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“Corea: apuntes desde la cuerda floja”, las aventuras de un escritor colombiano en Seúl Solano cuenta las aventuras vividas junto a su esposa surcoreana Soojeong Yi en Seúl

“Corea: apuntes desde la cuerda floja”, las aventuras de un escritor colombiano en Seúl

La editorial UDP publicó recientemente este libro de Andrés Felipe Solano que, en forma de diario de vida, habla desde adentro sobre un país y una cultura completamente diferente.


Un libro escrito en forma de diario de vida y dividido en cuatro estaciones –primavera, verano, otoño, invierno- acaba de publicar en la editorial UDP el escritor colombiano Andrés Felipe Solano.

Solano cuenta las aventuras vividas junto a su esposa surcoreana Soojeong Yi en Seúl y muestra desde adentro una cultura que a los latinoamericanos nos es totalmente desconocida, perteneciente a una de las civilizaciones más antiguas del mundo.

“El bus salió a las siete de la mañana del terminal de Busan. Sentí que nos deslizábamos por la autopista de Gyeongbu como un brochazo de pintura sobre una pared blanca. La carretera apenas si tiene curvas. Habíamos hecho el trayecto un par de veces en KTX, el tren rápido que atraviesa Corea del Sur, pero desde ahora la idea es ahorrar hasta el último centavo mientras conseguimos trabajo”. Así comienza el libro, que parte con el título “Invierno”.

Solano había conocido a la que sería su esposa en 2008 en Seúl, hasta donde viajó para hacer una residencia literaria de seis meses. Él volvió a Colombia, ella lo siguió, se casaron, vivieron un tiempo en España y luego se instalaron en el barrio de Itaewon, de Seúl, nos cuenta a modo de introducción la periodista argentina Leila Guerriero, una de las “madres” de este texto, en el prólogo.

Arrendar en Itaewon no fue fácil: pagaron “sólo” cinco mil dólares de depósito, en un país pueden alcanzar los 200 mil. Pero bueno, el departamento de tres habitaciones estaba en el centro de la ciudad, cerca de la mezquita más grande del país, la torre Namsan (una especie de torre Entel), uno de los íconos de la ciudad, y la base militar estadounidense de Yongsan, uno de los tantos símbolos de que la Guerra Fría aún no ha terminado en algunas partes del globo.

Llegan con lo puesto (duermen la primera noche en el suelo, por suerte calefaccionado), pero a los tres días ella, que usa el nombre Cecilia, consigue un trabajo como docente. El barrio también se revela como encantador: es multicultural (hay japoneses, musulmanes y norteamericanos, claro) y una gastronomía múltiple.

Solano trabaja en casa: supervisa la traducción de novelas coreanas al español (en su mayor parte sobre los difíciles años de la dictadura militar, que terminó en 1987, “libros con un armazón ideológico demasiado evidente”, según lamenta el colombiano), hace un taller para traductores o es jurado en un concurso, hasta que consigue un trabajo en la KBS, la BBC coreana, leyendo noticias, tras una breve incursión como actor en una película (donde interpreta a un profesor que acosa a una alumna).

A modo de apuntes sobre este país, Solano cuenta cosas como estas: que dar propina se considera una ofensa, que los hombres suelen escupir en la acera y que tener una tarjeta de presentación es fundamental, en un país donde un melón cuesta 10 lucas y una bandeja de tomates $2.000, y la marihuana o la cocaína no existen.

Una parte interesante se refiere al sexo. Los coreanos abordan este tema con cautela o, como prefiere decir Solano, con doble moral. “Si bien puede aparecer la imagen de la Venus de Boticellli en televisión con los senos pixelados, las calles están llenas de tarjetas que ofrecen los más variados servicios sexuales, desde sitios donde se paga media hora de besos hasta noraebangs de lujo, donde los hombres van a cantar y a beber con jóvenes modelos sentadas en sus rodillas antes de pasar a la cama”. Todo esto en un país donde la prostitución es ilegal (aunque existente) y el adulterio se condena con hasta… dos años de cárcel.

Solano, ya en “Primavera”, no escapará a la histeria colectiva en medio de las rutinarias amenazas de Corea del Norte de un ataque nuclear, y escuchará de los préstamos ilegales que, de no cancelarse, se pagan con paliza o esclavitud. Y sobrevivida la estación de “Verano” y su calor sofocante, en “Otoño” podrá ver a Kim Ki-Duk y el mismísimo Quentin Tarantino en el festival de cine de Busan, la tierra de su esposa…

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