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Estrés tóxico: el factor neurocientífico que condiciona las capacidades cognitivas incluso antes de nacer Especialistas chilenos impulsan programa científico-social para reducir brecha intelectual

Estrés tóxico: el factor neurocientífico que condiciona las capacidades cognitivas incluso antes de nacer

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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A través del programa Conversemos Mamá, un grupo de especialistas ha estado trabajando con mujeres embarazadas de dos comunas del sector norte de Santiago. El objetivo es demostrar que un mayor bienestar y un mejor uso del lenguaje son determinantes para garantizar que las capacidades de las personas sean las mismas, de manera independiente del lugar donde se nace.


¿Dónde podría estar la diferencia cognitiva entre un par de niños sanos de la misma edad? Desgraciadamente, en su origen. No solamente por la probabilidad de que aquel que proviene de un sector vulnerable haya accedido a una alimentación más deficitaria, sino porque el otro, incluso antes de nacer, muy posiblemente contó con una mejor estimulación del lenguaje, y más importante aún: su madre no estuvo sometida durante el embarazo a un escenario de constante incertidumbre y tensión.

El tema viene estudiándose desde hace un tiempo por neurocientíficos que detectaron que el cortisol -la hormona que se produce frente a una situación de estrés- si se mantiene en altas cantidades durante largo tiempo en una mujer, es capaz de dañar las conexiones neuronales del hijo o hija que lleva en su vientre. Es el denominado “estrés tóxico”.

“Hay una serie de descubrimientos en el área de la neurociencia que hay que considerar al tener un hijo, no solamente alimentarlo con la comida que necesita, sino que también alimentarlo cognitivamente para que el cerebro de ese niño se desarrolle bien, porque el 75 por ciento de las redes neuronales que están en el cerebro de todos nosotros se generan en los dos primeros años de vida”, explicó el biólogo Pablo Rosenblatt, quien está a la cabeza del proyecto Conversemos Mamá.

Se trata de una iniciativa en la que trabaja un equipo multidisciplinario de expertos en áreas como la psiquiatría, la educación y la psicología, que busca demostrar empíricamente que al brindar un espacio de contención a las madres mediante la estimulación del lenguaje, es posible mejorar la autoestima, reducir los eventos traumáticos de los primeros años de la infancia y acortar una brecha intelectual determinada tempranamente por el entorno que le toca enfrentar a cada persona.

“Si tú no alimentas ese bebé con lenguaje, no le hablas cuando está en el embarazo, entonces lo que empieza a pasar es que no se desarrollan las redes neuronales, porque la inteligencia y las distintas capacidades tienen que ver con el desarrollo de esas redes neuronales. No es una sola neurona, sino que billones las que están interactuando para que alguien pueda responder social y emocionalmente bien frente a una situación determinada”, agregó Rosenblatt.

Mamás de Recoleta y Huechuraba

Lo que está haciendo Conversemos Mamá desde hace casi dos años es llevar adelante una investigación en terreno que no en mucho tiempo más debiera arrojar resultados que podrían resultar claves para el mejoramiento de las políticas públicas en esta área.

Para tal efecto, se han reclutado hasta ahora cuatro grupos de alrededor de 10 mujeres embarazadas y en período de lactancia de consultorios de las comunas de Recoleta y Huechuraba y que forman parte de la red del programa Chile Crece Contigo del Ministerio de Desarrollo Social. Todas asisten a talleres informativos, practican yoga prenatal, pero principalmente conversan. Y esto último es fundamental, dijo Rosita Puga, profesora experta en educación en sectores vulnerables y que forma parte del equipo, porque consigue llenar el último eslabón de una serie de iniciativas muy bien pensadas, pero que muchas veces se quedan en un rol informativo que finalmente no surte ningún efecto.

Todo partió, recordó, con la evaluación de las diferencias sociales que impactan en el aprendizaje de los niños. “Existe una falta de igualdad de oportunidades, porque los niños parten con problemas de lenguaje que tiene que ver con su contexto de vulnerabilidad que es un elemento que inmediatamente establece una brecha inicial en el sistema escolar, que es principalmente escrito. La vida es hablada y escuchada, y el lenguaje pasa a ser una herramienta de comunicación y de crecimiento fundamental”.

El mismo diagnóstico arrojó otro dato preocupante y que tiene que ver con que en contextos vulnerables ya es tarde para trabajar con los pequeños en escuelas e incluso jardines infantiles,  “porque los niños vienen con demasiado handicap en contra, no han sido suficientemente estimulados en su inicio o porque han tenido otras situaciones problemáticas. Entonces la intuición primera fue ir donde la mamá. Ella es la que puede transformar esto de manera mucho más potente que lo que se puede hacer más tarde en el colegio”, dijo la experta, enfatizando que lo que produce la conversación no puede ser reemplazado ni por la televisión, ni por Internet.

[cita tipo=»destaque»] “son los niños los que nos van a decir si esto al final tuvo un impacto en ellos, porque ellos son los que van a poder recibir todo este nuevo estado de la madre, un ambiente distinto y un contacto distinto”.[/cita]

“Es la conversación la que produce todas las conexiones o redes neuronales, no las neuronas, porque independiente del contexto, todos  nacemos con más o menos 200 billones de neuronas;  pero son postes telefónicos sin conexión, y las conexiones las hace el lenguaje. Entonces no es menor que un niño en un contexto de vulnerabilidad maneje a los tres años sólo 500 palabras, gran parte de ellas negativas por situarse en un lugar donde hay mucha negación, rabia, violencia, en comparación con las 1.500 de un niño de un sector socioeconómico más alto”.

Y por eso el foco está puesto en los primeros mil días de vida, no desde el nacimiento, sino que desde el período embrionario.

Estrés tóxico

Pero esas mismas conexiones neuronales también son vulnerables. Y es aquí donde la neurociencia cobra un rol protagónico, al constatarse cómo el cortisol puede producir su ruptura, ya sea cuando lo producen los propios niños o las madres que lo traspasan al cerebro del feto.

El psiquistra Rodrigo Aguirre, quien es el director científico de Conversemos Mamá, explicó en un artículo publicado a principios de año por el Centro de Estudios Públicos (CEP) que si bien el cortisol es metabolizado a medida que cruza la placenta, “este no impediría que en algunos casos se transmita una cantidad suficiente como para causar un efecto clínicamente significativo en el desarrollo del cerebro del feto”.

Sobre este punto, la psicóloga Paula Calvo,  quien está a cargo de la implementación de los talleres, explicó que “el estrés cuando sube y baja normalmente es tolerable, pero cuando ya se sostiene en el tiempo es cuando se vuelve tóxico. Por eso surgió la idea de trabajar con las mamás el tema del bienestar, porque para ellas es muy difícil abocarse a una buena estimulación o a una manera de estar más en armonía”.

Experiencia in situ

Los grupos han estado conformados por mujeres de entre 20 y 40 años de edad con tres meses de gestación, varias de ellas inmigrantes, primerizas y que tienen hijos más grandes.

“Eso lo hizo más interesante porque hay un punto común que tiene que ver con ser mujer y estar gestando y la experiencia de las antiguas le servía a la nueva y las antiguas recordaban la sensación de ser primerizas, compartir estrategias de cómo sostener a la pareja o qué hacer estando sola, cómo resolver lo laboral, en el fondo se fueron transmitiendo muchas experiencias”, acotó la educadora social María José Reyes.

A través del diálogo, que incluye la lectura y análisis de narrativas científicas en formato de cuentos,  se busca que todas ellas se empoderen en su entorno para bajar el  nivel de estrés y que entiendan que son “un puente y un vehículo para un ser humano que viene, al que le van a entregar las herramientas que necesita para el resto de su vida”.

María José Reyes agrega que “es una conversación no solamente para entregar información, sino que realmente tiene la intención de vincular y no enjuiciar (…), realmente trata de comprender y de llevar a una persona a una reflexión que podría mejorar su calidad de vida o la forma de resolverla”.

Resultados auspiciosos

El equipo no pierde el norte de que esto se trata de una investigación, y de hecho, las primeras madres participantes, que ya tienen hijos de poco más de seis meses,  se sometieron al comienzo a varios test que también fueron aplicados a otras mujeres embarazadas de un grupo de control. Preliminarmente ya hay resultados auspiciosos, como la reducción de los niveles de estrés y ansiedad que presentaron aquellas mujeres que forman parte del estudio.

Rosita Puga reconoció, sin embargo, que «son los niños los que van a reflejar si esto al final tuvo o no un impacto real en ellos, porque son ellos los que recibirán este nuevo estado de la madre que implica un ambiente y un vínculo distinto».

Al mismo tiempo, afirmó que si los resultados de la investigación son los esperados «nos gustaría que el programa fuera parte de la política pública. Existe hoy un trabajo enorme por parte del Programa Chile Crece Contigo y esta experiencia puede ayudar a potenciarlo aún más. No se necesitan más recursos, se necesita llegar a las madres tempranamente, desde el embarazo, con una estrategia de acompañamiento humano, amoroso e integral que les permita conectarse profunda y efectivamente con su estado y el crecimiento sano de su bebé».

Finalmente, afirmó que si el doctor Fernando Monckeberg se convirtió en prácticamente un “héroe nacional” al plantear en un momento que todos los problemas de salud, conductuales y cognitivos pasaban por la desnutrición infantil y consiguió que se entregara medio litro de leche en los consultorios, “ahora hablamos de ‘medio litro de palabras’, porque hay una desnutrición cognitiva y afectiva que tiene que ver con el lenguaje y ya no con la alimentación.Llevo muchos años trabajando en pobreza y cuando un niño de cuatro años llega a la escuela, ya viene formateado. Revertir esto se puede, pues el cerebro tiene neuroplasticidad, pero es un trabajo extremadamente difícil y siempre quedarán niños a los cuales no se les podrá resolver su daño temprano. Por eso estamos en esto».

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