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Norman Schneider: «Hay estados que no quieren tener pueblos»

El académico, que ha participado en la elaboración de políticas audiovisuales y en organismos reguladores de radiodifusión en su país, estuvo en Chile para hablar de la responsabilidad social de los medios y el sistema televisivo en Alemania. Schneider, conversó con El Mostrador.cl sobre estos temas y el futuro del periodismo digital, vaticinando que pronto será "más importante que el análogo".


Una intensa agenda tuvo Norman Schneider en Chile. Invitado por el Centro de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Chile, este doctor en comunicación se reunió con miembros del Consejo Nacional de Televisión, del directorio de TVN y académicos, además de dictar charlas en la propia Casa de Bello y la Universidad Católica.



Uno de los temas que abordó en su visita fue el del sistema medial alemán, detallando el ordenamiento y las diferencias entre el sector público y el privado. Como Schneider aclara, en su país los medios públicos se financian por la vía de los impuestos que se obtienen de quienes poseen radios y televisores, que anualmente alcanza los 6 mil millones de dólares.



Pero los niveles de audiencia de los medios públicos han ido decreciendo, pues "la entretención, que es propia del sector privado, se ha ido devorando la información, y el sentido educativo que se supone que es, o más bien era, la esencia de los medios públicos."



La precariedad de la televisión pública



En todas partes se cuecen habas, porque, como en Chile, también en Alemania la lógica economicista ha cambiado radicalmente la forma de hacer televisión.



"Ahora -dice-, producto de la influencia estadounidense, se tiende hacia la personalización de las noticias: si no hay personas, no hay historias. Se busca también acotarlo todo y no queda claro qué es lo relevante y qué no lo es, ya que como el emisor se resta importancia diciendo que transmite lo que el receptor quiere, se termina por desprofesionalizar la función de los medios".



Otro de los efectos del "dominio norteamericano", comenta, es la mercantilización de los medios, cuestión que obliga a poner los énfasis "en el rendimiento económico, no en los efectos sociales". Por eso, piensa, es injusto que se regule y se le exija un estandar de calidad a la televisión pública y a la privada se le deje sólo al arbitrio del mercado, porque "se puede ganar plata con los medios, pero también tienen que haber límites. De lo contrario, es cosa de tiempo para que en Alemania la televisión privada se devore a la pública".



En el país germano, las reglas son claras y a la vez extremadamente rígidas. Luego de años de peleas, hace una década el sistema público, que es administrado por periodistas, clubes deportivos, iglesias o sindicatos -nunca por el Estado-, logró que se permitiera la venta de espacios publicitarios. No obstante, sólo pueden transmitir 5 minutos por hora de avisos comerciales entre las 18 y las 20 horas, en tanto que los medios privados pueden hacerlo durante todo el día, aunque tienen como límite 12 minutos por hora y los noticieros no pueden ser interrumpidos.



Categórico, Norman Schneider cree que "si una sociedad no logra dar con un sistema medial digno, entonces no se lo merece".



"El Estado tiene que crear un sistema de financiamiento"



En Alemania aún no se han creado diarios que existan sólo en internet. Lo que sí hay, son medios en papel que, por cuestiones de espacios y costo, complementan sus contenidos en la red, cuenta Schneider. Sin embargo, y como ocurre en casi en todos los países, en Alemania la mayoría de los periódicos ofrecen su versión on line, y varios de ellos están empezando a cobrar por el acceso a sus noticias.



– ¿Cree que en el corto plazo se vea afectada la industria medial en papel?
– No a corto plazo, pero sí en el mediano. Los diarios tienen un costo y cada vez tienen más problemas para financiar el papel. Sin embargo, aún prima la ideología de que los periódicos tienen que tener un soporte físico para tocarlo y esto sigue todavía fuertemente arraigado en las personas. En estos momentos, los diarios electrónicos son el hermano chico y los impresos el grande, pero en no mucho tiempo más, el hermana menor será más grande que la mayor. La gran traba es que el hábito de leer en papel es muy fuerte, casi genético, pues en muchos decenios se ha construido eso. Pero va a cambiar. La tecnología le va a ganar al hábito.



– ¿Cuánto han cambiado los medios electrónicos la forma de hacer periodismo?
– Internet es un medio nuevo, pero el hombre no ha cambiado y la utilización va a seguir los viejos desarrollos. Si miramos las cosas en perspectivas, en unos 10 años, hay que despedirse de la idea que todavía tenemos de lo que es un diario, porque si son llevados completamente a la red, van a cambiar. Lo interesante en la red es que no funciona igual que el mundo análogo, pues se buscan muchas conexiones nuevas y no hay una jerarquía vertical, sino horizontal.



– Al haber cada vez menos regulación y dejar a los designios del mercado la forma de ejercer el periodismo, pareciera que el concepto de responsabilidad social recae únicamente en la ética de los periodistas.
– En cualquier tipo de publicación, hay alguien que elige, que pone los acentos, y si quiere ganar dinero, los pondrá donde dan dinero. Informar sobre noticias relacionadas con el sexo o el crimen, depende finalmente del criterio de los editores y los dueños, pero al menos tenemos la esperanza de que siempre hay gente con cierto grado de locura que sigue creyendo que informar sobre la Cumbre de Río, por ejemplo, es mejor y más importante que dar a conocer los escándalos de la vida amorosa del jet set. La clave tal vez está en sabe mezclar ambas cosas. En Alemania, se dice que el gusano tiene que gustarle al pez y no al que pesca, pero no basta con que eso, ya que siempre tiene que haber un pescador que tenga la responsabilidad suficiente para no terminar con todos. El pescador, paradójicamente, termina siendo el guardián del mar.



– La casi natural dificultad que tienen los medios más críticos para financiarse, ¿obligaría al Estado a tener políticas para ayudar, como en Francia, a los medios que fomentan la opinión?
– Parece obvio, pero el Estado siempre es bueno cuando es bueno. Lamentablemente, el siglo XX demuestra que hay Estados que no quieren tener pueblos. Hay algunos con buenas intenciones que sí quieren tener pueblo y apoyan a los medios. Esa es la filosofía del señor feudal, que es agradarle a subordinados cuando quiere, y cuando no, es un monstruo hasta matarlos, como en La Casa de los Espíritus de Isabel Allende.



– ¿Entonces un Estado responsable con sus ciudadanos debe apoyar los medios críticos?
– Debería encontrar un sistema en que no sea él mismo el activo, pero que cree ese tipo de apoyo, no el Estado mismo o el Gobierno, porque siempre tenderían a apoyar lo que lo lleve a la reelección. El Estado tiene la responsabilidad de proporcionar un sistema de financiamiento justo y cuando lo haya hecho, tiene que retroceder y dejarlo actuar. Pero eso, a veces le cuesta mucho.

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