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Carlos Franz: «Nuestro país oscila entre la hipocresía y la grosería»

El literato revela detalles de su nueva novela, »Almuerzo de vampiros», que resume algunos cambios históricos de Chile. Cuestiona los efectos culturales del modelo neoliberal, como el »entretenimiento evasivo», y plantea que la juventud local »no sólo es inmadura, sino falsamente viva, porque no le ha tocado morir».


Cuando asumió hace un año la agregaduría cultural en Madrid, tenía "plena conciencia y lucidez" de la falta de recursos, por lo que contaba con dos claras opciones: "Cruzarnos de brazos y no hacer nada, o improvisar creativamente como lo ha hecho Chile en tantos terrenos, arremangarse y sacar adelante la cosa".



Y eso fue lo que hizo Carlos Franz, autor de títulos con importantes premios como el de Novela 2005 La Nación-Sudamericana por "El desierto", todo un drama entre una jueza, su hija y el torturador. "Lo creó (Jorge Luis) Borges hace 50 años o más, y para mí es de gran orgullo porque me formé como escritor leyendo a argentinos, yendo a la Feria de Buenos AiresÂ… ese mundo que, estando al lado nuestro, pareciera en lo literario que está a años luz nuestro. El premio fue como meter un gol en la Bombonera".



Goles que también ha marcado en otra cancha, la de gestión cultural en España. Tres tantos: el próximo Congreso de la Lengua Española se realizará el 2010 en Chile (Bicentenario); se creó la cátedra Chile en la Universidad de Salamanca, a la que se "invita a intelectuales, se beca a alumnos, buscando cooperación cultural"; y se instaló en la Casa de América, en Madrid, un ciclo de conferencias titulado "Chile Piensa", con la idea de "no sólo mostrar que sabemos hacer vino y kiwi, sino también producir ideas". Ya han asistido el ex Presidente Ricardo Lagos, el científico Server Martínez y Martín Hopenhayn, con su charla sobre el destape ante la modernidad.



Cambios vampirescos



En medio de esos ajetreos, Carlos Franz (1959) se da tiempo para promocionar su nueva creación, "Almuerzo de vampiros", que -como confiesa- la escribió cuando se bloqueaba con "El desierto", lo que era un giro completo. "Mientras El desierto es una tragedia, aquí me instalo en una farsa, un humor totalmente distinto, un registro que no había probado. La tragedia tiene un aspecto cómico, pasado los años muchas cosas que nos parecieron graves, de pronto, se vuelven ridículas".



La historia recoge los cambios vividos en el país desde el proyecto revolucionario en la Unidad Popular pasando por una dictadura militar hasta llegar a la globalización de Chile, incorporando el modelo neoliberal. Esas transformaciones las llevó a su personaje central: un maestro del lenguaje "del humanismo latinista, nivel cultural extraordinario y de una ingenuidad viva, que cree en las grandes causas y utopías de la cultura, pero en una reencarnación, a la vuelta de los años, es un maestrito con un habla coprolálica, donde la caca es lo mas importante".



Y añade el autor: "En el profesor, el humor es irónico, sofisticado, delicado; en el maestrito, es brutal y genital, hecho de constantes alusiones al pico, es vulgar concreto. La idea era no usar el eufemismo, no caer en esa cosa tan nuestra. Chile oscila entre la hipocresía y la grosería, en las relaciones formales todo correcto, pero apenas estamos con los amigos aparece la grosería más directa, ese maestrito sin dejar de ser noble".



Ese escenario histórico-político lleva a algunos a cambiar de bando: de partidarios de la UP a prósperos empresarios, por ejemploÂ…
-Y también tantos que participaron en dictadura y hoy son demócratas fervorosos. Todos estos cambios no sólo existen, son legítimos. Se llama adaptación de sobrevivencia, aprender de la experiencia, adaptación que tiene sus precios, uno es la pérdida del alma ya que, como se dice en la novela, el alma se forma en la primera juventud. De estos cambios violentos, llego al tema de los vampiros que en algunos produce evoluciones saludables y en otros, vampirismo, donde sólo el cuerpo está vivo y hueco por dentro. Hay un vaciamiento de los ideales.



Aquí inserta el tema de la "gran talla de Chile", ¿qué quiso plantear?
-Es un juego de palabras. Decimos cosas que ni nos damos cuenta de su significado, desde afuera se hace más evidente. Alguien dice ‘éste se cree la muerte’ para plantear que es exitoso. ¡Qué cosa más dura decir que la muerte para los chilenos es signo de poderoso! No se dice en ninguna parte, es bien tétrico.



Y añade: "Viviendo fuera ochos años (Berlín, Londres y Madrid), un chileno me contaba una talla, es decir, en la lengua hispana, una medida, como si para nosotros el tamaño o la exactitud, fuera una cuestión de broma. Echamos a la broma la cosa más seria, tal vez porque hemos tenido tanto fracaso en la realidad que preferimos hacernos ilusiones con el verdadero tamaño que nos corresponde: nos vemos chicos y otras veces, los más grandes de América".



Morir para vivir



Carlos Franz añade que hay una pérdida de la "palabra empeñada" al relativizar cada compromiso. "Cuando digo ‘voy a la fiesta’, en realidad quisimos decir ‘tal vez vaya, si tengo tiempo’. No hay correspondencia y coherencia entre palabra y significado".



En la casa de Charles Bukowski había una frase que decía que "cuando me gano la vida, también la voy perdiendo". ¿Hay algo de eso en la novela?
-Otro momento central es cuando el joven narrador se da cuenta de que el profesor y el maestrito le han dicho lo mismo de distintas maneras: tienes que morir un poco para madurar, morir la sensibilidad para tener experiencia, son los golpes. La juventud del país no sólo es inmadura, sino falsamente viva, porque no le ha tocado morir, no ha experimentado la vida. Hay que perder para valorar lo que tienes.



En ese sentido, el autor de los ensayos "La muralla enterrada" cuestiona los efectos del modelo neoliberal: "Tengo crítica a las consecuencias culturales, al empobrecimiento evidente, ese humor chabacano que se deleita con lo asqueroso. Se produce más cultura que antes, pero de delgado espesor, es sólo entretenimiento evasivo, consecuencia indeseable del progreso económico. Chile es un país que se hace más rico en bienes materiales y pobre en espirituales".



Luego de esta novela "vampiresca", Franz lanzará un libro de ocho relatos titulado "La prisionera", cuyo cuento homónimo ganó por unanimidad el Premio del Consejo Nacional del Libro y Lectura 2005 y que "permanece inexplicablemente inédito hasta hoy". Al respecto, acota: "Vuelvo al espacio de la ciudad imaginaria que creé en El desierto, la Pampa Hundida, no es nada político, son cuentos sicológicos, de amores, como la vida privada de esos personajes".



Y anuncia que se presentará la quinta edición de "El lugar donde estuvo el Paraíso" (finalista Premio Internacional de Novela Planeta Argentina 1996 y adaptada al cine), cuando se cumple una década de su primer tiraje al mercado. "Quiere decir que si reedita, se ha transformado en un libro de fondo, long seller, no best seller. Es una rareza considerando cómo está el mercado editorial".

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