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«No pretendía hacer una novela política, pero sus consecuencias lo son»

En entrevista con El Mostrador.cl, el escritor español se refiere al trabajo que lo hizo merecedor del Premio Alfaguara de Novela 2007. »Quiero que conozcan el problema de los saharaui, que se den cuenta de que es un polo olvidado injustamente. Es un pueblo generoso que vive con dignidad una tremenda tragedia», afirma el autor.


Dice que comenzó a escribir "como un juego" alrededor de los doce años e inspirado por la colección de literatura juvenil Los Cinco, de la autora inglesa Enid Blyton. A los dieciséis años dejó los textos para jóvenes y descubrió a escritores latinoamericanos como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y José Donoso. "Con la literatura latinoamericana yo entré a la literatura de adultos y, aunque luego he leído mucho, me considero deudor porque fueron importantes en esos años", cuenta.



A esa misma edad comenzó a escribir relatos cortos. "Lo que comenzó como un juego se transformó en el primer libro que publiqué, digamos que de una forma más comprometida. La literatura se había convertido en una forma de vida a la que luego se adaptaba todo. De ser un juego se convirtió en una cosa que no sabía bien por qué estaba ahí, pero que no era capaz de dejar", dice Leante.



Además de ser Licenciado en Filología, el español Luis Leante es profesor de Latín. Además de ensayos, poesía, artículos y cuentos, ha publicado las novelas Camino del jueves rojo (1983), Paisaje con río y Baracoa de fondo (1997), Al final del trayecto (1997), La Edad de Plata (1998), El canto del zaigú (2000) y El vuelo de las termitas (2003, 2005).



Su última novela, Mira si yo te querré, lo hizo merecedor del Premio Alfaguara de Novela 2007, siendo seleccionado de entre más de 500 obras por un jurado integrado, entre otros, por el mismo Vargas Llosa. Para Leante, "la posibilidad de publicar en una editorial importante te da más confianza y seguridad. Lo complicado de escribir no es tanto el proceso en sí, sino lo que viene después".



Mira si yo te querré cuenta una historia de amor en que sus protagonistas, Montse y Santiago, se han visto separados por los años, las clases sociales y cuya distancia ella intenta revertir, viajando al Sahara en su búsqueda. Es en el desierto donde se encuentra con los saharuis y sus campos de refugiados.



Sobre la historia de amor, aparentemente convencional, Luis Leante dice que "lo que la hace distinta es la permanencia en el tiempo. Es decir, que sea un amor que se trata de rescatar casi 30 años después, un amor frustrado desde el principio, condenado al fracaso. Pero que haya una insistencia de seguirlo. Los sentimientos son los mismos, sean donde sean. En ese sentido hay poca originalidad".



Portavoz de los saharaui



Y agrega que le gustaría que el lector "sienta algo parecido a lo que sentí yo al viajar al desierto, al estar ahí, al conocer a los saharaui. Que conozcan el problema de los saharaui, que se den cuenta de que es un polo olvidado injustamente. Es un pueblo generoso que vive con dignidad una tremenda tragedia, mientras nosotros cerramos los ojos".



-¿Cómo nació la historia de Mira si yo te querré?
-La novela surgió a partir de una historia que tenía pendiente en la cabeza, que me daba vueltas. Una historia de un hombre y una mujer jóvenes que pertenecían a distintas clases sociales. En un viaje que hice al Sahara el año 2001 encontré el escenario ideal para situar esta historia. No solamente para situar esta historia, sino para dar a conocer también un drama que ocurre ahí, que son los refugiados saharauis que llevan 32 años allá abandonados. Es una parte de la historia de España que es importante, pero que es bastante desconocida, porque en España no se sabe mucho sobre este tema.



-¿Cómo llegaste al Sahara?
-Yo soy profesor de latín en un instituto y fuimos con varios profesores y 35 alumnos, a los que pretendíamos darles a conocer aquel lugar y las relaciones que había entre los españoles y los saharauis. Reivindicarlas, porque ellos fueron una provincia española hasta el año 1955. Era un viaje didáctico, queríamos que conocieran otra cultura, que entraran en contacto con niños que pertenecen a una cultura muy distinta. Luego hice otro viaje al año siguiente, esta vez buscando cosas para la novela.



-¿Cómo fue el proceso de escritura de esta novela?
-Entre el primer y el segundo viaje al Sahara me dediqué a la documentación, porque yo no sabía lo suficiente, no sólo de la historia, sino sobre la cultura del pueblo saharaui. Después le dediqué mucho tiempo a la estructura de la novela, que es lo que para mí tiene más originalidad. Porque al final, las historias están contadas en otros sitios: historias de amor, de aventuras, incluso parte histórica. Al año siguiente de la documentación del segundo viaje, estuve unos meses encerrado con la estructura y ahí tuve más o menos clara cuál iba a ser la estructura de la novela, después de un año aproximadamente.



-¿Por qué decidiste incorporar en el relato distintas voces y visiones?
-Ése es mi estilo en todo lo que he escrito hasta ahora. Yo creo que la forma de aportar cosas nuevas en la literatura no está tanto en los temas, sino en la forma de contarlo, en la estructura. Es una forma que a mí me gusta en los libros que leo y que trato de transmitir. Hay un juego, en el sentido positivo de la palabra, de complicidad con el lector, para que se deje llevar por caminos que al principio no tienen mucho sentido y llegar a tener incluso la sensación de estar perdido, pero siempre confiando en que la historia se va a ir cerrando. Es una manera diferente de contar las historias, pero que se repite a lo largo de todo lo que he escrito.



-¿Cómo te inspiraste para crear los personajes?
-Los personajes Montse y Santiago son la suma de muchas personas, de mujeres y hombres con características similares. Son resultado de la observación de pequeños detalles de personas que yo vengo viendo hace mucho tiempo. La parte de los saharauis es totalmente fiel a personajes con historias conocidas. Ahí hay muy poca ficción, todo lo que se relata son hechos reales, incluso los nombres de los personajes y sus descripciones responden a personas reales que yo conocí allí. Entonces hay una mezcla de las dos cosas.



– En la novela hay una importante descripción del entorno geográfico, del Sahara. ¿Qué simboliza el desierto en esta historia?
-En la novela, el desierto es un espacio físico pero también es una metáfora. A mí me deslumbraron los paisajes del desierto, desde el momento en que puse un pie en la base aérea militar. En realidad es un símbolo, una metáfora, porque el desierto simboliza una parte negativa pero que para el personaje de Montse es una evolución positiva. Ella va cambiando, desde la Barcelona cosmopolita donde vive muy atormentada, hasta el desierto, que es una parte para vivir mucho más angustiosa, pero ella se va sintiendo una persona más libre. Están los espacios físicos que yo conocí, pero también esa metáfora de la evolución, de la llegada al desierto como un descubrimiento.



-¿Definirías esta novela como una novela política?
-No. Yo no pretendía hacer una novela política, pero sé que las consecuencias son políticas. Es consecuencia de una mala política que se hizo en el año ’75. Yo creo que tiene un trasfondo político, pero no hay una toma de posición por mi parte. No trato de denunciar, sino de contar para que cada uno tome sus propias decisiones, para que elija cuál es su postura.



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