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Batalla de los británicos contra las bebidas azucaradas: el camino a seguir Opinión

Batalla de los británicos contra las bebidas azucaradas: el camino a seguir

Guillermo Paraje
Por : Guillermo Paraje Profesor Escuela de Negocios Universidad Adolfo Ibáñez, activista en la causa contra el tabaco
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«En Chile existe ya un impuesto a las bebidas azucaradas (bastante bajo, por cierto) pero existe un vacío preocupante en lo que hace a la comercialización de dichas bebidas: no hay, por ejemplo, restricción alguna a la publicidad que se dirige directamente a menores (Chile tiene la segunda mayor tasa de obesidad infantil de América); ni restricción alguna a la publicidad en espectáculos deportivos. Se relacionan actividades saludables, como el deporte, con ingesta de bebidas no saludables».


El gobierno británico, para sorpresa de todos, acaba de anunciar que en el plazo de dos años comenzará a aplicar un impuesto sobre las bebidas azucaradas (gaseosas). Espera recaudar anualmente unos 750 millones de dólares que serán destinados a programas deportivos en escuelas. Con esto, se da un primer paso decisivo para intentar disminuir el sobrepeso y la obesidad, uno de los principales factores de riesgo de salud en el Reino Unido.

El impacto económico que genera la obesidad y el sobrepeso, por mayores gastos en el sistema de salud y por pérdidas de bienestar y productividad de las personas, es cuantioso. Y, aunque las bebidas gaseosas no son las únicas responsables por el aumento de la obesidad y el sobrepeso, contribuyen bastante. La ingesta máxima diaria de azúcar (para que dicha ingesta no produzca sobrepeso) para una persona de 11 años o más es de 30 g; una lata de Coca-Cola de 330 ml tiene 35 g. Quiere decir que con solo una lata se supera la ingesta diaria y a eso debe agregársele dulces, mermeladas, galletas, cereales, chocolates, néctares y jugos, etc.

El resultado es un consumo de azúcar que incrementa la cantidad de calorías ingeridas y que debiera tener a los niños saltando y corriendo durante la mayor parte del día para ser consumido. No hay programa de ejercicio escolar que alcance con semejante combinación. Las bebidas azucaradas además de contribuir con calorías tienen la característica de que no contribuyen con nutriente alguno, ni producen saciedad: son calorías “gratuitas”, ya que no quitan el apetito.

Una revisión sistemática reciente (estas revisiones son estudios que recopilan toda la evidencia existente sobre un tema de una manera sistemática) encontró que el consumo de bebidas azucaradas está asociado con un aumento en la ingesta calórica (por encima de las calorías contenidas en dichas bebidas), un incremento en el peso, en la prevalencia de diabetes tipo 2, hipocalcemia (deficiencia de calcio), incremento en fracturas óseas, caries, hipertensión arterial, etc. Todo eso a cambio de ningún nutriente.

En Chile el consumo de bebidas azucaradas produce una pérdida anual de 10.750 años de vida saludables, en adultos entre 20 y 65 años de vida. Solamente en ese grupo y cada año. Más del 65% de esa pérdida está relacionada con la diabetes, enfermedad que concentra una proporción no menor de lo que se gasta, por ejemplo, en el AUGE. Dicho consumo produce unas 480 muertes anuales en ese grupo de población, más que el VIH/Sida, por ejemplo.

Dado esto, o se elije el camino de soportar muertes completamente evitables, aumentar el porcentaje de personas con sobrepeso y obesidad (Chile es uno de los cuatro países con mayor prevalencia de obesidad de América, y con una proporción que pasó del 25.3% en 2010 al 27.8% en 2014), y destinar cada vez más recursos a curar enfermedades causadas por el consumo de bebidas azucaradas; o se actúa decididamente sobre las causas.

En Chile existe ya un impuesto a las bebidas azucaradas (bastante bajo, por cierto) pero existe un vacío preocupante en lo que hace a la comercialización de dichas bebidas: no hay, por ejemplo, restricción alguna a la publicidad que se dirige directamente a menores (Chile tiene la segunda mayor tasa de obesidad infantil de América); ni restricción alguna a la publicidad en espectáculos deportivos. Se relacionan actividades saludables, como el deporte, con ingesta de bebidas no saludables.

Sirve como ejemplo actual que la maratón de Santiago está auspiciada por una de estas bebidas. ¿Por qué no comenzar a regular esto? ¿Por qué no empezar a cuidar a la población antes de que se enfermen por causas que son completamente evitables? Resulta más razonable recaudar impuestos y regular la comercialización de estas bebidas que gastar recursos para tratar enfermedades causadas por su consumo.

Guillermo Paraje
Economista
Universidad Adolfo Ibáñez

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