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Crítica de Gonzalo Rojas Sánchez a «Amoris Laetitia» del Papa Francisco

Crítica de Gonzalo Rojas Sánchez a «Amoris Laetitia» del Papa Francisco


Jorge Costadoat ha divulgado varias tesis suyas a raíz de Amoris Laetitia del Papa Francisco. En concreto, Costadoat estima que hay un foso entre la institución eclesiástica y el común de los bautizados de tal magnitud, que si no es superado, el Evangelio no pasará a las siguientes generaciones, y que hoy el discurso afectivo, sexual, matrimonial y familiar de la institución eclesiástica a los jóvenes les resulta ininteligible y a los adultos, en varios puntos, les parece impracticable.

Pero, ¿se guía el papa Francisco por esa percepción de la realidad de los fieles católicos?

En modo alguno.

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La Exhortación apostólica es un notable canto a la grandeza de la vida matrimonial y familiar. Perdí la cuenta de las oportunidades en que el Papa habla del ideal pleno que debe ser propuesto a todos, mientras a cada uno se lo debe acoger para que pueda superar los obstáculos que le impiden acercarse a esa meta. Es la meta del heroísmo, expresión que Francisco usa en varias oportunidades, la que sigue presente y vigente. Y el Papa, profundo conocedor de la juventud, la propone justamente a los jóvenes: los que podrían casarse, los recién casados.

¿Qué incorpora entonces Amoris Laetitia?

Una insistencia permanente en la prudencia misericordiosa de los pastores -y de pasada de todos los bautizados- para quienes se encuentran en situaciones objetivas de irregularidad, pero que pueden y deben ser proporcionalmente acogidos en la subjetividad de las razones que los llevaron a esa situación. Es la misericordia (o sea el acercamiento a la miseria del corazón ajeno, porque se conoce la miseria del propio) la que tiene que operar. No el rebajamiento del ideal, no la pérdida de esperanza en el ser humano, sino justamente la convicción de que ayudándonos, lo lograremos.

Quizás Costadoat sólo leyó el capítulo octavo. Bueno no, ciertamente leyó toda la Exhortación. Digámoslo mejor: quizás sólo buscó en el capítulo octavo aquello que le pareció que confirmaba sus presupuestos -no soy neutral en estos temas, ha escrito- pero eso no le hace bien ni a él ni a sus lectores, que podrían no discernir adecuadamente qué es lo que realmente propone el Papa Francisco.

Porque en realidad el texto, en su integridad, es muy exigente y alentador. Porque le dice al mundo y a la Iglesia (¿por qué Costadoat la llama “institución eclesiástica”?) que el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia. Como un ideal, como un ideal posible, como un ideal posible con la gracia y la misericordia. Eso queda clarito en el texto.

Otra cosa es la exhortación personal de Costadoat.

Gonzalo Rojas Sánchez

Profesor universitario

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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