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Patricio Bañados ajusta cuentas con la televisión chilena: «El grito, la vulgaridad y la avaricia cambiaron su misión inicial» Presentó su libro de memorias Confesiones de un locutor

Patricio Bañados ajusta cuentas con la televisión chilena: «El grito, la vulgaridad y la avaricia cambiaron su misión inicial»

El hombre que entraría en la historia con la campaña del “No”, pero que antes había rechazado conducir la Teletón por considerarla “un verdadero compendio de la televisión de la vulgaridad, el grito, la sensiblería, las soluciones fáciles y los egos desatados”, narra además en su libro cómo era la «televisión militarizada» y en tiempos de la Concertación, coalición a la que en sus primeros años «lo único que le importada era no alterar la paz en los salones cortesanos».


Tristeza, tal vez amargura. Eso siente el lector al terminar Confidencias de un locutor (Editorial Cuarto Propio), el valioso testimonio que ha escrito el legendario locutor Patricio Bañados (Santiago, 1935) sobre la radio y televisión de Chile, fieles reflejos de un país donde abundan la ignorancia y el compadrazgo, y que fue presentado anoche en el centro cultural Montecarmelo.

Porque el libro de Bañados no es una crónica “objetiva” (“objetivas son las estrellas”, solía decir el gran periodista Jorge Uribe) del medio y cuenta sin impudicias, aunque guardando por respeto el nombre de más de un involucrado, los provincianismos en especial de la televisión, que nació –no lo olvidemos- como una herramienta para “educar” antes de que “el grito, la vulgaridad y la avaricia” la cambiarán “junto con todo vestigio de su misión inicial”, según escribe.

bañados3Sorprende la humildad del autor, que podría jactarse –no lo hace– de haber entrevistado a Pelé, Muhammed Ali o The Beatles, de haber trabajado en la BBC de Londres, como asimismo en Estados Unidos y Holanda. Menos sorpresivas resultan las historias sobre la “caja boba” local, víctima, como muchos, primero de la dictadura y luego de la transición.

El libro además aclara su participación en la televisión bajo los militares y su despido en aquella época de TVN, por intentar mantener algo de dignidad y profesionalismo, que debió pagar con largos años de ostracismo.

Un hombre que entraría en la historia con la campaña del “No”, pero que antes había rechazado conducir el festival de Viña o la Teletón, “un verdadero compendio de la televisión de la vulgaridad, el grito, la sensiblería, las soluciones fáciles y los egos desatados”, más allá de su obra social. Para que sepamos del tenor del libro que presentamos.

Primeros pasos

Pero vamos por partes. Bañados comienza su libro hablando de cómo la carrera del hijo de un ex senador de la República empezó en la radio (Chilena), una decisión cuestionada en su propio círculo social, a la edad de apenas… 18 años.

Primero compaginando con la carrera de Derecho, luego con dedicación exclusiva a un medio donde conocería muy pronto los avatares de una profesión donde abundan las jornadas sin días libres, atrasos en los pagos (debió incursionar paralelamente en la publicidad), los plagios y… las envidias personales y profesionales.

Porque Bañados, debido a su origen, debió lidiar desde el principio con prejuicios sociales. “Para muchos, el solo intuir en otro algún futuro, una cierta categoría, basta para detestarlo”. Un mundo donde abundaba “la pobreza de espíritu”.

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En 1959 (¡hace 55 años!), Bañados comenzaría su larga carrera en televisión (fue en UCV).  Luego pasaría al Canal 9 de la Universidad de Chile, donde realizó entrevistas, transmitió partidos de fútbol y fue parte de la primera televisación del Mensaje del 21 de mayo y de la Parada Militar, así como el Mundial de Fútbol.

Fue aquel año, en 1962, que llegó una invitación de Radio Nederland para postularse a un puesto como locutor y reportero en Holanda. Aunque muchos le dijeron que era una locura que se fuera siendo que ya era figura en la televisión chilena, igual lo hizo y tuvo éxito.

Allí, en Europa, Bañados pudo trabajar “por primera vez como siempre pensé que era posible hacerlo: en forma ordenada, sin prisa, haciendo cada cosa bien y no muchas mediocremente, sin que se tildara de poco colaborador al que hace respetar sus derechos laborales”. Viviría allí hasta 1965.

En Holanda además tendría la posibilidad de entrevistar a The Beatles y además conocería a su futura esposa. Y no sólo eso: En su primer viaje a Londres, visitó la BBC, conoció a sus ejecutivos y pronto obtuvo una oferta laboral, asentándose finalmente allí entre 1966 y 1967.

Bañados volvería a Chile ese último año, pero, por extraño que parezca, no encontró trabajo en ningún lugar. “Y es que al cabo de cinco años en el extranjero… no tenía compadres”. Una situación que se repetiría en el futuro.

Patricio Bañados en la franja del "NO"

Patricio Bañados en la franja del «NO»

Sí recibió, en cambio, una invitación de la Agencia Informativa de los Estados Unidos (USIA), donde pudo hacer el programa “Enfoque: Las Américas”. Era una serie de documentales “que buscaban promover la integración latinoamericana” y lo llevaron a países como Perú, Guatemala o Colombia, donde entrevistó a Jorge Luis Borges, Pelé o Cantinflas. “Fueron tres años formidables”, recuerda Bañados en su libro. “Mi familia vivía en Chile y yo iba mes por medio a Washington a grabar”. Así fue hasta 1970.

Bajo la UP

“A la Unidad Popular se la acuso mucho, y no sin razón, de sectarismo. Pero en mi caso la estricta verdad es que, viniendo de donde venía, no recuerdo mayores obstáculos”. Bañados recuerda así su ingreso a TVN, donde fue muy respetado por militantes de la UP como Augusto Olivares, Helvio Soto y José Miguel Varas, quienes –contra lo que podría haber sido– lo recibieron sin problemas  tras haber trabajado en un medio norteamericano.

“Es claro que en una sociedad normal tal actitud hacia un profesional capacitado no es digna de mencionar siquiera”, escribe Bañados. “Pero por desgracia Chile no ha sido –ni es, no nos engañemos– una sociedad normal en esos aspectos”.

Bañados se integraría a la recién creada Área Deportiva, entre otros con Pedro Carcuro, para cubrir no sólo fútbol, sino también boxeo, rugby o atletismo. Pero no se quedaría allí. En 1972, tras una oferta de la Sociedad Suiza de Radiodifusión y Televisión, el locutor y su familia se fueron de Chile. Allá, en Berna, se enteraría del golpe militar.

Un poco incrédulo sobre las historias que se contaban sobre la represión, volvería en 1974. “A la boca del lobo”, admite.

“En la televisión militarizada”

Sin saberlo, Bañados volvería a un país distinto. Se reintegró al área deportiva de TVN, gracias a que el equipo seguía intacto.  Una TVN comandada por un militar, claro, entre los que recuerda al coronel Héctor Orozco, que el primer día daría un discurso inolvidable.

“Este es el canal de mi general Pinochet. Todos tienen que grabarse muy bien eso en la cabeza porque es lo que debe inspirar nuestro trabajo. Esta no es la Televisión Nacional, ni la televisión del Estado, ni el canal de todos los chilenos. Éste es el canal de mi general Pinochet. Y mi tarea aquí es decirle a mi general Pinochet que éste, su canal, está como él quiere que esté”.

Entre otras cosas, los militares prohibieron las relaciones entre quienes no estuvieran casados, y promulgaron un reglamento según el cual los hombres debían concurrir con corbata, las mujeres con falda “y ambos con el pelo convenientemente cortado y ordenado”. Además todos los funcionarios debían llenar una ficha con su biografía.

Los problemas comenzaron cuando quisieron convencer a Bañados de conducir un noticiario de envergadura. El locutor, que a esa altura ya sabía cómo venía la mano, se negó. Su lugar fue ocupado por Julio López y luego Raúl Matas.

”El que siguió debe ser el periodo más vergonzoso del periodismo informativo chileno. El hombre ancla del principal noticiero convertido en vocero del gobierno. Tratando con mirada severa de ‘malos chilenos’ a quienes no se plegaran a los dictados del gobierno. También hubo un cursi esfuerzo de convertir a la esposa del dictador en una especie de reina madre de Chile”, escribe Bañados.

Aún así, le tocó participar en más de alguna transmisión noticiosa. El locutor recuerda que corregía hasta donde fuera posible los textos “informativos” donde debía dar cuenta de las acciones del gobierno, eliminando los adjetivos y elogios al dictador. También lo haría más adelante en Canal 11:

“No podía variar el contenido del noticiario, pero podía presentarlo de la forma más respetuosa posible. Si el texto decía ‘terrorista’, yo leía ‘persona a la que se acusa de terrorismo’”. Y al “presidente a la república” lo presentaba como “general” o “jefe de Estado”. Fue eso y su tendencia a reflexionar con independencia lo que, a la larga, determinaría su expulsión de la televisión bajo la dictadura, a comienzos de los 80.

La transición

Ya sabemos que Bañados fue clave en la campaña del “NO”, y que la campaña a su vez lo fue para el rechazo al dictador en las urnas en 1988.

Sin embargo, tal como muchos chilenos, el tenor la transición también fue una sorpresa para Bañados. En palabras del locutor:

“El lema ‘Gana la gente’ de la campaña de Aylwin había muerto simultáneamente con la contienda electoral. Una vez obtenida la ansiada –y mendigada– cuota de poder, la gente era ignorada por completo. Todo era transado en las alturas sin otra moral que la conveniencia mutua. Daba lo mismo haber sido torturador que torturado, asesino que asesinado. Lo único que importada era no alterar la paz en los salones cortesanos”, señala.

Programas como “El Mirador”, que ganó infinidad de premios, fueron más bien la excepción que la regla. Muchas otras propuestas –como un concurso de preguntas y respuestas para estudiantes o un programa para la tercera edad– serían rechazadas por no estar “entre las líneas generales de nuestra programación”.

Sería despedido bajo el mandato de Daniel Fernández, “típico militante de partido asombrosamente superdotado, que de experto en trenes urbanos pasó a experto en petróleo, de allí a experto en televisión, y de experto en televisión a experto en centrales hidroeléctricas”. Porque si bajo la dictadura TVN estuvo al mando de personas que no sabían nada de televisión, por desgracia en democracia dicho fenómeno se repetiría.

“Por desgracia, es evidente que nuestros dirigentes actuales no logran incorporar a su visión de país el que la televisión de hoy es, nos guste o no, una de las principales fuentes educativas de la población y podría ser un importante factor de desarrollo”, concluye Bañados en su epílogo. “Que es inútil discutir sobre si se debe tener televisión educativa o no, porque está educando siempre. Que un programa grosero enseña a ser grosero tanto como uno sobre arte enseña arte y cuando se celebra a un personaje vulgar se está haciendo de la vulgaridad un modelo a imitar”.

Ojalá los encargados tomen nota. Aunque, como Bañados, muchos dudamos que lo hagan.

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