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Obama retoma conversaciones contrarreloj para evitar la suspensión de pagos

En los encuentros Obama tratará de convencer a unos y otros de la necesidad de un acuerdo amplio que permita reducir el déficit de Estados Unidos y al mismo tiempo subir el tope de endeudamiento, que es en la actualidad de 14,29 billones de dólares.


El presidente estadounidense, Barack Obama, redobló este miércoles sus esfuerzos para alcanzar un pacto bipartidista que ponga fin a la crisis de la deuda y evite la suspensión de pagos, con una nueva convocatoria en la Casa Blanca a los líderes republicanos y demócratas en el Congreso.

Tras un paréntesis de seis días, Obama volvió a llamar a ambos bandos, por separado, para tratar de acercar posturas a menos de dos semanas del 2 de agosto, fecha en la que el Tesoro de EE.UU. ha dicho que se quedará sin fondos.

El nuevo impulso viene dado por la llamada propuesta del «Grupo de los Seis», que lanzaron ayer conjuntamente tres senadores republicanos y tres demócratas, y que fue alabada por el propio Obama al calificarla de «consistente» con su propio enfoque.

«La propuesta del Grupo de los Seis es un enfoque amplio con el que estamos de acuerdo, es un marco que nos permite trabajar en una propuesta bipartidista de largo plazo», dijo Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, en su rueda de prensa diaria.

En primer lugar, Obama recibirá a los líderes de su partido, el demócrata, en la Cámara de Representantes y Senado.

Posteriormente, se reunirá con el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y con el líder de la mayoría republicana en esa Cámara, Eric Cantor.

En los encuentros Obama tratará de convencer a unos y otros de la necesidad de un acuerdo amplio que permita reducir el déficit del país y al mismo tiempo subir el tope de endeudamiento, que es en la actualidad de 14,29 billones de dólares.

El presidente estadounidense se mostró esperanzado ante el plan del «Grupo de los Seis», que apunta a un recorte de 3,7 billones de dólares en la próxima década, ya que no solo prevé reducciones en el gasto público, sino que también contempla una reforma fiscal para aumentar los ingresos.

No obstante y ante la gravedad de la situación, la Casa Blanca aseguró hoy por primera vez que estaría dispuesta a aceptar un acuerdo de corto plazo que permita eludir la suspensión de pagos si el Congreso necesita «unos pocos días» para terminar de dibujar un acuerdo amplio que incluya una reducción ambiciosa del déficit.

«Estamos en la última hora, y no nos queda mucho más tiempo», dijo ayer Obama, al llamar a un enfoque bipartidista y recordar que estaba en juego la solvencia crediticia de EE.UU.

Aunque agencias de calificación de crédito como Standard & Poor’s y Moody’s ya han anunciado que revisarían su calificación de la deuda de EE.UU. ante la posibilidad de que se declare en mora, los mercados han mantenido por el momento la confianza en que Washington evitará tal escenario.

Por su parte, China, el mayor tenedor de deuda estadounidense, emitió hoy un comunicado en el que dice esperar que el Gobierno estadounidense «aplique medidas y políticas responsables que impulsen la confianza de los mercados financieros internacionales y protejan los intereses de los inversores».

El pulso político que mantienen los dos partidos del país se escenificó anoche en la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, que aprobó una propuesta de ley denominada «Cortar, controlar, limitar», promovida por el movimiento conservador del «Tea Party».

El plan de reducción de déficit consistente en «Cortar, controlar, limitar», que previsiblemente será rechazado en el Senado -de mayoría demócrata-, contempla agresivos recortes en el gasto público y condiciona el aumento en el tope de la deuda nacional a una enmienda constitucional por la que se exija en lo sucesivo un presupuesto equilibrado, algo rechazado por Obama y los demócratas.

Curiosamente, en lo que puede ser interpretado como en un guiño cómplice o una simple coincidencia, la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca anunció hoy el cierre de 373 centros de recolección de datos estadísticos para finales de 2012 dentro del objetivo de la Administración de Obama de eliminar 800 de estos centros para 2015 y ahorrar 3.000 millones de dólares a los contribuyentes.

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