El film, que se estrenará en Chile el 27 de julio, cuenta la historia de cuatro hijos de alpinistas que emprenden un viaje emocional al campo base del K2, para reencontrarse con lo que llevó a sus padres o madres a emprender una expedición a una de las cimas más altas y peligrosas de la Tierra. ¿Se puede dejar todo para tocar el cielo?
En los círculos de montañismo el año 1986 es conocido como “el verano negro”: trece escaladores perdieron la vida en el K2 (montaña perteneciente a la cordillera Karakórum, que alberga el mayor número de cimas con alturas superiores a los 8 mil metros). Las víctimas eran parte de nueve expediciones que intentaron hacer cumbre simultáneamente. Pero el K2, a diferencia de montañas como el Everest –donde es posible llevar a escaladores intermedios a la cumbre– es un reto extremadamente peligroso.
“En el año 2008, la tasa de mortalidad de quienes abandonaron el Campamento Base para intentar alcanzar la cumbre fue del 30,5 %, superior a la tasa de bajas de la playa de Omaha el día D. Aunque no se dediquen a la estadística, para los escaladores de alta montaña no hay comparación: el K2 es más letal que el Everest”, explica Amanda Padoan, autora del libro “K2. Enterrados en el cielo”.
Treinta años después del “verano negro”, la directora y alpinista reunió a 4 hijos de los montañistas que perdieron la vida en el K2 (algunos de ellos, ni siquiera habían naciendo al momento de la tragedia) y realizó el documental K2. Tocando el Cielo, el que de manera simultánea se exhibe en Barcelona y en distintas ciudades de Chile en el marco del Documental del Mes. El filme es presentado por Docs Barcelona y cuenta con la difusión de El Mostrador Cultura+Ciudad.
Hijos de los montañistas que perdieron la vida en el K2
La película –filmada durante meses en el K2, a más de 5 mil metros– se presenta como un ejercicio de valentía, que obligará a los hijos a hacer frente a su pasado y a entender qué movió a sus padres o madres a dejarlo todo y asumir los riesgos de una expedición tan improbable y peligrosa como aquella.
“El K2 es muy difícil, pero hay muchas otras montañas que también lo son, algunas de ellas no tan famosas. Hay un montón de cumbres vírgenes en las profundidades del Himalaya: paredes verticales de 6 mil metros, donde las dificultades comienzan con la aproximación. El proceso de escalar montañas es complejo. La gloria puede ser una de las motivaciones –depende del escalador– pero hay muchas otras razones. No puedo hablar por otros. Personalmente, escalar me salvó la vida. El poder que tiene la experiencia de llegar a la cumbre con la que has soñado por años es difícil de explicar”, comenta en exclusiva para El Mostrador C+C la directora Elisha Kubarska.
¿Es moralmente aceptable tener un hijo si eres alpinista? ¿Es compatible la pasión por la familia y la montaña? ¿Cualquier riesgo es justificable por una pasión?
Kubarska –deseosa de ser madre– intenta dar respuesta a estas inquietudes, acompañando a estas 4 personas en un viaje necesario para comprender e intentar reconciliarse con los padres y madres que los dejaron huérfanos.
“Durante la producción pasamos meses en la montaña. El tema del filme era difícil, especialmente para mí. Quería hacer un buen trabajo, pero por otro lado tenía a mi lado gente con serios traumas y experiencias personales complejas. En lo personal, fui en esta expedición para documentar la historia de estos hijos de alpinistas fallecidos, y encontrar la respuesta a la pregunta ¿deberían los escaladores tener hijos? Después de la grabación, descubrí que yo estaba embarazada”, dice la directora.
Directora y alpinista Elisha Kubarska
El documental –lejos de presentar la estética del vértigo– se caracteriza por tener una aproximación sensible e íntima con respecto a los riesgos y consecuencias del montañismo.
“Cuando subes, el pasado y el futuro son irrelevantes. No eres el hijo de nadie. Eres el dolor de tus músculos. Esta sensación de estar aquí y ahora, no antes y después, no se compara con nada. Quieres ser escaladora, pero madre al mismo tiempo. ¿Es reconciliable?”, se pregunta Kubarska, al comienzo del viaje.
K2. Tocando el Cielo llegará a Chile este 27, 28 y 29 de julio, en las ciudades de Santiago, Valparaíso, Castro, Angol, Panguipulli y Valdivia. Le entrada es gratuita.
