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Escuelas de Rock: Cómo ser una banda autogestionada sin morir en el intento

La nueva versión de la instancia de formación para rockeros -cuya convocatoria ya está abierta- pretende poner el acento en dos áreas: la producción musical y la gestión de proyectos. Diez serán las bandas seleccionadas en la Región Metropolitana, en un proyecto con el que se iniciaron grupos como Cholomandinga y Sinergia.


De acuerdo con las estadísticas que maneja el Consejo de la Cultura y de las Artes, de toda la música que se transmite en radio y televisión en Chile, sólo el cinco por ciento corresponde a música nacional. De ese porcentaje, la gran mayoría corresponde a artistas y bandas del pop, lo que deja al resto de los géneros como el rock, el jazz, el folclor o la música clásica en una postura bastante marginal.



La gran paradoja es que, si bien existe gran cantidad de músicos produciendo constantemente, la industria, la difusión y la distribución parecen, la mayoría de las veces, muros insalvables. Iniciativas como Sello Azul -que selecciona una serie de artistas cada año, y graba y difunde sus discos- o el Fondo de Fomento de la Música, que entrega dineros concursables para proyectos musicales, han estimulado la creación y el posicionamiento de los artistas y las bandas.



Sin embargo, la formación musical sigue siendo, en la mayoría de los casos, una trayectoria autodidacta, a la que se agrega a menudo la ‘alfabetización’ en autogestión, creación de proyectos y postulaciones a fondart. Algo que puede resultar un tanto mareador si no se cuenta con una buena brújula. En ese sentido, las Escuelas de Rock -que acaban de abrir su convocatoria 2006 para la Región Metropolitana-, destinado a las bandas que cultivan ese género específico, son una verdadera terapia intensiva para los grupos interesados en proyectar su carrera.



Nos se trata de una fábrica de talentos en serie, por cierto. El proyecto, iniciado hace 12 años, se ha implementado a lo largo de todo el país, y esta vez es la primera que realizará una escuela ‘unificada’, de las 53 comunas de Santiago, a partir de fines de septiembre. Se trata de una serie de talleres intensivos, en los que lo central es el compromiso de los músicos y su constancia. Bandas como Cholomandinga, Sinergia y Los Bandoleros surgieron al alero de esta iniciativa, en un comienzo.



La producción como núcleo



Ricardo Saavedra, coordinador del proyecto, explica que la nueva versión de las Escuelas de Rock implicará una serie de cambios en el modo de trabajo. "La espina dorsal es el taller de producción musical. A diferencia de otros años, cuando le dábamos más importancia a los talleres de instrumentos: guitarra, bajo, batería, voz, o a los otros talleres que eran anexos, y destinábamos pocas horas a la producción musical. Ahora, esa área va a ser apoyada por los profesores de instrumento de las escuelas. Con eso pretendemos apoyar mucho más el producto artístico de las agrupaciones", explica.



Si bien no hay discriminaciones de género ni de edad, sí se implementó un ‘control de calidad’: las bandas que participen deben tener como mínimo un año de existencia. Eso, porque en más de una ocasión anterior se seleccionó a una banda nueva que se formaba expresamente para participar en las escuelas y luego se disolvían.



En este caso, se preseleccionarán 20 bandas que serán audicionadas en vivo, y de ellas, 10 serán elegidas para el trabajo. Las tres mejores, además, podrán grabar un tema en el disco compilatorio de las escuelas, lo que asegura -además de la participación en el ‘rockódromo’, durante los carnavales culturales de Valparaíso-, la promoción de su música en medios y sellos.



"Esto es una plataforma, un trampolín, pero el éxito va a depender del compromiso real con el trabajo que se tenga», dice Saavedra. "Sinergia", por ejemplo, se comprometió con mucho trabajo, aprendieron una cierta dinámica. Eso es lo que nosotros damos: una plataforma de trabajo que permite a las bandas ordenarse y coordinar la gestión de su propio quehacer musical. Todo lo demás depende del compromiso interno."



¿De qué modo se conjuga esta iniciativa con otras destinadas a fomentar la producción musical, como el Fondo de la música?
-Nosotros ayudamos también a los grupos a generar proyectos, a manejar elementos de gestión, entregamos un soporte para la realización y las postulaciones. Hay una asesoría. Hay una coordinación con otras instituciones, como Balmaceda 1215, o las Orquestas juveniles e infantiles.



Paralelamente a esta corriente de estímulos a la producción musical, está la poca disposición de los sellos para apostar por bandas nuevas, salvo algunos más pequeños, como Sello Azul, La Oreja o Alerce. Eso viene a ser una paradoja complicada.
-Mi opinión personal es que las políticas culturales implementadas, si bien han ayudado en la creación, son insuficientes. Hay que hacer varios mea culpa, porque hemos fallado en la difusión de la música nacional. Eso está en discusión, se han hecho muchas propuestas de cambios a la Ley de la Música o las políticas culturales, se ha discutido mucho y eso no ha fructificado en el tiempo. Hay que considerar que la institucionalidad cultural está partiendo, y no ha sido capaz de resolver algunos de los problemas que se arrastran desde hace muchos años. Si los músicos nos ponemos a esperar que cambie la ley para que se favorezca la música nacional, van a pasar otros 30 años más. Es un error esperar que los políticos o los Gobiernos hagan algo por la difusión de la música nacional si nosotros no empezamos a presionar.





Bases de la convocatoria en www.injuv.gov.cl o www.consejodelacultura.cl

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