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Muere Chinguiz Aitmatov, el gran novelista kirguís de la era soviética

Uno de los primeros en lamentar su muerte fue el ex presidente soviético Mijail Gorbachov, de quien Aitmatov fue consejero, y quien -en declaraciones a la agencia Interfax- lo describió como un «gran amigo» y «un representante de todo el mundo ruso parlante».


El escritor kirguís Chinguiz Aitmátov, uno de los autores de la extinta Unión Soviética más reconocidos internacionalmente, deja a Rusia y a su país un gran legado de novelas que han traspasado fronteras pues fueron traducidas a más de 170 idiomas.



Sus historias -escritas en lengua rusa y kirguís- fueron llevadas al cine y han sido editadas en más de 40 millones de copias.



Aitmatov era la «voz literaria» más conocida de esa antigua república soviética y también fue -hasta marzo- su embajador ante Francia, Benelux, la OTAN y la UNESCO.



Pero las voces también llegan a ser acalladas y Aitmatov murió hoy en una clínica de la ciudad de Nuremberg (sur de Alemania).



El escritor, de 79 años y que estaba en coma inducido, falleció por una inflamación pulmonar, aunque estaba ingresado desde mediados de mayo tras sufrir un colapso generado por un fallo renal.



Uno de los primeros en lamentar su muerte fue el ex presidente soviético Mijail Gorbachov, de quien Aitmatov fue consejero, y quien -en declaraciones a la agencia Interfax- lo describió como un «gran amigo» y «un representante de todo el mundo ruso parlante».



El fallecido escritor nació en la localidad de Seker, en Kirguizistán, el 12 de diciembre de 1928 y este año, en que debía cumplir 80 cumpleaños, fue declarado por el presidente kirguís, Kurmanbek Bakíev, el Año de Aitmátov en reconocimiento a sus méritos.



Su vida estuvo ligada a la política desde muy temprana edad. A los catorce años era secretario del Soviet local, cargo que compaginaba con faenas del campo y estudios de Veterinaria.



Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como recaudador de impuestos y como contador de una brigada de tractoristas, pero pronto empezó a escribir en la revista «Kirguizistán Literario».



Yamiliá



Rápidamente, Aitmatov alcanzó el éxito con su reconocida novela «Yamiliá» (1958) -que el poeta francés Louis Aragon consideraba la «mejor novela de amor»- y escribió «El primer maestro», que fue llevada a la pantalla por el director de cine ruso Andréi Mijalkov-Konchalovski.



También ejerció el periodismo en el emblemático rotativo soviético «Pravda» y en 1962 recibió el Premio Lenin de Literatura y Arte por su novela y libro de cuentos «Tú, mi álamo con pañuelo rojo en la cabeza».



Las tradiciones populares fueron tratados en obras suyas como «El barco blanco», «El cadalso», «Cara a cara», «Tierra madre» y «Mi pequeño álamo».



En 1966, Aitmatov fue elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS y en 1968 obtuvo el Premio del Estado Soviético, aunque al año siguiente mostró su compromiso público a favor del escritor disidente Alexander Solzhenitsin.



En 1974, ingresó en la Academia de las Ciencias de Kirguizia -República que le otorgó su premio del Estado en 1976-, y en 1980, publicó un libro que sería galardonado con el Premio de Estado Soviético en 1983: «Un día más largo que una vida» en el que expuso su opinión sobre la invasión soviética de Afganistán.



También llegó a ser miembro de la Academia Mundial de Ciencias y Artes y ganó el Premio Estatal de Literatura de Austria en 1993.



Embajador



Siguió siempre alternando la actividad literaria con la política: fue embajador de Rusia en Luxemburgo, miembro de la dirección de la Unión de Escritores Soviéticos y presidente de la Unión de Escritores de la república centroasiática de Kirguizia, así como director de la revista «Literatura Extranjera».



En 1990 fue elegido parlamentario del Congreso de los Diputados Populares del Soviet Supremo y designado por Gorbachov miembro del Consejo Presidencial, órgano creado paralelamente a la instauración del sistema presidencialista soviético.



Desde este cargo, Aitmatov criticó la entrega de armas a países con sistemas autoritarios «como Cuba, Angola, Vietnám y Afganistán».



Tras la desaparición de la Unión Soviética siguió su labor diplomática al servicio de Kirguizistán.



Cuando, el 16 de mayo pasado, sufrió el colapso renal, Aitmátov estaba embarcado en el rodaje de una película sobre sus raíces en la región rusa del Volga.



EFE

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