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Mario Murúa, el hijo espiritual de Matta: “La alucinación es el tema principal en mi trabajo”

Mario Murúa, el hijo espiritual de Matta: “La alucinación es el tema principal en mi trabajo”

Entre París y Santiago vive el creador del grupo artístico “Magia Imagen” en los años 80 en París y de la Escuela Urbana Canimagista en Chile en los 90, surrealista de tomo y lomo y cuya obra hunde sus raíces en el arte precolombino.


Entre París y Santiago vive el pintor Mario Murúa (Valparaíso, 1952), creador del grupo artístico “Magia Imagen” en los años 80 en París y de la Escuela Urbana Canimagista en Chile en los 90, surrealista de tomo y lomo y cuyo obra hunde sus raíces en el arte precolombino.

Se fue de Chile en 1975, viviendo en Ecuador, Paraguay y Colombia, hasta que llegó a Francia, donde se radicó. En “Magia Imagen”, que nació en 1982, compartió con el colombiano Heriberto Cogollo el dominicano Alfonso Cuevas, los mexicanos Saúl Kaminer y Eduardo Zamora, el chileno Carlos Aresti y el peruano Leoncio Villanueva, inspirados en maestros como el cubano Wilfredo Lam y su compatriota Roberto Matta. A todos ellos les interesaba rescatar las raíces latinoamericanas y rechazaban el arte formal y europeo.

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Según el sitio Artistas Plásticos Chilenos, la obra de Murúa puede ser clasificada tanto dentro de la pintura primitivista como del indigenismo y el cubismo. “Utiliza una serie de símbolos sacados de la cultura diaguita y también la maorí para pintar composiciones fantásticas y recargadas que incluyen principalmente la figura humana especialmente la femenina entre flores y selvas. En su búsqueda destaca el mestizaje arcaico de América sobre todo a través de fuertes colores y de una caligrafía espontánea que incluye seres antropomorfos de carácter totémico, animales y organismos vegetales”, señala.

Sus obras forman parte de la colección permanente de museos como el Ralli de Caesarea y Tel Aviv (Israel), el Bochum de Alemania y el MAC y el Bellas Artes de Santiago. Individualmente ha expuesto entre 1975 y 2001 en Santiago, Viña del Mar, Bogotá y París.

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Sentido de alucinación

“Eso de surrealista es como una camiseta que produce definiciones”, señala ante la interpelación. “Tal vez también esté dentro de los primitivos o los naturales del sur. La palabra surrealista a nadie le quita el sueño. Soy surrealista porque me toco conocer a Matta y Joyce Manzur, parte de una vida antigua, de un París de Maldoror”, remata.

Murúa agrega que su nace de la curiosidad de indagar sobre los supuestos mundos de antes de la llegada de los europeos. Para eso ha recorrido lugares por donde ellos caminaban.

“La antigua cultura de por acá -hablo sobre todo de la vida en los valles transversales, en la zona centro de Chile- siempre tuvo que ver con la magia y poesía en el sentido de lo sincrético y en el sentido de las formas”, dice para explicar otra de sus influencias.

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¿Cuáles son los temas que le interesan en la pintura, y por qué? “El sentido de la alucinación es el tema principal en mi trabajo, pero es una sugestión, siempre la pintura habla por ella misma”, responde. “Si tuviera que ver temas empezaría por las musas, las relaciones humanas entre hombres y mujeres, mitos viejos y actuales, la biodiversidad en los mundos invisibles y su inexorable desaparecimiento”.

Sin embargo, sus cuadros no son explícitos, ni obvios ni de un significado único. De hecho deja mucho a la mente del espectador. Esto puede verse, por ejemplo, con el cuadro “Selva en llamas”. “Si alguien conoce la selva se dirá, claro, el fuego en la selva, es el peligro que se queme todo, pero esto también puede ser de la selva interior o de la selva espacial. En esto de los temas la cosa más fácil es colocar un título, sea enigmático, sea sugerente, pero que indique una pista, como rayar la cancha. El titulo se lo da interiormente el observador”.

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Matta, la clave

Sin duda Matta, con quien coincidió en París, ha sido clave en su arte. “Por un (hubo) lado una preocupación de su parte para que me despertara a lo que él llamaba magia”, recuerda. En una época de cambio, “nos buscó para pasarnos el bulto, esa teoría muy de poesía y practica pictórica. Juntos hicimos trabajos teóricos, tuvimos el label del estado francés para hacer un libro gigante que luego se quedó por ahí”.

Matta fue el padre espiritual de “Magia Imagen”, “una aventura pictórica parisina, en un momento que todavía no existía el internet. La representación una generación de ‘sudakas’ en Paris que dieron vuelta una página de historia, un grupo de pintores que se organizó como una empresa cultural cuando en Paris el gobierno pagaba exposiciones para salas de exposición y museos”, según Murúa.

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El colectivo comenzó con la idea de ilustrar una enciclopedia sobre América latina y terminó con una exposición en el Gran Palais, con más de doscientos buenos pintores de todas las escuelas pictóricas. “Una mano nos echó el viejo Matta con eso del verbo América por todos los poros”, rememora. El grupo duró diez años “y sus planteamientos siguen  siendo vigentes, en el sentido de ejercer una mirada indoafrolatina siempre renovada”.

Otro fruto de ese grupo de la Escuela Urbana Canimagista. “Fue algo que apliqué a mi manera, en Santiago desde el  año 1990 como practica pictórica dedicada a los jóvenes  de ese hoy”, relata. “Fue una escuela gratuita con acento en el color, comenzando en el centro cultural Balmaceda, varias clases fueron en calles y plazas, incentivando el comercio de las obras en el momento. Terminé haciendo clases en el taller de mi casa a una gran cantidad de jóvenes santiaguinos”.

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“Nuestro trabajo  fue fabricar cuadros. Comprábamos los cuadros los marcos en el sur, preparábamos la tela y metíamos color”, dice. Tuvieron éxito: vendieron miles de cuadros.

“La pintura actual está viva por todos lados”, remata, sin nombra a nadie en particular. “Destaco al aficionado en la pintura por lo cual la pintura se hace y circula en la nueva generación”.

Película de animación

Uno de los últimos desafíos de Muroa es realizar una película de animación basado en el libro Contra uno, deLa Boetie, editado en el siglo XVI y uno de los textos que inspiró la Revolución Francesa.

«En medio del Pacífico, (la película trata de) una isla donde se vive el servilismo voluntario. Allí pájaros y seres levitantes viven sus guerras por recuperar la libertad», narra Muroa.

Para realizar el filme, el heredero espiritual de Muroa, ha emprendido una campaña de crowfounding para reunir los fondos «y así encontrar los futuros amigos de esta aventura, en un país donde no hay más libertad que la perdida».
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