Opinión
Chile, un país que mucho tiene de isla por sus extremas características geográficas y que se enfrenta día a día al permanente desafío de la conectividad de su población dada su larga extensión, es un escenario perfecto para el desarrollo de políticas públicas que fomenten la inclusión de su instituciones a un “quehacer y un pensar digital”.
El desarrollo de internet en los últimos años, bien llamado “la cuarta revolución”, cambió la vida de las personas, de las ciudades y la manera de hacer gestión. Llegó para cambiar paradigmas, para desafiarnos y estimularnos a un mejor quehacer. En el ámbito de los negocios generó una transparencia en los precios estimulando la sana competencia, una mayor transparencia de la valor por medio del uso de reviews y comentarios de los mismos consumidores y costos marginales gracias a la posibilidad global de escalar los negocios. En la cultura, el avance ha sido bastante más lento.
Chile, un país que mucho tiene de isla por sus extremas características geográficas y que se enfrenta día a día al permanente desafío de la conectividad de su población dada su larga extensión, es un escenario perfecto para el desarrollo de políticas públicas que fomenten la inclusión de su instituciones a un “quehacer y un pensar digital”. Con acierto los distintos gobiernos chilenos han apostado por transformar a Chile en el más importante hub tecnológico de Latinoamérica. Lo que se transforma en una oportunidad inigualable para que nuestro país sea un laboratorio natural y semillero de la futura cultura digital latinoamericana en el ámbito de las industrias creativas. Lo que no siempre ha ido de la mano con las iniciativas que nos pongan a un nivel de “clase mundial” en estas materias.
La impresionante infraestructura cultural levantada durante los últimos 15 años a lo largo de nuestro país nos presiona a diseñar y adoptar soluciones creativas, innovadoras y radicales en la manera de hacer gestión. Las herramientas tecnológicas y digitales son de urgente aplicación y bajos costos. Nos ayudarán a una mejor gestión, mayor transparencia en el uso de los recursos públicos y a una relación más directa con las audiencias.
¿Qué desafíos y prioridades contemplan los candidatos presidenciales en sus programas, respecto a la incorporación de una “cultura digital” en el management cultural? Es una pregunta que poco se ha planteado en este debate, con respuestas muy necesarias para transformarnos en un país que realmente se tome en serio la cultura y genere un real aporte a nuestra economía.
Por Alejandra Martí, Directora Ejecutiva Opera Latinoamérica
