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Con el filme B-Happy se dio inició al Festival de Cine de Valdivia

Con la película del cineasta nacional, Gonzalo Justiniano -aún no estrenada comercialmente en nuestras salas-, se inauguró la décima versión de este importante evento cinematográfico, que este año reúne a destacadas personalidades como los directores, Francisco Lombardi (Pantaleón y las visitadoras), Ventura Pons (El por qué de las cosas), entre otros.


La ceremonia, realizada en el aula magna de la Universidad Austral de Valdivia, estuvo a cargo de los presentadores Liliana Ross y Alvaro Rudolphy, quienes entre chistes arreglados, presentaron la versión 2003 del prestigioso Festival de Cine de Valdivia.



El evento contó con la presencia del senador por la Décima Región, Gabriel Valdés, la directora del certamen, Lucy Berkhoff, el rector de la casa de estudios, Carlos Amtmann, y conocidos integrantes del mundo del cine nacional, como Luis Alarcón, José Soza, Marcelo Ferrari, Luciano Cruz-Coke, Juan Pablo Sáez y Blanca Lewin.



En la ocasión, además de efectuar la presentación de los largometrajes de la competencia oficial (Thirteen, Sendero de sangre, Los lunes al sol, Sexo con amor, Japón, etc.), se realizó un interesante recuento en imágenes de lo que han sido los diez años del Festival de Cine más importante del país.



Películas como Amores Perros, Tesis o Y tu mamá también, fueron recordadas y aplaudidas estrepitosamente por los asistentes, quienes, entre cineastas, actores, productores y periodistas, repletaron el lugar.



B-Happy: ¿Crees en la felicidad?



La cinta de Justiniano (El Leyton) fue el gran suceso de la apertura del Festival. Su relato lleno de angustia, desesperanzador y cargado fuertemente de naturalidad y realidad, conmovió y agradó a un público expectante.



La película cuenta la historia de Kathy (Manuela Martelli), una adolescente que vive junto a su madre (Lorene Prieto) y su hermano mayor, Danilo (Felipe Ríos), en una pequeña ciudad de la costa de Chile. Su vida ha estado marcada por la ausencia de su padre -confinado en la cárcel por robos reiterados- y por las constantes dificultades que debe superar día a día en su hogar humilde.



En su curso de secundaria, Kathy conoce a Chemo (Ricardo Fernández), con quién comienza a formar una intensa relación de mutuo descubrimiento. Mientras tanto, la familia de Kathy va sufriendo un definitivo proceso de desintegración, que la enfrenta pronto a una inesperada soledad.



Por diversos rigores de su nueva vida, conoce la cruda realidad de los internados femeninos, los secretos que oculta su hermano, el despertar del sexo y el amor, y los sinsabores de la errancia y el desamparo.



En las agitadas noches del puerto, hace amistad con un travesti (Juan Pablo Sáez), con quién terminará viviendo una agridulce aventura. Sin embargo, Kathy sabrá dejar atrás todos los obstáculos que enfrenta a lo largo de este autentico recorrido existencial, y logrará salir adelante gracias a su coraje y a un optimismo que, en definitiva, se confunde con la fe.



Se trasforma en un conmovedor relato que habla más que nada de la soledad y los sinsabores de la vida. En cierta forma riéndose de aquellos discursos televisivos que te inculcaban "piensa positivo", la película de Justiniano hace un viaje hacia posibles desgracias y posibles soluciones, centradas en la fuerza interna del ser y su capacidad para afrontar situaciones límite.



Kathy representa todo lo malo y todo lo bueno que se puede extraer de ello. Es una especie de enviada a la tierra a sufrir para poner a prueba la tolerancia y fuerza humana para sobreponerse a los conflictos que la vida nos impone.



Se podría decir que en B-Happy, realmente no pasa nada trascendental, porque en nada se profundiza. Los conflictos que se le van presentando a la protagonista son sólo mostrados y no deshilvanados, fundiendo en negro todas las secuencias.



Sin embargo, esta particular forma de contar la historia, nos permite centrarnos más en el personaje que en su entorno, conformando así una historia bellamente triste y desoladora, solventemente desarrollada pero angustiante, cruda y fría a la vez. A veces la angustia sienta bien. Este es uno de esos casos.

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