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Perturbadoras confesiones: Alberto Fuguet cuenta en libro de no ficción haber violado a una mujer CULTURA

Perturbadoras confesiones: Alberto Fuguet cuenta en libro de no ficción haber violado a una mujer

Gonzalo Schwenke
Por : Gonzalo Schwenke Profesor y crítico literario
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En el libro de no ficción, «VHS», el escritor y cineasta narra sus experiencias sexuales que lo llevaron al homoerotismo. Entre relatos que lo conectan, además, con el cine, el autor de «Mala Onda» confiesa como un hecho anecdótico cuando, impulsado por un amigo, llegó a violar a una joven asesora del hogar. “¿Qué sabía de sexo con mujeres? Casi nada, y mis manoseos a prostitutas sin que se me parara o con una empleada doméstica mapuche que Julio Facusse prácticamente me obligó a violar cuando yo tenía quince años y ella no más de dieciocho, me dejaron claro que por ahí no iba la cosa».


VHS son las memorias de Alberto Fuguet vinculadas a las experiencias de ir al cine o de arrendar VHS en videoclubes. Este fanatismo que apareció desde su adolescencia, es relatado durante 426 páginas dividas en nueve capítulos y que simulan las teclas de videocaseteras. En ellas, podemos leer extensos comentarios sobre la industria cinematográfica, algunos directores, actores, actrices y películas favoritas que dominaron la escena de los setenta y ochenta, más las experiencias homoeróticas del autor.

En la nota introductoria se hacen explícitos los márgenes en que se moverá esta obra: la no ficción, en cuanto que campo de la realidad. Hay que indicar que este es el tercer libro en el ámbito, luego de No ficción (2015) y Sudor (2016); de este modo se distancia de la literatura de ficción como Mala onda (1991), Tinta Roja (1998) o Las películas de mi vida (2003).

En este volumen la voz es la del escritor sin intermediarios. Asunto que es confirmado dos veces: “Aún no confiaba en la no ficción, en una voz que pudiera ser creativa y literaria pero no por eso menos real o mía. Primera persona, relato real, confesión” (18); y a continuación: “Este libro no es una novela ni una ficción anclada en la realidad; es un intento por narrar y articular recuerdos cinéfilos. Son unas memorias”.

Es necesario señalar que la memoria permite recuperar recuerdos y hacer identidad. Por lo mismo, el cine y su identidad sexual son parte central de la identidad del narrador.

En la página 364, Fuguet relata sus primeros pasos en el taller de la SECh, los iniciales cuentos influenciados por Bukowsky, el entusiasmo que le causó lograr que los compañeros de la Escuela de Periodismo creyeran que era parte de un mundo oscuro.

[cita tipo=»destaque»]En este volumen la voz es la del escritor sin intermediarios. Asunto que es confirmado dos veces: “Aún no confiaba en la no ficción, en una voz que pudiera ser creativa y literaria pero no por eso menos real o mía. Primera persona, relato real, confesión” (18); y a continuación: “Este libro no es una novela ni una ficción anclada en la realidad; es un intento por narrar y articular recuerdos cinéfilos. Son unas memorias”.[/cita]

Recién ingresado a la universidad y con poca experiencia sexual con el mundo femenino, afirma sin mayor consternación, e incluso de manera anecdótica: “¿Qué sabía de sexo con mujeres? Casi nada, y mis manoseos a prostitutas sin que se me parara o con una empleada doméstica mapuche que Julio Facusse prácticamente me obligó a violar cuando yo tenía quince años y ella no más de dieciocho, me dejaron claro que por ahí no iba la cosa. Las únicas mujeres que podían redimirme tenían que ser extremadamente ricas y sofisticadas e inteligentes, todas me parecían inabordables (de ahí su gracia) y estaban lejos y adentro de una pantalla”.

Con el tono que lo caracteriza, Fuguet, un tipo políticamente incorrecto, da cuenta, con desparpajo, de una violación. Un acto repudiable, realizado por este autor y relatado como no ficción, por tanto “real”.

Fuguet se suma, con esto, a la violencia patriarcal sin que se le mueva un pelo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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