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Julio Jung: “Un actor debe ser creíble y me importa un rábano si es bueno o no” Actor protagónico en “…Y de Pronto el Amanecer”, la película triunfadora de Montreal

Julio Jung: “Un actor debe ser creíble y me importa un rábano si es bueno o no”

Patricio Olavarría
Por : Patricio Olavarría Periodista especializado en Política Cultural
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Siempre vigente, el multifacético actor, que vuelve al cine como Pancho Veloso, un escritor de farándula que se reencuentra con su pasado y sus orígenes en el sur del mundo, desde donde escapó hace 45 años para salvar su vida, nos cuenta un poco de su tercer trabajo realizado bajo la dirección de Silvio Caiozzi, y de lo que espera de esta nueva producción chilena que se estrena el jueves 12 de abril.


Se podría decir que Julio Jung (Santiago, 1942), nombre que ya es casi una institución por su larga trayectoria en el teatro, la televisión, y el cine, historia que se remonta a los años sesenta cuando trabajó con Silvia Piñeiro, el Ictus, y la Manivela, programa que marcó una época en la pantalla chica, no guarda mayores secretos sobre su oficio. Más bien se mueve como uno de esos viejos cracks, que saben muy bien como ubicarse en la cancha y a quien entregar el balón.

Actualmente permanece activo haciendo teatro con “Me cargan los optimistas” del Francés Iván Calbérac, bajo la dirección de Jesús Codina, pero a su vez, está expectante porque “… Y de Pronto el Amanecer”, película en donde tiene el rol protagónico, representa un desafío importante. No solo porque Silvio Caiozzi despliega una historia en donde lo exigió al máximo, sino también porque debe asumir a un personaje que enfrenta un pasado, que como todo pasado y memoria, no es fácil de encarar, y a veces cuesta reconocer.

Sin embargo, Julio Jung, tiene la pericia más que suficiente para asumir al juez, como él mismo confiesa, que es el público, como también, la madurez de haber interpretado a personajes complejos y no fáciles de asimilar con los que se ganó los premios a Mejor Actor tanto en Coronación, año 2000 (festivales de la Habana, Huelva y Viña del Mar), y Cachimba, año 2004 (festivales de Huelva, Biarritz y Cartagena).

No tuvimos mucho tiempo, pero se dio el espacio para recibirme y conversar algunos minutos. Hombre de Mediomundo y por qué no decirlo, también de muchos mundos, que con sus ojos caídos y su mirada aparentemente fatigada, habla con la lucidez y el entusiasmo de alguien que ama y cuida lo que hace.

– ¿Cómo ha sido volver a trabajar con Silvio Caiozzi?

Esta es la tercera película que hago con Silvio y para mí fue una experiencia notable y extraordinaria. Siempre me ha pasado lo mismo al trabajar con Silvio, tanto en Coronación como en Cachimba. Pero acá se da algo diferente y que tiene que ver con que estamos frente a un trabajo extraordinariamente creativo. Una película en donde transcurre la vida de un hombre que se enfrenta a su memoria, a sus recuerdos, a su mundo de origen, tal como él interpretaría literariamente su vida. Empieza por fin a escribir su experiencia y eso hace que este trabajo sea especial y también diferente.

– ¿Qué hay de Pancho Veloso en Julio Jung?

En la vida real no tengo mucho que ver con el Pancho Veloso que nace en Chiloé, pero lo que significa interpretar o vivir al Pancho Veloso, quien es expoliado de su tierra cuando quería ser un poeta y lo llamaban el escritor de muertos porque escribía los epitafios, es sencillamente increíble. Es una historia fuerte e intensa. Ahí uno siente muchas cosas y el mundo interno de uno se conmueve. Además toda esta imaginería que puede existir solo en el sur y más aún en Chiloé. Todo esto es fantástico y especial a la vez. Encarnar en este sentido al personaje no es menor porque significa entrar en toda esa historia y en ese mundo increíble al que se debe enfrentar y con el cual también de alguna forma se reconcilia.

– ¿Fue difícil rodar en Chiloé?

Rodamos en pleno invierno y hubo escenas que realmente no se podían hacer porque necesitábamos a veces el sol o la lluvia y veces no había nada de eso. El tiempo y el frío son inesperados. Me dijeron que tenía que abrigarme mucho y la verdad es que nunca sentí tanto frío. Entonces también estás frente a esta cosa inhóspita y cambiante de la naturaleza que tiene el mundo austral. Fíjate que a mí me tocó muchas veces rodar solo o con Sergio Hernández o Arnaldo Berrios, o escenas completas que en donde paseaba por rincones y humedales maravillosos. En ese momento era distinto, era sentir sensaciones conmovedoras y que realmente te dejan en un plano o estado mental muy especial. Por un lado es el paisaje que sencillamente te sobrecoge, y por otra parte estás tú como ser humano solo, interpretando a un personaje que viene a reencontrarse con todo este mundo de su infancia, sus recuerdos y la propia magia que tiene esta tierra.

– ¿Cómo entra usted en este personaje?

Lo que pasa es que existe el Pancho Veloso que nace en Chiloé, el que se cría allá y el trasplantado que llega a Santiago y que se convierte en un escritor de farándula, de consultorio sentimental como Jean de Fremisse al estilo del Gato Gamboa hasta que empieza a subir el escalón social por decirlo de alguna forma. Se casa con una mujer pudiente y la piel le empieza a cambiar y cuando regresa a Chiloé tiene un primer encontronazo que se nota, que es con Sergio Hernández, en donde se marcan diferencias y ambos lo notan. Ya no es el mismo Pancho Veloso de Chiloé, el de su infancia. Ya la ciudad, la vida en la capital lo ha cambiado. Sin embargo, mientras más tiempo pasa en el lugar de su origen, empieza de a poco a ser él mismo. Ósea el Pancho que se arrancó termina siendo ese personaje que en el cementerio brinda por los muertos y ahí siente que encuentra su lugar, un espacio de pertenencia.

– En ese sentido la película tiene un lenguaje muy poético.

Claramente. Y te darás cuenta que el lenguaje que utiliza Pancho Veloso para relatar es un lenguaje literario. Él está escribiendo su misión hasta reconocer el lugar en donde debe estar y no en otra parte. Pancho Veloso se expresa de manera literaria y vive obviamente su vida también así. Percibe su existencia, su entorno  y su memoria como una experiencia literaria. Eso hace de él un personaje muy complejo pero muy querible al mismo tiempo.

– ¿Son complicados los personajes de Caiozzi?

Bueno Silvio es muy meticuloso y él te ayuda como Director. Podría decir que el primer personaje que hice con Silvio que fue en Coronación, fue muy complicado porque era un tipo sin sentido del humor, aburrido, un tipo castrado porque le prohibieron tener sexo y se dedicaba a coleccionar bastones. Pero es un tipo castrado por su familia y por una religiosidad extrema, que no podía ni siquiera pensar en la masturbación. Ese es Andrés Avalos criado por una abuela loca hasta que la nana joven le despierta la libido explosivamente y termina loco él. En cambio en el segundo papel en Cachimba tengo que hacer de un tipo alcohólico, bipolar extremo. Piensa que yo casi nunca he bebido, salvo en escasas ocasiones cuando tenía ganas de conquistar a alguien, pero en realidad no tomo y nunca me ha dado ningún placer ni nada. Entonces este personaje ahora que es Pancho Veloso, que es un chilote que además se interna en la urbe santiaguina y que después de años vuelve a una tierra que ya creía perdida, para finalmente encontrarse con sus muertos y su pasado es conmovedor y muy literario. En este sentido traté siempre de ser Pancho Veloso, encarnar el personaje convertirme en él y no solo actuarlo.

– Es una película que dura tres horas pero se asimila rápido

Es una película que pasa muy rápido porque suceden muchas cosas. El problema es que cuando las películas pasan lento es porque no tienen mucho que decir, ósea se dilatan en palabrería. Incluso vi una serie de Netflix que duraba como cuarenta capítulos cuando realmente deberían haber durado ocho.  Ahora hay grandes películas largas como la Lista de Schindler por ejemplo, o Magnolia. Todo es relativo como cuando lees un libro. Escribes mil páginas si tienes como hacerlo, si sabes cómo escribir esas mil páginas y Silvio filma en muchas horas porque le nace hacerlo y porque hay un lenguaje que lo permite, y que además él necesita como director. Eso me parece extraordinario porque si no se sintiera satisfecho no lo haría.

– Lo que usted dice es como cuando se empieza una novela que si a uno no lo atrapa rápido se corre el riego de dejarla.

Exactamente. Entonces Silvio está consciente de esto. Además es difícil tocar a la guagua cuando nace. Ahora ya nació y está completa. Realmente uno la quiere y se enamora y no la toca. Y eso está bien porque es el padre o la madre que lo sienten así.

– En esta película hay varios actores jóvenes que tienen roles importantes como Mauricio Riveros y Magdalena Müller ¿Cuál es su opinión?

Me parecen fantásticos porque son creíbles. Porque para mí lo importante es que un actor sea creíble y me importa un rábano si es bueno o no. A mí me parece fundamental que exista diversidad, además acá trabajamos actores viejos y con mucha trayectoria y gente muy joven que está empezando en el cine o el teatro. Entonces esto es magnífico porque además habla de un trabajo de dirección muy diverso y dúctil. Por ejemplo las teleseries extranjeras son transversales. Están los gordos, los flacos, los adultos mayores, menores, el abuelo, el nieto, el blanco y el negro y las distintas formas que tiene el mundo. No puede ser que la televisión chilena te ponga generalmente a un tipo físico siempre igual. Son todos rubios. Somos un país latinoamericano y somos una mezcla. Ahora hay más mezclas y que bueno que se produzcan y que exista la diversidad y la diferencia.

– ¿Cómo es su relación con el público Julio?

Me gusta sentir al público y para mi es en parte mi juez. No creo que el público de hoy es el mismo de los años cincuenta, sesenta o setenta. En esa época teníamos que hacer obligatoriamente a los grandes dramaturgos y hoy vemos que también se utiliza la comedia, y ésta cuando está bien hecha es bienvenida. Siempre es sano el humor y a todos nos hace bien, sin humor somos aburridos y una sociedad necesita reírse también de sí misma.

– ¿Estamos muy grave los chilenos?

Yo creo que hace bien reírse y tener alegría. Eso es lo que se había perdido. Ahora también se exagera pero debe existir diversidad de hacer obras cómicas y también serias y así también el público tiene más oferta para elegir que es lo que quiere ver.

– ¿Y cómo ve Julio Jung en su viaje como actor y hombre político en el tiempo a Chile?

Yo tengo una mirada conflictiva o de dulce y de agraz. Este es el momento de los sociólogos porque hay que analizar que es verdaderamente este país. No somos un país tan chico pero podemos ser un país pobre. Creo que hay que superar la desigualdad que existe porque todos tenemos el derecho a disfrutar de cosas esenciales como la cultura, la música, el arte, la literatura, el deporte.

– ¿Cuáles son sus expectativas Julio con “Y de Pronto el Amanecer”?

Todas las que pueda haber. Ya la expectativa de ganar Montreal era bastante sobresaliente dado que es un Festival Clase A y se ganó. Espero que el público durante la primera semana replete las salas, para que pueda continuar una segunda, tercera, cuarta y quinta semana. Creo que se trata de una gran película y de una gran oportunidad para el público chileno.

 

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