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El cine como deseo oculto en la literatura de Alberto Fuguet

Original, irreverente y agudo, el autor de Mala Onda construyó un universo literario singular, repleto de referencias a su infancia, su amor por el cine y uno que otro deseo inconcluso. Odiado y amado, el escritor chileno transita hacia el celuloide. Aquí reflexiona sobre su nueva obra, sus proyectos cinematográficos y algo más.


Pese a lo que podría pensarse de un libro de Alberto Fuguet sobre las películas de su vida, su nueva obra intenta retrotraer al lector a esa relación que se establece al momento de sentarse frente a la pantalla: la conexión con las emociones. Utilizando a un sismólogo como nexo entre la historia y cada filme, el autor construyó un relato que camina de película en película, analizando las experiencias diversas frente a cada una de ellas.



Lo interesante de Las películas de mi vida está en la forma de tratar cada circunstancia. Es decir, recordar cada cinta por lo que significó ella en la vida de una persona, más que por cuántos premios obtuvo. Esa es la gran apuesta que Fuguet hizo cuando construyó cada relato vinculándolo a su experiencia con el cine.



Pero no es todo. El escritor, conectado ya con la filmografía, se encuentra preparando lo que será su primera película en el rol de director. "He esperado bastante, por miedo, por falta de plata, por escribir", dijo Fuguet a El Mostrador.cl. La novela, definitivamente, lo enlazó a la pantalla grande, y no sólo desde el punto de vista emotivo. "Creo que el libro ha sido, sin pensarlo, gran publicidad para mi película, pues significa que quiero hacer cine. Es como un: ‘Aquí vengo, pésquenme‘", relató.



Respecto al texto recientemente lanzado, el autor comentó que, tras un análisis, "concluí que la gran importancia del cine y la literatura para la gente normal no es si Al Pacino estuvo nominado al Oscar, sino las emociones que van recordando. Las verdaderas buenas historias son aquellas que te hacen rememorar cosas tuyas, y eso se aplica a los buenos libros también", comentó el autor.



Las películas de mi vida logra crear esa atmósfera nostálgica que gatilló cada cinta importante desde el punto de vista individual. Original, un tanto autobiográfica y repleta de sensaciones, la novela de Fuguet cumple con su labor de puente entre las emociones del lector y sus recuerdos, mediante una narración ágil, entretenida y, por sobre todo, cercana al común de las personas.



"En un principio pensé en hacer un libro de críticas, pero después asumí que eso sería lo típico que se esperaría de mí. Me di cuenta que Las películas de mi vida no era para los cinéfilos, a los cuales puedo conquistar fácilmente. Yo quería llegar a un público más amplio. No pretendía llegar sólo a jóvenes, sino a abuelos, a tías, a mamás", cuenta el autor.



– ¿Cómo se gesta esta idea de recopilar cincuenta películas en el libro?
– Siempre me han llamado la atención las listas. Para mí, es interesante cómo la gente comienza a compilar internamente todo. Creo que tiene que ver con Amazon.com. Soy aficionado a ese sitio y empecé a darme cuenta cómo la gente enumera en él las películas. Un poco de ahí salió la idea del libro. Pero lo que terminó de gatillarla fue cuando Jacqueline Mouesca me pidió que escribiera sobre la película de mi vida para el texto que estaba editando. Fue muy difícil, pero tuve que optar por una. Tiempo después, en Argentina me pidieron que comentara películas que yo recordara haber visto sólo en televisión. De ahí me quedé pegado con el tema y se fue armando este libro.



– ¿Porque elegiste un sismólogo como protagonista de la historia?
– Estaba buscando una profesión que fuera chilena. Me aburre, me parece una trampa el que todos los libros sean sobre escritores o periodistas. Estaba rastreando una profesión que fuera intrínsicamente chilena, que de alguna forma representara lo que somos, y se me ocurrió que un sismólogo era perfecto. Chile es el país del terremoto más grande del mundo en la historia moderna, y cuando me di cuenta que nadie era sismólogo, me atrajo aún más. Muy poca gente estudia esa carrera, casi nadie la termina, y los pocos sismólogos que hay se van otros países.



– ¿Qué factores consideraste para elaborar esta lista de 50 películas de tu vida?
– Yo te diría que no son más las películas del personaje. Existen bastantes cintas que me marcaron, pero las que tengo en mi casa en dvd o vhs, no son esas. Por ejemplo hay filmes que me encantan, como La Hora 25 o Casi famosos, pero no están en el libro porque decidí que quería escribir uno sobre la infancia. Entonces, capté que el texto debían cuadrar con el período en que yo fui chico.



– ¿El libro tiene tintes autobiográficos?
– Algo de eso hay. En todo caso, es extremadamente difícil saber cuáles son las películas de tu vida, pero a algunas sí las recuerdo con un cariño especial. Para escribir el libro traté de no verlas de nuevo, por el impacto que significa. La que sí vi fue Terremoto, y me decepcionó muchísimo, el shock fue demasiado fuerte, era muy mala.



– ¿Cómo parte tu relación con el cine?
– A partir de un trauma, creo yo. Cuando me vine a Chile, perdí el inglés y lo único que me quedaba en ese idioma era el cine. Entonces, entré al mundo del celuloide más bien por necesidad. De tanto ver películas, me empezó a gustar.



– Considerando que ya se adaptó una obra tuya al cine (Tinta Roja) y que escribiste un guión (Dos Hermanos), el paso lógico es la dirección?
– Bueno, ahora en agosto del próximo año comienzo como director. No sé si es un paso lógico, yo diría que ilógico, porque todo el mundo está en contra mía. La gente que me rodea considera que es una tontería poner en jaque una carrera de escritor, pero eso es lo que más me atrae. Creo que sé qué tipo de filmes que me gustan, sé dónde quiero apuntar y sé lo que no me gusta. Antes, cuando hacía crítica, destrozaba todo, pero como hoy estoy más cerca de hacer mis propios filmes, encuentro mejor las cosas. He aprendido a destruir menos.



– Si tu película ya estuviera terminada, ¿por qué optarías: buenas críticas y mala recepción en taquilla o viceversa?
– Lo que uno realmente quiere, más allá de recuperar la plata, es que alguien la vea algún día en dvd y se ponga a llorar. Que alguien llame a un amigo y le diga: ‘tienes que ver esta película’. Que alguien defienda la cinta como si fuera suya. Ojalá que mis trabajos sean vistos por mucha gente, pero no me veo haciendo filmes muy masivos. Me gustaría tener un público específico.



¿Tienes listo el guión?
– Está terminado y estamos trabajando en la preproducción. La vamos a filmar netamente en Chile y con actores chilenos, entre ellos Luciano Cruz Coke y Pablo Díaz. Pero trabajar con gente de acá cuesta, porque no hay admiración hacia nadie. El otro día mi productor me preguntaba con qué director de arte me gustaría hacer el filme o qué película chilena me volvió loco en esos términos, y la verdad es que ninguna. En Hollywood, yo tendría una lista como de setenta. Ahora, en términos de financiamiento, espero que alguien se fije en mi.



– ¿De qué trata tu largometraje?
– A grandes rasgos, se trata de un tipo que cree que su vida es como las pelotas y se da cuenta por casualidad que su realidad no es tan así. Es una historia que le puede llegar a mucha gente, aunque no todo el mundo crea que su vida es tan mala. En Chile no todo es comedia, yo creo que este es un país melancólico y hasta ahora sólo se están haciendo cosas en clave de humor. Eso me parece bien, pero no quiero hacer lo mismo. Lo importante es hacer un trabajo comercial, en el sentido de invertir poco y recuperar el doble. Y tengo esperanzas.



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