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Autora de bestseller juvenil: «en Chile no te educan para desarrollarte en lo que eres bueno, ni para ser feliz» «Kancer», de Paula Loyola, ganó un premio internacional

Autora de bestseller juvenil: «en Chile no te educan para desarrollarte en lo que eres bueno, ni para ser feliz»

El libro habla sobre un país ficticio para inadaptados sociales y transmite una dura crítica al Chile actual. «He conocido muchos jóvenes –y en algún punto lo he experimentado yo misma- que se sienten profundamente presionados por sus padres, o familiares, a desarrollarse académica o laboralmente en ámbitos que no tienen nada que ver con ellos», dice la autora, que sabe por experiencia propia y por lo que ha visto en sala de clases como profesora básica.


«Kancer» es un golpe al mentón del Chile «exitoso» y neoliberal, especialmente su sistema educativo. Ese golpe al mentón lo ha dado una escritora, Paula Loyola (Santiago, 1992), que además sabe de lo que habla, porque es profesora básica. Con esta novela gráfica, protagonizada por un joven Luca Manns, un NINI (ni estudia, ni trabaja), Loyola acaba de ganar un premio internacional.

Es un libro que está online y está teniendo gran repercusión entre los jóvenes: lleva casi 20.000 lectores. Arrasa en un país donde según las estadísticas oficiales a la mitad de los niños no les gusta ir al colegio, con el segundo lugar en suicidio juvenil en la OCDE, y donde los colegios de la élite, donde se educa a la futura clase dirigente, sobresalen por tener, junto al mejor rendimiento académico, el peor clima escolar.

«Me encantaría que los lectores pudiesen reflexionar sobre diversos temas, como por ejemplo, las presiones sociales con las que cargan muchos jóvenes al salir del colegio, la incomprensión por parte de los padres, el peso de la desorientación vocacional y el valor del conocimiento y la experiencia por sobre los bienes materiales», dice Loyola.

Su libro, que cuenta con ilustraciones del dibujante boliviano José Peñaloza (Tupiza, 1990), puede leerse en la plataforma online Wattpad, que tiene 45 millones de usuarios a nivel mundial.

Una vida de mierda

En otra época, este libro habría sido subversivo, tan solo por su comienzo: «Para sobrevivir a los veintiuno en pleno occidente/capitalista es necesario hacer una de las siguientes actividades: estudiar alguna carrera científica o trabajar de tiempo completo en una empresa que sepa explotar a las personas».

Su protagonista, el citado Luca Manns, no quiere hacer nada de eso. Eso «implicaba, básicamente, poseer una vida de mierda». Hacía cuatro años había salido del colegio, «y por desgracia, nunca entendió bien qué era eso a lo que todos llamaban ‘vocación'», según se lee.

«Él odiaba con el alma los números, las células y las letras. Nunca fue capaz de memorizar los elementos de la tabla periódica, ni se interesó por calcular la energía cinética. Mientras veía cómo sus compañeros de colegio alardeaban de aquellos insignificantes logros que se pueden alcanzar a los veintiún años, se cuestionaba diariamente qué había de malo en él. Algo suyo no encajaba en la sociedad. Y a veces, en la más profunda soledad, se sentía vacío. Vacío de intereses. Vacío de inquietud. Vacío de sí mismo», escribe Loyola.

Luca simplemente «no sabe qué hacer con su vida», cuenta la autora. «Tiene una terrible crisis vocacional, pero no busca ayuda ni tampoco la recibe. Por eso pasa todo el día en su casa jugando computador. La situación se hace insostenible para él, ya que debe lidiar con los constantes regaños de su padre, quien luego de llegar cansado del trabajo, lo trata de ‘vago’, ‘flojo” y ‘poco hombre'».

Finalmente, cuando Luca se entera de la existencia de Kancer, un país pensado para los inadaptados sociales, decide emprender el rumbo, agrega. «En realidad, Kancer es su escape».

Con este libro, Loyola logró un Watty Award como una de las mejores obras 2017. Fue una de las 50 elegidas entre las historias en español, donde participaron 280.000 relatos.

«He recibido comentarios muy buenos. Muchos jóvenes han escrito que se sienten identificados con Luca y que si pudieran, armarían sus maletas ya mismo y correrían a Kancer», comenta.

Simpatía con los marginados

La escritora cuenta este personaje no está basado en alguien en específico, sino en varias personas.

«He conocido muchos jóvenes –y en algún punto lo he experimentado yo misma- que se sienten profundamente presionados por sus padres, o familiares, a desarrollarse académica o laboralmente en ámbitos que no tienen nada que ver con ellos», explica.

«No se trata de victimizar a la juventud ni transformar en demonios a los papás, porque está claro que sus intenciones, en la mayoría de los casos, son buenas. Pero es un hecho que no te educan para desarrollarte en aquellas áreas en las que eres bueno, ni para ser feliz; la educación en Chile es demasiado universal. Para todos lo mismo. Pero no somos todos iguales, entonces quedan muchos desconectados, sin saber para qué son buenos. Es una situación frustrante que se ve a diario», dice.

Su experiencia en el aula ha ayudado, sin duda, a Loyola en su labor como escritora. «La experiencia de la escuela ha quedado de registro en mis obras de manera evidente. Eso sí, desde mi mirada como alumna, más que como profesora».

«Sí, ejerzo, pero desde otro lado. Cuando salí de la universidad tomé la decisión de no entrar a trabajar en un colegio. Continué con mi trabajo de tesis y utilizando la misma metodología que diseñé para la investigación, instauré el primer taller de comprensión lectora de Chile. En eso trabajo actualmente, y también realizando talleres de escritura. Me ha ido súper bien», dice.

Loyola comenta que sus influencias son muy variadas. «Me gusta la pluma clásica de Benedetti, Kafka y Viera-Gallo. Son mis autores favoritos. Pero también disfruto de literatura juvenil como ‘Hasta la última palabra’ de Tamara Ireland Stone, o ‘Método 15/33’ de Shannon Kirk, últimas dos novelas que leí y amé. Pero, y esto no podría dejar de decirlo, uno de los más grandes referentes en mi universo de influencias es sin duda el maestro Stephen King».

El factor comic

Un plus de esta obra son las ilustraciones del dibujante boliviano Peñaloza, que ha vivido la mayor parte de su vida en Argentina. Cuenta en su currículum el libro «Luna de Plutón”, del venezolano Angel David Revilla (Dross), publicado por Editorial Planeta (2015) y el cómic argentino «Daemonium» que luego se transformó película y hoy está en Netflix.

En un inicio, Loyola pensó «Kancer» como un cómic. Por eso contactó a «Jota». Pero luego se le ocurrió transformarlo en novela gráfica y funcionó. «Los lectores engancharon más. Se produjo una mezcla estupenda entre un relato intenso e ilustraciones tipo cómic o manga».

«La experiencia ha sido fantástica. Creo que fui afortunada de dar con Jota, por varias razones. Primero, porque se formó una amistad entrañable. Como hablamos todos los días, le he agarrado mucho cariño. Segundo, tuve la suerte de que quisiera sumarse al proyecto un ilustrador tan profesional como él. Tercero, creo que he aprendido un montón. A trabajar en equipo, a respetar tiempos, a desarrollar un plot, por ejemplo, o descripciones de imágenes, etc. Trabajar con un ilustrador, y en particular con Jota, ha sido muy significativo y enriquecedor para mí», dice la autora.

«Lo que me gustó de la trama es que el personaje principal tiene el problema que tuvimos y tenemos muchos jóvenes de hoy», comenta por su parte el ilustrador.

Para él, «Kancer» habla de «la incertidumbre de nuestro futuro. El dudar de nosotros mismos y nuestras decisiones. Luca representa muy bien esas angustias. Y es como nuestro héroe porque decide hacer algo muy radical para probarse a si mismo y los que no creyeron en él de que tiene un futuro mejor».

El ilustrador destaca que Loyola tiene «humor, melancolía y suspenso. Siempre encuentras algo que te gusta. En ‘Kancer’, ella creó el personaje de Yoshi, la mascota del protagonista. Y para ser solo un perro y sin diálogos, atrapó a todos los lectores con su personalidad».

Insatisfacción con el Chile actual

Los personajes maltratados son parte de la obra de Loyola. El año 2016, tras 80.000 lecturas en la misma plataforma, Loyola publicó en papel «Hoja de otoño» (Ediciones B), protagonizado por una chica que sufre bullying. Un maltrato que ella misma sufrió en algún momento en el colegio y le ayuda a empatizar «con aquellos que sufren un acoso constante. Las huellas pueden ser imborrables».

«Me parecen interesantes los personajes marginales. Aquellos que se quedaron fuera del camino. Creo que en el drama reflotan las mayores virtudes humanas».

Sin embargo, concede que ambos libros son muy diferentes. «‘Hoja de Otoño’ es una novela muy dulce, llena de romanticismo. ‘Kancer’ es un relato más crudo, muestra una visión de la realidad diferente. Quizás el punto de conexión sea ese, que ambos personajes son marginados desde sus distintos rincones».

En el libro hay una insatisfacción con la realidad. ¿Es algo adolescente o va más allá de la edad?

– Va más allá de la edad. Yo no soy adolescente y comparto varios pensamientos del protagonista. Creo que nuestra sociedad funciona en base a las apariencias y al dinero. Y los estereotipos de «personas bien» nacen de allí. Existe un parámetro desde el cual nos miden a todos: ¿Cómo te fue en el colegio? ¿A qué carrera entraste? ¿En qué universidad? ¿Cuánta plata ganas en tu trabajo? ¿Vas a tener hijos? ¿Te vas a casar? El punto es, ¿qué pasa con la gente que se sale del parámetro? Tienden a ser catalogados como inadaptados y el trato es diferente. La presión es grande y eso me parece injusto. Cada uno debería tener la libertad de armar su vida como se le plazca y la educación debería velar porque cada persona logre desarrollar la mejor versión de sí misma y no ser una reproducción.

 

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