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La cultura y la memoria Opinión

La cultura y la memoria

Fernando Gaspar
Por : Fernando Gaspar Director de Creación Artística de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile
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Fernando Gaspar. Director Programa de Políticas Culturales. Fundación Chile 21


Pocos días faltan para que inicie la rememoración de lo ocurrido en torno al golpe de Estado de 1973. El 40 aniversario le da mayor espectacularidad  y resonancia a los esfuerzos desde diferentes ámbitos del mundo artístico y cultural, por recordar la sistemática violación a los derechos humanos ocurridos durante la dictadura. ¿Qué visiones y reflexiones sobre el pasado se hacen hoy los artistas nacionales? ¿Cómo enfrentar hoy su “compromiso” social, en contraste a las posturas cuarenta años atrás?

Sin duda que la sociedad ha cambiado y las preocupaciones de los artistas se han diversificado. Para gran parte de los creadores de fines de los 60, tomar partido por la candidatura de Salvador Allende y después por el gobierno de la Unidad Popular, resultaba lógico y expresaba la continuidad de luchas por igualdad, justicia y reivindicaciones particulares (obreros, mineros, campesinos). Hoy los artistas no comulgan con el compromiso social, el cual fue rápidamente víctima de la propaganda conservadora como un “arte manipulado”, así como los propios desaciertos de no pocos creadores quienes cayeron en el arte panfletario y de culto enceguecido a líderes o consignas.

Existe un espacio amplio de la creación que no significa la alienación con partidos o candidatos. Una multiplicidad de discursos, lenguajes y expresiones que otorgan un lugar a la memoria histórica, a la reivindicación de los derechos humanos, al cuestionamiento a las taras de nuestra sociedad. Esto no significa pleitesía ni alienación, tampoco limitar las críticas para interpelar nuestro pasado. En muchos casos, las obras buscan resignificar interpretaciones de la sociedad planteadas hace tiempo y también proponen originales lecturas de nuestra historia a las nuevas generaciones, herederas del modelo y régimen impuesto por la dictadura. También persisten en sus reivindicaciones aquellos que experimentaron en carne propia el golpe militar.

No es un camino fácil ni seguro el de la reivindicación de la memoria. Conlleva una reflexión sobre actores y protagonistas, hierros y aciertos de posturas antagónicas. Implica una interpretación ante acontecimientos, conductas e intenciones. Un cuestionamiento al pasado, su herencia, un trabajo de recuperación de valores y de ideas.

Desde la cultura y el arte se pueden expresar libre y desbocadamente las ideas y sentimientos que se experimentan al rememorar el daño, el dolor de la memoria. El arte abre espacios para apelar a la sensibilidad del recuerdo, la re-experimentación y vivencia de las violaciones a los derechos humanos; la permanencia en estado de excepción y el crecimiento generacional en una sociedad anómala, censurada y basada en la distorsión de la realidad por el gobierno impuesto, así como los medios afines para moldear el discurso oficial.

Es el contexto idóneo para que se expresa la memoria responsable y crítica, la reflexión arriesgada o incómoda sobre el pasado, la pregunta por el sentido del arte y la cultura frente a la maldad y la pérdida de valores universales. Los tiempos que corren plantean nuevas preguntas a los artistas, desafíos y ejemplos de caminos andados por aquellos que apelaron a la memoria. La creación artística y diferentes expresiones culturales tienen hoy el desafío de recuperar la memoria superando el arte panfletario, reductor y simplista, así como aquel que hace del negacionismo su estética y su postura ideológica.

El arte es un territorio ideal para que la memoria no sea sólo un amasijo de consignas y denuncias, sino también una oportunidad para resignificar sensibilidades, apelando a nuevos discursos y expresiones, interrogándose por los circuitos de difusión actuales, otorgándole nuevas dimensiones al trabajo artístico en su vinculación con la memoria del golpe de Estado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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