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Cuando Juanito Yarur se escapó de un cuadro de LaChapelle y la frivolidad reinó en el MAC

Cuando Juanito Yarur se escapó de un cuadro de LaChapelle y la frivolidad reinó en el MAC

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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La obra de David LaChapelle –que se inició de manera significativa cuando publicó por primera vez sus fotografías en la revista «Interview» por consejo de Andy Warhol– se ha popularizado internacionalmente por utilizar la imagen bizarra, por esa mezcla religiosa entre fama, fantasía y capitalismo profético. Como una pausa de precisión en su discurso, el propio LaChapelle ha instado a leer sus obras como una crítica a la sociedad de los excesos y la vanidad. Lo del martes en el MAC, sin embargo, fue pura vanidad, genuina banalidad y frivolidad en estado puro.


La noche del martes se inauguró la exposición retrospectiva de David LaChapelle en el Museo de Arte Contemporáneo de Parque Forestal.

La esperada muestra del fotógrafo, convertido –tal como sus imágenes– en ícono pop, concentró gran parte de la atención del circuito artístico nacional, pero muy especialmente de los consumidores de inauguraciones e imitadores de Juan Yarur; el gestor cultural que trajo al artista, el coleccionista, el chico socialité, el nuevo mecenas del arte contemporáneo chileno gracias a la becas de la Fundación Ama que otorga.

La visita por primera vez a Chile de LaChapelle comenzó desde temprano a levantar una verdadera peregrinación en torno suyo. Admiradores de su trabajo y aduladores de su imagen hicieron gala de todo tipo de atropellos para sacarse una selfie al lado del artista y, de paso, tomar la mejor ubicación al lado de los sponsors que repartían bebestibles a gratuidad. Todo, claro, muy elegante, muy chic.

La obra de LaChapelle –que se inició de manera significativa cuando publicó por primera vez sus fotografías en la revista Interview por consejo de Andy Warhol– se ha popularizado internacionalmente por utilizar la imagen bizarra, por esa mezcla religiosa entre fama, fantasía y capitalismo profético. Como una pausa de precisión en su discurso, el propio LaChapelle ha instado a leer sus obras como una crítica a la sociedad de los excesos y la vanidad.

Lo del martes en el MAC, sin embargo, fue pura vanidad, genuina banalidad y frivolidad en estado puro.

Mientras el director del MAC, Francisco Brugnoli, pedía silencio para valorar en su discurso los méritos de la exposición, la nave central del museo parecía un gallinero. El barullo era general, persistente y continuo. Era tanto el embrollo y el afán de protagonismo de los invitados, que parecían haberse escapado recién de los cuadros del artista, eclipsando incluso al propio Yarur, a quien por el tumulto nadie vio, pese a que fue para ser visto.

De cualquier forma, si había alguien que diera la impresión de haber salido de una foto, ese era Juan Yarur, quien literalmente parecía haberse escapado de una, de la suya, de su retrato de gran formato con el que comenzaba la muestra y que mandó a hacer a LaChapelle con motivo de su cumpleaños. Una buena justificación para la retrospectiva.

Cuando fue la hora de presentar al discípulo de Warhol, a nadie le importó. Las palabras se convirtieron en ruido entre la homogeneidad del bullicio, en el que colaboró también la pobre amplificación del MAC que hizo sonar a los presentadores como curas en misa. Qué importaba que fuera la primera vez que viniera a Chile o que en su obra se resumiera la cultura visual de masas de hoy; nada, lo importante era estar ahí, mostrarse en la inauguración de LaChapelle.

En una entrevista que concedió para la Revista Capital, Juan Yarur contó que «cuando la frivolidad trabaja con la cultura es mucho más agradable que cuando piensan que la densidad tiene que ver con la inteligencia». Tiene razón, en parte, porque una cosa muy distinta es cuando la frivolidad se traviste en forma de cultura.

A esa misma hora, a solo unas cuadras del lugar, la historiadora del Arte, Claudia Campaña, lanzaba en la Universidad Católica la edición mejorada de su libro Adolfo Couve: Una lección de pintura (Ed. Metales Pesados). Una investigación de 6 años en donde Campaña no solo expone la calidad de la pintura de Couve, sino también su comprensión del arte y su naturaleza esquiva de las modas, de las vanguardias y las adulaciones.

«Prefiero la calidez a través del hielo», decía.

 

*Héctor Cossio, editor de Cultura+Ciudad

 

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