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Valparaíso se instala en el Bellas Artes con la «otra» bienal porteña

La historia no contada del Museo Baburizza y su muestra de 1973, cuya propuesta original sólo se exhibió durante los cinco días previos al golpe, la legitimación de la creación artística y su relación con lo local plantea la exposición que la curadora Paulina Varas proyectó en representación de esta ciudad.


Tres curadoras de tres ciudades distintas presentarán muestras paralelas y simultáneas en el Museo Nacional de Bellas Artes. Se trata de la VI Bienal de Arte, que este año ha convocado a una triada de proyectos que indagan en el vínculo de la creación con los espacios urbanos y los sistemas de producción cultural a partir de localidades específicas.



Es así como Santiago, Valparaíso y Concepción se reúnen en un mismo recinto para exponer y dialogar las principales problemáticas que existen en la relación arte-ciudad o también en la asociación entre producción y circuitos de difusión. Natalia Arcos, Simonetta Rossi y Paulina Varas son las encargadas de los proyectos y la selección de los artistas.



Rossi y Arcos buscan reflexionar sobre los cambios trascendentales que en las capitales penquista y metropolitana, respectivamente, han alterado el cotidiano de ambas ciudades. En el caso de los primeros, el análisis pasa por diversas problemáticas, relacionadas con el paisaje productivo, el desarrollo económico, los recursos naturales y la mano de obra.



Junto a su selección de artistas santiaguinos, Arcos introduce al museo fracciones conflictivas de la ciudad, como las manifestaciones de estudiantes secundarios, el nuevo sistema de transporte colectivo y la presencia de inmigrantes. Pero fue la curadora Paulina Varas quien desempolvó un tema desconocido e ignorado en la historia del arte chileno.

"Cuaderno del descamizado", Manuel Sanfuentes




El 6 de septiembre de 1973, se inauguró la Bienal Internacional de Valparaíso (1973- 1994) en el tradicional Museo Baburizza, ubicado en el Cerro Alegre. Pero solamente duró abierta cinco días, porque fue clausurada y posteriormente reinaugurada el 15 de octubre de ese año con un nuevo "equipo" a su alrededor.



"Ese lugar, ese emplazamiento del Museo Baburizza, forma parte del proyecto porque se aprecia como un lugar simbólico, imaginario. Puesto que ahí mismo es donde se hacía la bienal, ahí se inauguraba", dice Varas sobre el lugar, actualmente inaccesible por trabajos de recuperación que se han alargado por casi una década.



"El mismo 6 de septiembre se inauguró ahí. Desde el museo se puede ver el puerto y, obviamente, ése día iban llegando una serie de buques nuevos, se iba llenando el puerto de buques de la armada norteamericana", explica Varas sobre su proyecto "Vienal. Aproximaciones a una poética- política", el que se podrá apreciar en el primer piso del Bellas Artes en Santiago y también en la galería H10 del puerto.



V de bienal



A raíz de este hecho puntual, la Bienal Internacional de Valparaíso de ese año no aparece en los libros ni en la historia del arte chileno, "excepto en uno", asegura Varas, porque "no está legitimada dentro de las producciones regionales ni chilenas".



Agrega que, al momento de su inauguración, la bienal presentaba un discurso y también una organización muy oficiales "y lo que ahora se reconoce dentro del período de mediados de los ’70 y los 80′ tiene que ver con las prácticas más experimentales, la escena de avanzada, que en un principio iba en contra del discurso oficial".



De ahí su interés por problematizar en torno a la noción de anomalía en la producción y la historia del arte local, así como también en las prácticas artísticas chilenas. "Anomalías en el sentido de que son prácticas no reconocidas, son externas a lo que está legitimado", detalla la curadora.



Con estos fines, Varas convocó a cinco artistas "por cercanías y complicidades" y formó un equipo de trabajo que se reunió casi semanalmente en Valparaíso para elaborar la muestra. Ricardo Bagnara, Anamaria Briede, Peter Kroeger, Javiera Ovalle y Manuel Sanfuentes elaboraron dos proyectos paralelos y estrechamente vinculados, que se exhibirán en el Museo de Bellas Artes y en la galería H10 (Plaza Aníbal Pinto 1168, Valparaíso).

"Onironauta", Anamaria Briede




Según Varas, lo que la motivó a seleccionar a estos artistas fue "el reconocimiento de su trabajo, que no había sido mostrado suficientemente en espacios de circulación de arte, por lo tanto me importaba su condición de invisibilidad y ocultamiento en los circuitos tradicionales e incluso alternativos".



Así, los cinco convocados trabajaron en obras que abarcan desde la estructura y arquitectura del Museo Baburizza, una video instalación cuya sonoridad indaga en la recuperación de un lugar cuya memoria no está suficientemente levantada, el mirador aledaño al edificio y su horizonte, y elementos rescatados y reinterpretados desde su interior.



Para la responsable, este ejercicio es relevante puesto que "pone en duda si la bienal realmente legitima el trabajo de un artista, a partir del caso de la Bienal de Valparaíso". Varas reconoce no creer en la institucionalidad de las bienales "porque ese tipo de eventos ya están agotados".



De ahí la importancia de problematizar la idea de bienal, puesto que según argumenta hasta las más importantes -como la de Venecia y Sao Paulo- "se han replanteado en sí mismas el contexto mismo del arte y su circulación, siendo que hay también otras formas o circuitos de circulación y legitimación del arte que ya no pasan por la bienal como sí fue en otros épocas como los 50′ o los 60’".

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