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Jorge Franco presentó en Chile “El mundo de afuera”, Premio Alfaguara de Novela 2014 Como parte de su gira sudamericana

Jorge Franco presentó en Chile “El mundo de afuera”, Premio Alfaguara de Novela 2014

El escritor colombiano estuvo dos días en nuestro país y participó de la Cátedra Abierta Roberto Bolaño de la UDP. La novela da vida a un cuento de hadas con tintes tenebrosos que acaba convirtiéndose en la historia desquiciada de un secuestro. “Quise contar una historia desde la nostalgia sobre una Medellín que ya no existe más, que fue la Medellín de mi infancia”, explica.


Dos días estuvo en Chile el XVII Premio Alfaguara de Novela, el colombiano Jorge Franco. Fueron suficientes para presentar su libro “El mundo de afuera” y participar ayer de la Cátedra Abierta Roberto Bolaño de la Universidad Diego Portales (UDP).

Franco recibió en marzo pasado el galardón por esta novela, un relato inspirado en un secuestro que conmocionó Medellín en 1971 y que sería el preludio de la espiral de violencia, corrupción y narcotráfico que terminó por absorber la ciudad durante los 80 y 90.

Poética y detallista, la novela de Franco es una historia sobre el amor y la muerte, con un sobresaliente manejo de la tensión. “El mundo de afuera”, incorporando técnicas cinematográficas como el flashback y la narración paralela, también bebe de fuentes como el cuento folclórico o la crónica de sucesos.

jorgefranco2La novela se erige como «una obra que empieza como un cuento de hadas y termina como una historia de los hermanos Coen», precisó en su momento la escritora y presidenta del jurado, Laura Restrepo. Se impuso a más de 800 manuscritos procedentes de España y Latinoamérica.

Considerado por Gabriel García Márquez como uno de los autores colombianos a quien le hubiese gustado pasar su antorcha, Franco se hizo popular a finales de los años noventa con la novela “Rosario Tijeras”, una historia de amor protagonizada por una mujer sicario, que tiempo después fue llevada al cine y ha sido traducida a más de quince idiomas. Luego publicaría otras obras como “Paraíso Travel” y “Melodrama”.

Un Medellín idílico

La novela de Jorge Franco transcurre en el Medellín de los sesenta y setenta, donde el tiempo viene envuelto en neblina y las voces parecen silbidos que se pierden entre las ramas. Allí, entre las frondosas afueras, se atisba un castillo donde vive encerrada una niña rubia llamada Isolda.

Con el fin de encontrar una tregua a la opresiva atmósfera de la fortaleza y la soledad a la que está condenada, la joven se refugia en los bosques cercanos. Sin embargo, las amenazas invisibles del mundo de afuera se cuelan silenciosamente entre las ramas de los árboles cercanos al castillo.

En 1971, el padre de esa niña, don Diego, es secuestrado por El Mono, cabecilla de unos delincuentes cuya intención es pedir un rescate millonario a la familia. No obstante, El Mono tiene otras razones -diferentes a las económicas- para secuestrar a don Diego: la obsesión amorosa por la hija de este, una princesa rubia a quien el padre, amante de la ópera de Wagner, mantiene encerrada en el «castillo» para preservar su pureza y evitar el contagio con el mundo sucio que les rodea.

jorgefranco

Jorge Franco

Un choque cultural

“Quise contar una época de Medellín muy diferente a la que se ha contado recientemente”, explica Franco. “Fue una época de transición entre lo que fue la Medellín tranquila y la Medellín convulsionada por todo el tema del narcotráfico. Quise contar una historia desde la nostalgia sobre una Medellín que ya no existe más, que fue la Medellín de mi infancia”.

El escritor afirma que construyó el relato a partir de dos hechos que perduraron en su memoria durante décadas: el secuestro ya mencionado, por un lado, y por otro la existencia del castillo donde vivía el secuestrado, quien era vecino suyo, y quien estaba casado con una alemana, con la cual tenía una hija.

Esta niña, que inspira a Isolda, tuvo una formación muy a la europea, con institutrices traídas de Alemania, que hablaba varios idiomas y realizaba constantes viajes a Europa, “en un medio riguroso y una educación personalizada”, con un choque cultural que se ve reflejado en la obra, según dice.

“Yo pensaba que la niña no necesariamente debía estar de acuerdo con ese tipo de educación. Ese personaje, como sucede con casi todos los niños, a medida que va creciendo va teniendo inquietudes que llevan a la rebeldía, a querer parecerse a un grupo o querer seguir una corriente de moda o una música”, expone.

 Válvula de escape

Fue la “magia” de ser niño y vivir junto a un castillo lo que decidió a Franco a mezclar la historia del crimen con la imagen de fábula que rodea toda construcción medieval de este tipo.

“Sentía que la parte del secuestro podía ser incluso monotemática, sobre todo en una cultura como la colombiana, donde el secuestro se volvió algo común y doloroso para nosotros. La historia misma me pidió una válvula, crear una vertiente narrativa más ligera, con un tono muy diferente”, explica.

Por otro lado, esa niña que vive en el castillo, “sobreprotegida y aislada del mundo de afuera por su padre, me llevó a pensar en lo que tiene que crear una niña para defenderse de la soledad y de esa sobreprotección. Eso me llevó a explorar las posibilidades fantásticas de la historia”.

Franco cuenta que ese contraste entre el mundo real y otro más interior, como lo es el cosmos sicológico de una niña, también explica el título del libro. “Yo me preguntaba a qué me iba a referir más, si al mundo de adentro o al mundo de afuera, pero sentía que lo que realmente me había llevado a contar esta historia era más ese mundo exterior que interior”.

La apuesta por la fantasía además se vio reforzada de que él mismo es padre de una pequeña niña. “Llevo ocho años prácticamente sumergido en la literatura infantil porque leemos todas las noches. Se me volvieron muy habituales estos personajes de los cuentos de hadas con sus princesas, castillos, los animales fabulosos”.

 

 

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