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Francia y Alemania convirtieron la estabilidad del euro en una «línea roja»

Antes de que comenzara la cumbre del G20 (países desarrollados y los principales emergentes) el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, fue convocado por los máximos mandatarios de Francia y Alemania para que explicara por qué había convocado, sin previo aviso, un referéndum sobre el plan de rescate acordado el pasado 27 de octubre en Bruselas.


Los líderes europeos del G20 hablaron en la cumbre de Cannes de los problemas de la zona euro y de cómo impulsar la economía mundial, pero la crisis griega sacó a colación la discusión de hasta dónde puede llegar la autonomía de acción de un estado miembro.

Antes de que comenzara la cumbre del G20 (países desarrollados y los principales emergentes) el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, fue convocado por los máximos mandatarios de Francia y Alemania para que explicara por qué había convocado, sin previo aviso, un referéndum sobre el plan de rescate acordado el pasado 27 de octubre en Bruselas.

Ningún dirigente europeo se ha atrevido a criticar el principio democrático que supone el hecho de que un gobierno, elegido por los ciudadanos, convoque un referéndum sobre una cuestión tan importante como un plan de rescate.

«El principio del referéndum es legítimo, pero no podemos mantenernos en una incertidumbre prolongada», dijo el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tras recibir las explicaciones de Papandreu.

Y en la incertidumbre, en el euro, en las «normas libremente acordadas por un Estado miembro», como dijo Sarkozy, es donde se sitúan lo que él mismo presidente francés definió como «las líneas rojas», las que son infranqueables.

Francia y Alemania, como los otros países del eurogrupo presentes en Cannes, ya advirtieron a Grecia que todo era el mismo paquete: la aceptación del plan de rescate griego, que suponía una quita de un 50 por ciento de la deuda privada, y la permanencia en el euro.

Y entonces se planteó la siguiente pregunta, que ni el Tratado de Lisboa es capaz de responder: ¿puede un país salirse del euro sin salirse de la UE?.

Pero para Grecia, salirse del euro supondría el inmediato rechazo en los mercados de capitales, una pérdida de competitividad y, en suma, la profundización de los problemas económicos actuales, ya que no contaría con ayudas europeas.

Sarkozy dijo que no les correspondía ni a Francia ni a Alemania «decidir» sobre el referéndum, pero sí agregó que ninguno de los dos podían comprometer el dinero de los contribuyentes si no se respetan los compromisos del 27 de octubre.

Angela Merkel lo corroboró: «el euro tiene que ser estable y lo queremos lograr mejor con Grecia que sin Grecia. La estabilidad del euro es nuestra prioridad».

Papandreu volvió a Atenas y el referéndum se desconvocó, a cambio de la formación de un gobierno de concentración nacional. Algunos dirigentes europeos afirmaron en Cannes que la advertencia de Francia y Alemania había ayudado a la «toma de conciencia» del gobierno y oposición griegos.

En la rueda de prensa final de la cumbre de Cannes, Sarkozy tuvo que contestar una cuestión espinosa que incidía en la idea de soberanía nacional y tuvo que rechazar que hubiera ejercido presión alguna para conseguir un cambio de gobierno en Grecia o Italia.

Sarkozy dijo que no le correspondía a él elegir a los gobiernos, pero que «si no se cumplen las reglas se sale de Europa» e incidió en el condicionante: para que exista la solidaridad de otros socios de la Unión Europea, es necesario que todos los países «asuman las reglas».

A juicio de Sarkozy, «todo el problema reside en la reconciliación de Europa con sus pueblos».

Y ahora Italia, que ha pedido la supervisión trimestral del FMI y de la Comisión Europea de sus reformas económicas para un ajuste fiscal, también se acerca a la «línea roja» que es la estabilidad del euro.

Y aparejado a todo este problema surge de nuevo la preponderancia del directorio franco-alemán, las dos potencias económicas de la eurozona, en la toma de decisiones referidas al euro.

Sarkozy negó que él y Merkel formaran un «directorio brutal» en la gestión de la crisis europea y más bien justificó su actuación por «la falta de liderazgo» en la construcción europea.

«Si hay un problema en Europa no es de exceso de liderazgo, sino de déficit de liderazgo», señaló Sarkozy en otra rueda de prensa. Con un tono de cierta indignación, dijo: «lo que hacemos, no lo hacemos por gusto, lo hacemos por necesidad».

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