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Se presenta en Chile compositor holandés que fusiona jazz y ópera

Mike del Ferro -hijo del famoso tenor Leonardo del Ferro- visita por primera vez Chile, y ofrecerá dos conciertos, uno en Santiago hoy y otro en Valparaíso. Su vanguardista propuesta es una de las más innovadoras de Europa, y también incursiona en ritmos latinos.


Está sentado en el lobby del hotel con su notebook apoyado en las piernas y con un micrófono, conversando con alguien. Sólo la velocidad de su tecleo permite pensar en un pianista; salvo por ese detalle, parece un estudiante de paso, un turista a punto de salir de compras, un vendedor de programas informáticos. No tiene la pose del que está acostumbrado a cosechar aplausos aunque, por cierto, lo está.



El pianista, compositor y arreglador holandés Mike del Ferro recorre alrededor de veinte países al año y habla inglés, alemán, italiano, portugués y bastante español, además del obvio holandés natal. Pronuncia perfectamente las pocas frases que dice en castellano, con la ventaja que le da el dominio del italiano. Está de paso en Chile para ofrecer dos conciertos: uno este jueves, en el Teatro Oriente, y otro el viernes, en Valparaíso, además de una clínica para músicos.



Del Ferro ha compartido escenario y grabado con importantes músicos del más alto nivel internacional como Toots Thielemans, Jack de Johnette, Oscar Castro Neves, Deborah Brown, Scout Hamilton, Richard Galliano, Thies Van Leer (Focus), Harold Land, Norma Winstone, Benny Bailey, Candy Dulfer, Trijntje Oosterhuis, Frank Vaganée y muchos otros.



Su propuesta es una de las más vanguardistas en Europa: Mike del Ferro Trío armoniza la ópera con el jazz, por difícil de concebir que parezca. Piezas clásicas de la lírica como "Nessun Dorma", "Brindsi" o "Torna a Sorrento" son interpretadas en clave jazzística, sin perder el encanto de su melodía, lo que le ha generado al músico un importante número de seguidores. "Quería sacar la disciplina del bel canto, y usar la libertad del jazz, y eso es lo que hice", explica.



La idea de hacer esa mezcla tan sui generis, explica, nace a partir de su cercanía con la ópera o "belcanto", como le llama él, desde su nacimiento. Hijo del famoso tenor Leonardo del Ferro, tuvo en las arias su paisaje auditivo más frecuente de infancia. "Nací y me crié con esta música clásica -cuenta-. Cuando niño empecé a tocar piano clásico, y lo hice por diez años, y luego llegué al jazz y sus improvisaciones."



¿Cómo decides mezclar ambos géneros?
-Hace unos pocos años, empecé a escuchar otra vez música clásica. No es que me la hubiera negado en todo ese tiempo, sino simplemente no estaba en mi campo de visión. Oí las melodías de las óperas, y me parecieron hermosísimas. Uno ve las cosas diferentes cuando te has tomado un tiempo, o cuando estás mayor y puedes ver las cosas con cierta distancia. Pensé que esas melodías eran hermosas para tocarlas en piano.



-¿Y cómo combinar la libertad del jazz con el rigor de la ópera?
-La ópera es bella, pero es una institución: hay cantantes, está el drama, las arias. Pensé: ¿No hay un modo de usar este hermoso material y hacer algo diferente con él? Luego tomé una canción y la registré en piano, funcionó; luego tomé otra, y después pensé en la manera de transformarlo en un estilo más similar al idioma del jazz. De forma gradual desarrollé un repertorio completo, lo grabé, lo comencé a presentar y la gente lo amó.



-¿Usaste el esqueleto de la ópera y lo transformaste, o más bien ocupaste su sangre?
– (Risas) Creo que usé los huesos del jazz, y que traje otro tipo de música hacia esa estructura. Así es como lo veo.



-¿No te encontraste con resistencias, al comienzo?
-Lo hice por amor a la música, no tenía intenciones comerciales detrás. Me sorprendió la reacción de la gente, en general, dondequiera que vaya, sobre este proyecto. Me sorprende, porque pensé que muchas personas me criticarían, especialmente los puristas, pero no es tan malo. Obviamente existen, pero me enfoco en la gente a la que le gusta mi música, no en el resto.



-Además del jazz y la música de ópera, has incursionado en otros ritmos, inclusive latinos
-Me encanta la música latina. El percusionista del grupo con el que toco, por ejemplo, estuvo en Brasil 10 años, y es especialista en samba, así que tocamos mucho, y también salsa. Hay mucha influencia latina en mi música. Me siento muy conectado con ella. Mi filosofía básica es que se puede hacer cualquier cosa con cualquier cosa, y eso también incluye al jazz, puedes tomar cualquier tipo de música y mejorarla o mezclarla. Yo viajo por un promedio de veinte países cada mes, y hago muchos proyectos de música tradicional, por ejemplo en Kazajstán o Azerbaiján. Donde vas, a veces no te puedes comunicar de modo verbal, pero con la música se genera una conexión.

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