Publicidad

Reponen obra ‘A mi ciudad’: una mirada cotidiana a la historia reciente

Tras una exitosa temporada, se repone el elogiado montaje de Verónica Oddó -hermana de Willy Oddó, el fallecido integrante de Quilapayún-, que reflexiona sobre la memoria y la identidad a partir de una casa en riesgo de demolición para que, por ese sitio, pase el progreso triunfante. Una creación sin estridencias que entrecruza diferentes visiones generacionales sobre Chile.


"¿Quién me ayudaría a desarmar tu historia antigua
y, a pedazos, volverte a conquistar?"




"A mi ciudad", Luis Le-Bert.





Todo empezó como una propia amenaza al hogar, en el amplio y metafórico sentido de la palabra. La dramaturga y actriz Verónica Oddó -hermana de Willy Oddó, que integrara el legendario grupo "Quilapayún"-, volvió a Chile tras años de exilio en Venezuela y Argentina. Instalada en su casa sombría, fresca, de parrones amplios, en la que había crecido, sentía que ese trozo de geografía era lo único que verdaderamente le seguía perteneciendo del país, y que el resto le era ajeno. Desde afuera, las fuerzas de la modernidad pugnaban por entrar, mientras ella todavía no alcanzaba a encontrar la patria que se le perdió.



Ese episodio trabajó en ella subterráneamente, sin que tuviera exacta conciencia de lo que sucedía. Comenzó a hacer clases de teatro en una universidad, conformó un grupo de trabajo y entonces empezó a desarrollar tímida, lentamente, lo que sería, años después, la obra "A mi ciudad" que, tras ocho funciones de lleno total apoyadas por un Fondart, ahora se repone en la sala La Comedia, y se presenta hasta el 27 de mayo.



Se trata de una reflexión que no tiene aspiraciones ni de ideología ni de moraleja. Una mirada por la historia reciente desde la cotidianeidad y no desde la estridencia, desde las alusiones sutiles y no desde el trauma.



El progreso y la identidad



El punto de partida es, desde luego, una casa amenazada. Una propiedad cuya construcción -una casa y un café- serán demolidos para construir, en su lugar, una de las modernas autopistas de la ciudad. Ela -la propia Verónica Oddó- y sus tres hijos (que en verdad no son hijos, sino niños sin familia de los que se ha hecho cargo) discuten la nueva situación, lo que da espacio para que cada uno vaya desentrañando su propia "casa" interior, reivindique su identidad, su historia y, de paso, la historia del país.



La autora del montaje segura que la capacidad de identificación que se genera con esta obra es sorprendente. "Yo me río diciendo que esta obra afecta la familia, la patria y la sociedad, que eran los emblemas de la ultraderecha. Algo de eso hay, es una cosa muy cotidiana, de la que cualquiera se podría sentir cerca."



De hecho, la mayoría de los espectadores se queda en silencio tras el telón, y responde, después de unos momentos, con un largo aplauso. "Hay gente que se ríe mucho, y otra, que ha vivido historias estrictas, no se ríe tanto -cuenta Oddó-. He tenido privadamente testimonios de personas muy conmovidas. Algunos van más de una vez. Cada uno de los personajes de la obra está peleando la vida, está tratando de aprender a volar. Son situaciones por las que pasa la obra, y en las que nadie se detiene para juzgar."



La historia cantada



"A mi ciudad" toma su nombre de la conocida canción de Luis Le-Bert, que musicalizara en los años setenta el grupo Santiago del Nuevo Extremo, una pieza musical emblemática que simboliza, además, el lapso de vida de la casa, puesto que uno de los personajes cantaba esa canción desde pequeño en el lugar. Ese guiño, es un gusto personal que se da Oddó, un pequeño homenaje, quizás , a la "revolución cantada", de la que habla. "Vengo de una familia musical, y para mí, la revolución consistía en cantar, por decirlo en joda. Esta canción la conocí en el exilio, y me llegó al alma."


Publicidad

Tendencias