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Cuando el mundo poblacional, transexual e inmigrante se toma la pantalla grande Ayer fue el estreno mundial de “Naomi Campbel” en el festival de cine de Valdivia

Cuando el mundo poblacional, transexual e inmigrante se toma la pantalla grande

Un transexual de la población La Victoria y una inmigrante colombiana son los protagonistas que indagan en los sectores inexplorados de la sociedad chilena.


“Estoy curá. Hoy es 2 de marzo de 2012. Y vai cachando lo que es la población”. Así, con imágenes caseras de una plaza de noche de los suburbios de Santiago, comienza “Naomi Campbel”, la cinta de los directores Nicolás Videla y Camila Donoso, que cuenta la historia de una transexual de la población La Victoria que trabaja como tarotista en un call center.

Ella, Yermén (la transexual Paula Dinamarca), decide probar suerte en un reality de cirugías plásticas para poder cambiarse de sexo. Allí conocerá a una inmigrante colombiana de color que está obsesionada con parecerse a la modelo británica Naomi Campbell. La cinta, una película de ficción que se vale de personas reales y actores no profesionales para contar su historia, vivió ayer su estreno mundial en el Festival de Cine de Valdivia, donde participa en la competencia internacional.

“La temática principal de la película es la búsqueda de la identidad personal, así como la marginalidad”, dice Nicolás. “Lo que une a los dos personajes es la disconformidad con sus propios cuerpos. Por otro lado son excluidas de la sociedad y marginales, y buscan escapar de esto, a través de un cambio físico”.

“De ahí que el reality pasa a ser como una máquina de mutación del cuerpo”, agrega Camila. “Si estas mujeres llegan a cambiar su cuerpo y pueden ser aceptadas socialmente con un cuerpo coherente, podrían salir de la precariedad, tendrían una posibilidad dentro de esta sociedad que las excluye”.

Se trata de un filme oscuro, que transita con enorme naturalidad y sin compadecer por lugares y personajes poco frecuentados por nuestro cine, como son los barrios pobres de Santiago, sus consultorios, sus plazas y sus ferias, así como sus abuelos, sus transexuales y sus inmigrantes latinoamericanos.

Gran parte de la atmósfera de la película recuerda un poco al pintor norteamericano Edward Hopper, que retrató la soledad del sueño americano (el sueño chileno, en este caso), aunque en la cinta no hay “denuncia de la situación” explícita ni victimización de sus personajes, cuyos sueños son presentados por los creadores sin emitir juicio.

Su estética, en tanto, es muy cuidada, incluso las filmaciones caseras como las que dan inicio a la película. Los realizadores entregaron una cámara a la protagonista para que filmara material que sirviera para la construcción del personaje y el guión, “y el registro fue tan poderoso, tan poético, que cuando lo vimos con Nico consideramos que no podía quedar fuera”, dice Camila.

Filmar en La Victoria

En la cinta nada es al azar, ni la elección de las locaciones ni los personajes.

Nicolás cuenta que su acercamiento al tema “tiene que ver con el personaje principal”. Paula Dinamarca “es amiga mía, se hizo un retrato de su vida y su historia, y por ello se toma la decisión de acceder a los espacios donde transita”, señala.

“Nos quisimos situar en un lugar que era la periferia, tanto geográfica como por los personajes, porque queríamos hacer una unión de estos dos mundos, dos mundos marginales de mujeres que tenían cosas en común, pero también muchas diferencias”, añade Camila.

Por eso, la elección de La Victoria no fue gratuita. ¿Pero cómo fue filmar allí?

Toda una experiencia, según Nicolás.

“No es algo fácil, sin embargo la Paula vive por ahí y ella nos ayudó con eso. Se maneja perfectamente en el barrio. Igual nos pasaron cosas curiosas, por ejemplo, el Día del Joven Combatiente nos tocó grabar una escena de fiesta y nos tiraron unas molotov cerca, y todos estaban bailando simulando que estaban felices, pero llorando por los gases… fue divertido. También hubo instancias en que gente llegaba a echarnos porque pensaban que éramos sapos. Fue un privilegio tener el contacto de Paula y poder grabar sin mayores problemas en ese lugar”.

“Consideramos que es un lugar muy simbólico políticamente y de resistencia, es una marginalidad diferente a la de otras poblaciones, y queríamos ir a estos espacios porque pensamos que hay una suerte de falta de retratos de esos espacios”, añade Camila.

“El canon del cine chile actual es ABC1. Se sitúa en otros espacios con problemas existenciales, problemas mínimos, en cambio acá hay un contexto muy grande que es el que está en tensión, un contexto de precariedad y pocas oportunidades, que está en tensión con estos cuerpos que quieren cambiar, por eso de alguna forma nos situamos en estos espacios”, dice.

“No puedo hablar de algo que no conozco”, destaca. “Yo me muevo en esos lugares que están retratados en la película, ese es mi lugar, y ahí están los personajes y las temáticas que me interesan. Yo nací cerca de La Victoria, vivo en el centro donde están todos los inmigrantes colombianos. Hay un vínculo con los personajes que no es como un antropólogo que va a observar a alguien, sino que hay una conexión con el lugar y los personajes”.

Un aprendizaje

“La película fue todo un tránsito, todo un aprendizaje”, relata por su parte Paula, que sin mayor experiencia actoral interpretó a la protagonista de la cinta, además de colaborar con la creación misma del filme desde fines de 2011. “Para mí, no siendo actriz, actuar fue un sacarme de mi realidad” y colaborar “desde la improvisación, desde el guión”, acota.

Con la cinta, Dinamarca también apuesta por sacudirse de la caricatura que afecta a los transexuales, muchas veces calificados de marginales.

“Las personas transexuales podemos salir de esa marginalidad, de esa caricatura en que estamos todas metidas”, al resaltar que la protagonista trabaja en un call center y no en el comercio sexual, un oficio donde suelen encasillar al género.

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