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Camilo Marks: ‘Hoy exportamos best sellers, pero hay cero calidad literaria’

En el año de Neruda y Parra, Marks avizora recién el inicio de una generación de recambio en la poesía. Alaba las últimas obras de Sergio Gómez y Pablo Simonetti y aprovecha para hablar de su próxima novela, Altiva música de la tormenta. Además, en su caústico estilo, dispara contra casi todo el mundo.


Camilo Marks ve mal las letras chilenas. En realidad apenas las ve. Para el crítico y escritor, Carlos Franz se encargó ocho años atrás de poner el punto final a lo que parecía ser el proyecto de una nueva generación de narradores. Desde entonces, a su juicio, no han aparecido nuevos nombres y los pocos que quedaron en pie tras la efervescencia de lo 90′, serán exitosos pero no tienen calidad. En su negro diagnóstico, la poesía está a punto de salvarse.



Por estos días Marks afina los últimos detalles con Sudamericana, casa editorial con la que publicará el 1 de noviembre un nuevo libro. Titulada con un verso de Walt Whitman, Altiva música de la tormenta es una novela corta que inicialmente era un cuento que no pasaba de las 40 páginas. Por pedido de Germán Marín, editor de la división de Random House Mondadori, alargó el relato hasta superar las 150 hojas.



Ambientada en el 6 de octubre de 1988, un día después del plebiscito del Si y el No, es el cruce de una serie de historias de parejas. «Todos van a dar a un mismo lugar y todos se desaparecen en el mismo lugar. Es una novela límpida, no tiene nada de experimental, es muy tradicional», explica Marks.



Visión de la «Nueva Narrativa»



Pero más que sobre su libro, Marks se concentra en otros. Su labor de crítico literario -que actualmente lo tiene colaborando en las páginas de la Revista de Libros de El Mercurio- le permitió ver desde dentro lo que llamó Nueva Narrativa Chilena a principios de los ’90, como también su caída.



"Todos dicen que es un fenómeno publicitario, pero yo diría que hasta el ’96 se publicaron unas 10 o 12 novelas que son de buen nivel. La Ciudad Anterior, de Gonzalo Contreras, es buena en cualquier parte del mundo. Una o dos de las novelas de (Alberto) Fuguet son buenas. Hasta la Marcela Serrano: Antigua vida mía no era mala. José Leandro Urbina, Carlos Cerda. Diría que esto se termina en el ’96 con El Lugar donde estuvo el paraíso de Carlos Franz, que también es una novela muy buena. Después, cagó. Quedan algunos sobrevivientes que venden, pero que no tienen calidad", asegura.



En esa línea, a su juicio el panorama actual básicamente Chile tiene autores de súper ventas, pero muy débiles en calidad. "Ahora tenemos algunos escritores que son famosos; exportamos best sellers mundiales, pero hay cero calidad literaria. Como Isabel Allende o Ariel Dorfman, que es pésimo. También a Marcela Serrano y a Luis Sepúlveda, que es un escritor malo, malo del verbo malo. Antonio Skarmeta, que tiene dos colecciones de cuentos de los años 60, y lo demás es malo. Pero son exitosos. Tenemos lo que no tienen los argentinos ni los mexicanos ni los venezolanos. Tuvimos a comienzos de los 90 escritores que parecían buenos, ahora sólo tenemos best seller", señala.



En lo que va del 2004, Camilo Marks ve altos y bajos. Una nueva, pero muy corta camada de poetas; un pésimo Hernán Rodríguez Matte; dos sorpresas -Sergio Gómez y Pablo Simonetti- y literalmente un paréntesis en la obra de Roberto Bolaño. Además, embiste contra un grupo de periodistas con los que comparte oficina en El Mercurio.



– Este año, en términos literarios, ha estado muy volcado hacia la poesía. A su juicio, ¿hay algo interesante más allá de todos los homenajes?
– Ha vuelto a pasar lo que se decía antes, que levantas una piedra y salen 100 poetas, pero ahora salen mil. Ha vuelto la poesía. Hay poetas y poetisas que son interesantes. Germán Carrasco, Malú Urreola, Armando Roa… Interesantes. Que parece que tienen un proyecto que puede fructificar.



– O sea ¿en este año puede estar madurando una generación poética?
– Ojalá. Pero qué pasa, son todos libros de 40 páginas. No es que yo espere el Canto General, o el Canto a mí mismo de Whitman o Altazor de Huidobro, pero por lo menos una colección de unas 120 páginas. Eso me deja un poco perplejo, son todos…. como poesía de taller. Habiendo calidad, mucho talento. Todavía que no hallo nada, nada que tenga 120 páginas.



Palos a Zambra



-Pasando a narrativa, la novela de Hernán Rodríguez Matte, Barrio Alto, ¿fue muy mal criticada en todos los medios donde se reseñó? ¿Era tan mala?
– ¿Fue mal criticada? Por mí, sí. ¿Por otra gente también? Yo no leo las críticas de las revistas de espectáculos, como a Alejandro Zambra. Pero ese libro es muy malo. Aunque el libro de Pablo Simonetti no es malo.



– Se han cifrado muchas esperanzas en su novela, Madre que estás en los cielos, ¿pero no pareciera también que tiene mucho apoyo de los medios?
– Yo lo leí con mucho prejuicio y no leo con prejuicio. La gente esperaba un libro como Jaime Baily, de sexo gay, pero no… Es un libro muy bien escrito, notablemente bien escrito. Yo no tenía una buena impresión de Pablo Simonetti, su primer libro son cuentos bastante deslavados. Pero este es un libro bien escrito, bien elaborado, bien pensado, quizá demasiado inteligente, demasiado sofisticado. Para mí, una sorpresa.



– Supongo que también tiene una muy buena opinión del nuevo libro de Sergio Gómez, Asesino de Pájaros -hasta ahora no editado-, dado que fue uno de los jurados que lo premió en el Concurso de la Revista de Libros.
– A mí me pareció brillante. Bueno, yo llegué a El Mercurio después de 15 años, así que no voy a hablar a nombre del diario, pero sí, es un equipo muy bueno. A diferencia de los otros concursos que hay, los jurados son buenos: ahora estaba Mario Bellatín, el año pasado Bryce Echenique, que está caído al frasco y está huevón, pero es un buen novelista. Y así. Yo diría que Asesino de Pájaros es lo mejor, lo mejor que ha salido ese concurso, después de La Ciudad Anterior. Lejos.



– Sergio Gómez había tenido una trayectoria irregular y por mucho tiempo pareció estar a la sombra de Fuguet. ¿Con este libro logra estabilizarse como un autor de mayor peso?
– Muy irregular. A mí me tocó abrir el sobre con el nombre y primero fue sorpresa y después yo quedé estupefacto. Yo no podía creer que fuera él. Son muy buenos cuentos, muy cultos, paródicos. Diría que hay una influencia de Borges, de Cortázar. Hay una chica que está enamorada de John Lennon y está presente en su asesinato, después pasa a un cuento de una escritora -podría ser Marcela Serrano- que contrata a una secretaria que se enamora de ella. Nada que ver con cosas que ha escrito Gómez. Y no tiene nada que ver con ese lenguaje adolescente, joven que trabajó cuando estaba ligado a Fuguet. Ojalá que el libro tenga éxito.



Fuguet, disparejo



– ¿Hablando de Fuguet, cuál es su opinión sobre su actual situación literaria, teniendo en cuenta que ha entrado de lleno al mundo del cine?
– Me parece mal, porque su última novela –Las películas de mi vida– no es muy buena. Después de ocho años de no haber escrito nada, es una novela dispareja. Tiene errores con el idioma castellano. Creo que está metido en 300 proyectos, pasa arriba de un avión todo el día, escribe sobre sus viajes a Madrid a ver una película de Almodóvar. No me parece bien. Tengo la impresión de que se está malogrando como escritor, porque está haciendo muchas cosas.



– Ahora Fuguet tomó la dirección de la colección Epicentro de Aguilar, que pretende editar sólo libros de no ficción. El primer libro que publicó fue Larga Vida de Sergio Paz, otro escritor que actualmente está teniendo mucho éxito, comercial al menos.
– Sergio Paz pertenece a un conjunto de periodistas que escriben muy mal. Toda esta gente que escribe en la Revista del Domingo en viaje y del Sábado (ambas de El Mercurio). Pasó en los años 60 y los 70 lo mismo, que muchos escribían con un lenguaje medio peculiar que lo toman del inglés, pero escriben puras huevadas. Francisco Mouat era un buen periodista en el Apsi, pero ahora escribe puras huevadas. Agarran contrato con Iberia o con Aerolíneas Argentinas o Air France y empiezan a viajar y a escribir ‘que estoy en Moscú, que estoy aquí, allá, que me mira una chica, que no me mira una chica….’. Y Fuguet está en eso. Desde el punto de vista literario, cero valor.



Bolaño desmistificado



– Otro libro que ha concitado interés es Entre paréntesis, que reúne las crónicas escritas en vida por Roberto Bolaño….
– Es un libro muy malo. Tiene cosas buenas que son la parte de la vida de él, de su familia. Los escritores de ficción suelen decir que los mejores críticos literarios son los escritores, pero este es un caso que demuestra todo lo contrario. Bolaño no era un buen crítico literario, ni tiene buen gusto. Y además en ese libro: Roberto Brodsky el gran escritor chileno, Alejandra Costamagna la gran escritora chilena, Gonzalo Contreras el estupendo escritor chileno, Jaime Collier el notable… Escritores mediocres, todos amigos. Rodrigo Rey Rosa, Cesar Aira, la divina Carmen Bullosa… Paréntesis viene precedido por un buen prólogo del crítico español, Ignacio Echevarría, pero que no tiene idea de lo que pasa en Chile y dice que el establishment cultural lo rechazó… ¡Pero si Bolaño vino dos veces en 30 años y dijo lo que le dio la gana! Si yo voy a Estados Unidos y digo que Hemingway practicaba la pedofilia a lo mejor también me tratan mal. Lo invitó a Diamela Eltit -que no es santo de mi devoción- a comer a su casa y termina escribiendo sobre la reunión ligándola con Mariana Callejas….



– ¿Qué espera de 2666, la novela póstuma de Bolaño, en la que se han cifrado muchas expectativas?
– Jorge Herralde me dijo que era brillante, maravilloso, extraordinario. Él es su editor, pero me dijo que si fuera malo, también me habría dicho lo mismo. Una novela que tiene mil 500 páginas tiene que ser muy buena para que sea buena.



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