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Intelectual francés centra en la revolución digital el paradigma para democratizar el poder Edwy Plenel es uno de los invitados al V Congreso del Futuro

Intelectual francés centra en la revolución digital el paradigma para democratizar el poder

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Director del medio electrónico Mediapart, que es como El Mostrador de Francia, sostiene que la revolución digital de los medios online «siempre va a resultar escandalosa y molesta para quienes detentan el poder». Al no poder confiscar el derecho a saber, «las mentiras, las mentiras de Estados, transformadas en mentiras mediáticas» se develan, por eso es que el «derecho a saber de los temas de interés público es tan importante para la democracia como el derecho a votar». Su exposición fue presentada por el vicepresidente ejecutivo de este medio, Federico Joannon.


Edwy Plenel no es astrónomo, ni neurocientífico, ni ha obtenido el Nobel en Química o Física. Plenel es periodista. Ex director de Le Monde y actual director y cofundador del medio electrónico francés Mediapart y uno de los intelectuales invitados al V Congreso del Futuro para dictar la charla Revolución digital, Revolución democrática. Una conferencia destinada a debatir el papel que juegan hoy los medios electrónicos e independientes en el control y fiscalización del poder, a fin de fortalecer la democracia.

La conferencia de Plenel fue precedida por Federico Joannon, vicepresidente ejecutivo del diario electrónico El Mostrador, su símil en Chile.

Joannon introdujo el debate al explicar que, al hablar de revolución, lo que se hace es referirse a «una puerta que abre un mundo de interacciones, uno infinito donde todo tiene un multisentido y se precisa agudizar la mente para encontrar los significados».

En ese mundo de interacciones, en el cual la capacidad de relacionarse «se constituye en el gran arte de la imaginación del mundo digital, donde cada resultado puede ser un hallazgo», no cabe duda –señaló– que el futuro es una convergencia tecnológica, donde lo que se crea no son cosas sino «oportunidades de contenido», en que en el cruce de múltiples interacciones el juego de las certezas cerradas se diluye, se desvanece, deja de existir al transcurrir los hechos de manera dialéctica e intuitiva.

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«Las convergencias van creando puntos de red, que no son solo contactos sino son usos interactivos, sugerencias y orientaciones mutuas entre variadas inteligencias. Es en este mundo donde hoy se paran los medios de comunicación, acoplándose de manera flexible a la suma de hechos y dando paso a una nueva concepción del proceso de información», manifestó.

En este proceso –profundizó Joannon–, los poderes constituidos, económicos y políticos pugnan por controlar y disciplinar a la sociedad. «Para el bien de la democracia, debe desaparecer la omnipotencia de los sistemas de información centralizada cuyo despliegue es unidireccional y autoritario en la sociedad», sostuvo.

En este punto, en el que la revolución digital «pone en manos de los ciudadanos herramientas que hay que aprovechar para defender la democracia», es que se da la convergencia con el discurso de Edwy Plenel, el director de Mediaapart, que en Francia da la misma pelea, con una creciente dificultad al tener que lidiar en esta defensa con «los monstruos» que aparecen en el intervalo entre una forma de democracia, que se muere, la de la dominación de quienes controlan el poder, y la nueva, la del derecho de saber, la de la interacción ciudadana, donde lo oculto pasa a ser de interés público. «Los monstruos de la profecía autocumplida que dio origen a la gran catástrofe de Irak y, por consecuencia, al nacimiento del Estado Islámico», expresó.

La democratización del futuro

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Sin hablar la misma lengua, pero en referencia a que sí se habla el «mismo lenguaje», el director del medio electrónico francés anunció que hablaría de política, como bien público, no como «bien confiscado». De la política como invento, esperanza e imaginación y no como «la política de la decepción, la corrupción y la privatización». Para ello tomaría como base lo siguiente: el derecho del saber, la revolución digital y la nueva forma de hacer democracia.

La línea gruesa de la argumentación de Plenel pasa por despejar que la promesa original que guarda la democracia es la igualdad. «La igual de derechos, el derecho de tener derechos, el no estar privado a causa de creencias, pertenencias, sexo u origen», lo que generalmente es controlado por quienes ostentan el poder a través de «privilegios de fortuna, de nacimiento, de conocimiento o de experiencia autoproclamada».

Vista la democracia de esta manera –argumentó– «siempre va a resultar escandalosa para quienes detentan el poder o tienen los medios» y la revolución digital «pasa a ser molesta». Al no poder confiscar el derecho a saber, «las mentiras, las mentiras de Estados, transformadas en mentiras mediáticas» se develan, por eso es que el «derecho a saber de los temas de interés público es tan importante para la democracia como el derecho a votar».

En ese esfuerzo independiente por rehacer la democracia –según Plenel– están inmersos casos como el de Julian Assange, del solado Bradley Manning y del consultor tecnológico de inteligencia Edward Snowden, quienes revelaron el sentido de interés público que tenían las informaciones «reservadas» sobre la guerra al terrorismo o la «vigilancia globalizada».

Esta revolución –profundizó el intelectual– se enfrenta actualmente a tres crisis simultáneas: la crisis del capitalismo, la crisis ecológica y la crisis de civilización. Estas se dan en el momento en que existe la pugna entre el modelo democrático antiguo, donde se ejerce el control confiscando el poder de la información, y el modelo actual, de las interacciones, de los temas de interés público, del derecho a saber.

Para explicar esto, Plenel recurrió a Antonio Gramsci, quien decía que el modelo antiguo era «como el viejo que está condenado a morir, pero que se aferra para no morir». En el intervalo entre ese modelo y el que se está imponiendo en el mundo, «ocurren los fenómenos mórbidos más variados, los monstruos del chivo expiatorio, del racismo, de la xenofobia, del rechazo a la solidaridad».

Para luchar contra esos fenómenos y democratizar el futuro –planteó Plenel–, está el libre acceso a la información, la neutralidad de las plataformas, «de modo que lo digital llame a un nuevo imaginario democrático, a un nuevo ecosistema que sea radical y pragmático».

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