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Abulia, belleza y acción, una extraña combinación

Asumiendo sus limitaciones en términos de argumento y excesos visuales, esta segunda adaptación al cine del famoso videojuego, emerge como un filme intenso, medianamente entretenido, con grandes dosis de acción -a veces recargadas-, espectaculares efectos especiales y una despampanante y cautivadora protagonista que logra llevar en gran parte un filme regular y decreciente.


Es indudable que Tomb Raider: La cuna de la vida es una cinta que se sustenta principalmente en su exhuberante protagonista, Angelina Jolie. Su temperamento, agilidad, cautivante belleza y gran mezcla entre sensualidad y frialdad dan al personaje un atractivo particularmente interesante y poderosamente intenso.



Esta versión femenina de Indiana Jones logra enganchar al espectador menos exigente, hipnotizándolo hacia un viaje pirotécnico de acción y efectos especiales que más que llegar por su construcción o desarrollo lo hace por el histrionismo de una mujer de armas tomar.



La primera mitad de la cinta hace vislumbrar un producto que superará con creces la anterior entrega, presentándose entretenida, dinámica y visualmente potente, pero pasada la hora de proyección se cae en todos los lugares comunes clásicos de las cintas de aventuras, en los excesos y en la poca credibilidad del argumento.



El guión decae a medida que el filme avanza, llenándose de chiclés, sobrecargadas y poco verosímiles secuencias de acción y bajas considerables en la tensión y emoción, trasformándolo en un trabajo discreto, por momentos aburrido -desde la segunda mitad- y agotador, lo que deja como tarea titánica al encanto de Angelina Jolie la labor de mantener al espectador despierto como sea para que no sucumba ante el bostezo.



Un punto aparte merece la forzada relación que desarrolla la protagonista y Terry Sheridan, su pareja en tiempos pasados. Este singular amorío se encarga en gran parte de trabar la narración, ya que el poco fiato entre ambos queda de manifiesto desde un comienzo.



La dureza y frialdad de Jolie ante quien fuera su antiguo amor nunca deja de sentirse pese a que el relato intenta unirlos, dejando o creando un extraño ambiente de traición y desconfianza entre ambos, conformando un subargumento romántico violento, poco creíble y en total discordancia con la línea de la película.



El relato desarrolla la historia de la famosa aventurera Lara Croft (Angelina Jolie), quien esta a punto de hacer un nuevo descubrimiento: la esfera que es la llave para encontrar la celebre Caja de Pandora; pero no la ha acabado de encontrar cuando la misma es robada por el líder de un grupo mafioso chino, que esta trabajando con el magnate Jonathan Reiss (Ciarán Hinds), un terrorista de armas biológicas que desea usar el contenido de la Caja de Pandora para desatar una plaga de la cual no hay cura o antídoto posible.



Lara es entonces reclutada por la inteligencia británica para detener esta amenaza, pero para ello tendrá que buscar al mercenario Terry Sheridan que conoce muy bien el grupo mafioso chino. Sheridan está prisionero en China, así que la primera misión de la bella Croft es sacarlo de allí y luego encontrar la esfera, antes de que Reiss la recupere.



La esfera es, simplemente, un mapa al destino exacto donde se encuentra la Caja de Pandora, que según la antigua leyenda griega contiene todos los males del mundo, pero en realidad lo que posee es una plaga mortal.



La Caja de Pandora esta ubicada en una región conocida como «La Cuna de la Vida» pues se cree que fue allí donde la vida humana tuvo sus inicios. Dicho destino llevará a Croft y a Sheridan hasta el corazón del continente africano.



Pese a que es realmente interesante ver a la intrépida buscadora de tumbas, realizar difíciles piruetas acuáticas, cabalgar y recorrer en moto escenarios exóticos como Grecia, Kenia, Tanzania, Hong Kong y China, Tomb Raider: La cuna de la vida abusa de sí misma autoexplotándose y dejando al descampado sus debilidades y baches en el guión en cuanto a cabos sueltos y personajes que tratan de acompañar y ponerse a la altura de Lara Croft.



Habría sido mucho más ingenioso, alejarse algo de la esencia del videojuego para adentrarse en el personaje de Angelina Jolie, reconstruyendo su infancia, revelando algunos aspectos decidores sobre su evidente asexualidad y desarrollando una que otra historia arqueológica -armada como corresponde- de real relevancia.



En definitiva, Tomb Raider: La cuna de la vida es un filme para fanáticos tanto del personaje como de Jolie. Sin embargo, para los amantes del buen cine, la abulia los hará luchar desesperadamente para no caer en los brazos de Morfeo. ¿Valdrá la pena el combate?

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