese y los músicos se van, como Antonio Restucci que antes de partir dijo: ‘No quiero que me den premios quiero tocar’. Hay muchas cosas que revisar. Hay mucha separación entre los músicos, por ejemplo, si alguien hace un concierto no se le ocurre ni por casualidad invitar a otros grupos para que compartan; cada uno está compitiendo solo.

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