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Cuentacuentos Carlos Genovese lleva Valparaíso a España

»Valparaíso no existe» es uno de los espectáculos que el narrador oral muestra en las cercanías de Madrid. Historias sobre Playa Ancha, sirenas misteriosas, cementerios y las casas de Neruda se suceden en el Festival de Cuentacuentos, casi como leyendas fantasmas de un lugar en el fin del mundo que alguien dijo que existía.


El calor de la noche es todavía denso en las cercanías de Madrid. La gente, desabrigada y alegre, se concentra en el espacio abierto en el que el cuentacuentos Carlos Genovese presentará su serie de historias llamada "Valparaíso no existe". En silencio, y con una sonrisa asombrada, el público oye los extraños relatos sobre un misterioso puerto en el fin del mundo.



Un puerto en el que una mujer carga en una enorme maleta toda el agua del mar, y va regalando a quien quiere; un cementerio en Playa Ancha, cargado de sorprendentes e irónicos epitafios; un pescador que cuando sale a alta mar puede volar; una insólita receta para tener el mar en casa; un desconocido manuscrito de Neruda titulado "Instrucciones para hacer el amor con un mascarón de proa". Las historias se suceden y, como en los cuentos tribales, nadie sabe cuándo te lo dicho es cierto y cuánto es ficción.



Nada importa que se trate de un lugar muy lejano y específico: Carlos Genovese, que lleva 13 años de oficio, cree en eso de "cuenta tu aldea y mostrarás el mundo" y ahora, en un festival internacional de narración oral que se celebra a 30 kilómetros de la capital española, él desnuda su puerto como quién devela un misterio salado y lleno de magia. "Yo cuento Valparaíso, lo voy describiendo, transporto a la gente que no lo conoce y vive allá, y la voy metiendo por los laberintos de la ciudad, donde se encuentran con personajes, con situaciones que si bien son locales, también tienen un carácter universal. Algunos son locos, mágicos, surrealistas", explica. Finalmente, la situación geográfica termina siendo un pretexto, un accidente, un punto de vista. Así como los cuentos del desierto que, en el mismo evento, narran los cuenteros marroquíes en idioma bereber.



La cuentería chilena



Y entre la multiplicidad de acentos y la pluralidad de estilos de contar, Genovese aprecia en perspectiva el estado de la ‘cuentería’ en Chile, y su brecha con otros países latinoamericanos y europeos. "Chile empezó más tarde que nadie en la cuentería -asegura-. El 93 partimos nosotros; muchos países ya llevaban diez años, por lo tanto falta mucho todavía. Hay pocos narradores, pensando en la cantidad de gente que hay en Santiago, por ejemplo."



Originalmente, el principal impulsor de la idea fue el cubano Francisco Garzón, quien bajo el patrocinio cultural de su gobierno, recorrió varios países de América Latina, impartiendo talleres de formación de narradores orales. El boom se produjo con los nuevos cuenteros formados por Garzón, en especial Colombia, Venezuela, México y España vieron nacer a cuentacuentos, que a su vez formaron nuevos narradores, y así sucesivamente comenzaron a pulular por todo el continente. En Chile, en un Festival Internacional de Teatro, fue un venezolano el que trajo la idea dando un taller de formación. Así surgió el Colectivo de Narración oral Los Cuentacuentos, la primera experiencia de este tipo, en la que Genovese estuvo también, y de la que surgirían todas las iniciativas posteriores.



De ese grupo original de cuentacuentos, hay al menos cuatro que continúan difundiendo la narración oral; además de Genovese, están José Luis Mellado -quien cada año organiza el Festival Internacional de Narración Oral, en Santiago-, el colombiano Wilfredo Rozas, dedicado actualmente al trabajo con los niños, y Patricia Mix.



En este sentido, Carlos Genovese asume que hay pocos cultores expertos, y que es un asunto de tiempo edificar un arte propio y con suficientes artistas que manejen el oficio. "Falta desarrollo, porque hay pocos narradores, debe haber unos seis o siete. Luego hay una cantidad similar de narradores amateurs. Falta presencia. Pero es un asunto de tiempo, hay que dejar que la actividad se desarrolle; de hecho, a algunos chilenos ya los invitan desde festivales extranjeros", asegura.



Al teléfono, desde Madrid, se disculpa. Se hace tarde y él debe guardar el mar de Valparaíso en la maleta para mostrárselo a los españoles.

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