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Primera película saudí hace historia en festival de Cannes

¿Se puede hacer películas en un país donde no hay salas de cine? Más aun, ¿cuando la representación de la figura humana está esencialmente prohibida? No es de extrañarse que el primer largometraje llegado desde el reino de Arabia Saudita apenas se estrenara el 24 de mayo, en el mercado del cine que funciona paralelamente al festival de Cannes.


Curiosamente, la también muy islámica Republica de Irán no ha tenido las mismas inhibiciones, y el cine iraní se ha establecido desde hace más de una década como una fuerte presencia artística mundial. En Irán sí hay salas de cine (aunque no las suficientes, como lo comentó al corresponsal el distribuidor de ese país, Chahin Basil).



La cinta saudita se llama Keif Alhal (lo que en árabe quiere decir "¿qué tal?"), y fue financiada por nada menos que un príncipe de la familia real (Salid Bin Talal). El tema es Saudita. El resto, por razones obvias, tuvo que hacerse afuera. El guionista (Bilal Fado) es libanés y vive en Los Ángeles. El director (Izidore Musallam) es palestino y vive en Canadá. Salvo por una actriz Saudita (Hind Muhammad), el resto del elenco proviene de otros países árabes y el rodaje se hizo principalmente en Dubai.



La historia es la de Sahar, una hija de familia acomodada (y en los países petroleros, las familias acomodadas son muy acomodadas), recién graduada, que quiere ser periodista y tener carrera antes de casarse, como es la costumbre. Su familia está presionada por parientes y amigos con varios candidatos al matrimonio, que van desde un profesor de la escuela islámica (amigo del hermano de Sahar, un fanático religioso), hasta un socio de su padre que ya tiene dos esposas, y busca avanzar hasta el máximo permitido de cuatro.



Es una situación que no es privativa de Arabia Saudita, pero la cinta no tiene pelos en la lengua en mostrar el fanatismo y algunas pequeñeces de falsa moralidad como aspectos negativos. Los malls son el único lugar en donde los sexos pueden mirarse en forma furtiva y a veces intercambiar una nota, aunque la mensajera de celular y el Internet han permitido una discreta libertad hasta cierto punto. Hay un primo de Sahar que quiere montar un teatro, y también postula a su corazón. No todo es negativo. Las relaciones y lazos familiares son más fuertes e importantes que en las sociedades occidentales (o occidentalizadas). Al mismo tiempo, se retrata bien una sociedad que muchos latinos confunden como machista, pero que de hecho es muy matriarcal, con las madres tomando las decisiones importantes que tienen que ver con la casa y los hijos. El estilo y la actuación de Keif Al Hal son más parecidas a las teleseries producidas en la región que a los clásicos del cine egipcio (decano del cine árabe, donde los primeros estudios ya tienen 70 anos de antigüedad).



Con algunas fallas, como la sobreactuación de algunos miembros del elenco (estilo común en la televisión árabe), y un abuelo excéntrico producto de un casting mal hecho, la cinta es un excelente documento sobre la vida y las presiones en la Arabia Saudita hoy, y nada en el futuro le restará su lugar de pionera. Quizás un día, cuando se construyan cines en el país, hasta se pueda ver en las salas.

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