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El eslogan oculto de la guerra: «Kill them all»

Quizás lo que mejor resume lo que he visto de esta guerra es la frase que llevaba escrita en su casco de un soldado norteamericano; pegado al metal, notorio y reluciente bajo un sol de 40 grados, se leía: "Kill them all" (Hay que matarlos a todos).


Esta frase al señor Rumsfeld -quien ha estado tan apegado a la convención de Ginebra-, le va a pesar más allá de la conciencia. A él, como a todo el gobierno norteamericano, le será muy difícil convencer a millones de árabes que EEUU no está matando al mundo árabe.



El desbande que se ha producido en la población civil de Bagdad ante el avance avasallador de los marines tal vez refleje ese síndrome del "Kill them all" y demuestra, además, que los iraquíes pese a las arengas y declaraciones altisonantes de sus gobernantes, actúan como cualquier ser humano que enfrenta la brutal posibilidad de ser víctima de una masacre: huye en búsqueda de protección.



Por ahora, Bagdad no ha sido tomada. Las tropas de ocupación se encuentran agrupadas en torno al aeropuerto de la ciudad. En el frente norte no se han topado con mayor resistencia. Mientras en Nassiriyah, la ciudad shiíta del sur, aparecen las primeras muestras de "simpatía" hacia los marines, aunque la información es en extremo confusa.



La sobrestimada Guardia Republicana, que protege al régimen, solo aparece en escena esporádicamente. Lo que no puede ser de otro modo ya que, como dijimos desde el comienzo de la guerra, se trata de una fuerza diezmada, de apenas 30.000 hombres, y con un limitado poder de fuego.



El publicitado poderío armado de Irak ha sido un mero cuento. Como lo ha sido, aarentemente, el peligro de las armas químicas, que de "aparecer", lo harán a medida que las fuerzas de ocupación se vayan desplegando y haciéndose cargo del territorio iraquí.



En este tema, el Consejo de Seguridad de la ONU debe ser severo. No debe dejar pasar ningún intento de sembrar pruebas falsas que intenten legitimar la invasión. Hasta el momento, los medios que no están con la alianza transatlántica no han podido entrar a las zonas de combate ni a las líneas de abastecimiento para constatar la veracidad de la información aliada. Las tropas no solo "disuaden" a la población sospechosa, sino que se encargan de mantener alejados a los periodistas que no cuentan con la identificación que les permite hacer su trabajo cerca de las columnas militares.



Comienza las purgas



El plan diseñado para la estabilización y normalización de Irak, que fue elaborado con ayuda de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, será en breve el objetivo numero uno que tendrá el general Jay Garner, quien está designado para asumir el control de Irak post Sadam. Garner, en realidad, actuará como un típico ejecutivo que vela por los intereses de los grandes consorcios de armamentos, seguridad, infraestructura y petroleras que financiaron la guerra.



"No es que el modelo sea apocalíptico, sino que muy rendidor económicamente. Una inestabilidad limitada o sucesivas operaciones militares, como la que se aplica en Irak, fortalecen las finanzas de sectores de punta como las comunicaciones y energía. Además, le da vigor a las industrias manufactureras en declive", nos relata una fuente que opera dentro de los edificios de la OTAN. Su informe es escueto y no logramos que se pronuncie sobre los contactos entre Jay Garner y una oficina de asuntos humanitarios de la ONU.



La primera tarea del general Garner, quien goza de popularidad entre los kurdo por la ayuda que les brindó durante la Guerra del Golfo en 1991, está cumplida: poner en operaciones un servicio secreto en Irak que se encargue de llevar a cabo el plan de limpieza ideológica del pasado régimen. "Baas Party cleansing" o "Sadam Cleansing", son algunos de los nombres que desliza una fuente cercana al Comando Central establecido en Kuwait, bajo el nombre de Oficina para la Ayuda Humanitaria y Reconstrucción de Irak.



"Es vital comenzar ya la erradicación del partido Baas y sus militantes. Los mecanismos a utilizar son conocidos y se enmarcarán dentro de los códigos internacionales, en la medida de lo posible. Pero no se descartan ajusticiamientos en tiempo de guerra", agrega.



La caza de brujas o "limpiezas administrativas" son situaciones a las que los latinoamericanos estamos acostumbrado desde hace décadas. No hay que estar en el Irak para percibir lo que se viene. Es la clásica operación que se dio en Brasil, el año 64, tras el derrocamiento de Joao Goulart o con el general Ongania, en Argentina. Replicadas, también con éxito, en otras latitudes como Yakarta y la caída de Sukarno.



El General Jay Garner, el pacificador de Irak, es definido por sus promotores como "un multilateralista" capaz de conquistar a sus interlocutores en 15 minutos. Sin embargo, la mala prensa (Wall Street Journal y The Observer), ha optado por destacar sus potentes vínculos con el comercio de armamentos.



Las empresas Sy Colamen, Global Crossing, Halliburton, Private Comfort, son algunas de las que forman parte de su cartera de negocios y que han estado involucradas con el suministro de cohetes a Israel y en el montaje de infraestructuras petrolera en la zona.



Garner ya ha sellado los contratos de una parte sustantiva de la reconstrucción del Irak que incluye la transformación del mapa de la zona. El mundo árabe, digamos la población árabe que no profita con estos negocios, está asustada.



No solo los analistas árabes con que hemos conversado y que residen en la zona, siente que les están despedazando el mapa. La mayoría de la gente cree que pronto se empezará a hablar del ex Irak, a pesar de las declaraciones en contrario de la alianza transatlántica que ha prometido preservar la integridad territorial del país.



Del cúmulo de entrevistas que he realizado a los habitantes de esta zona se desprende el sentimiento que los embarga al constatar que están perdiendo sus tierras, pertenencias y hasta su forma de vida. El alto grado de angustia y pena en la población es generalizado. La gente tiene la sensación de que han regresado hasta a la época de la ocupación británica, a comienzos del siglo 20, o hasta la época del Imperio Otomano.



"Aunque el celular e internet estén expandidos, eso no significa que dejemos de ser árabes. Nunca dejaremos de serlo. Estas tierras nos pertenecen desde la antigüedad. Bajo el disfraz de la liberación, se esconde una invasión y una ocupación. Se colgarán de la impopularidad de Sadam, que es cierta, para establecer negocios con sus propias empresas", nos dice un comerciante iraquí de artículos electrónicos.



Interpretando sonrisas



La Casa Blanca, en 20 días de batallas y más de tres meses de preparación, lleva gastados miles de millones de dólares en el derrocamiento del régimen iraquí. Ahora, está concentrada en la toma de Bagdad, la cual en realidad se comenzó a planificar en las oficinas de la ONU, cuando el futuro Gobernador o Jefe del Irak, Jay Garner, se reunió con la vicesecretaria de la ONU, Louise Frechette, en diciembre de 2002, cuando recién comenzaba la segunda fase de las inspecciones de armas. Allí se concretó la connivencia de la ONU en este procedimiento fuera de la carta de la Naciones Unidas, como lo señaló el "Times" londinense, en su edición del 5 de marzo pasado.



Efectivamente, como lo está consignando la prensa internacional, la resistencia que han encontrado las tropas aliadas en Bagdad no ha sido como la que presentaron otras ciudades al comienzo de las operaciones militares. Ahora es distinto. A medida que la invasión se acelera, el pánico se ha generalizado, aunque todavía hay focos de resistencia, tan heroica como inútil.



Pese a que el país no ha sido plenamente sometido, ni menos estabilizado, los aliados ya están instalando un gobierno provisional. Es decir, se confirma la tesis de los termocéfalos de la administración Bush: Sadam no podría resistir un ataque. No se requería ni de inspecciones ni de tres meses de negociaciones. Los diseñadores de esta masacre tenían toda la razón: el régimen tenía los pies y las manos de barro.



Internado a 250 kilómetros en territorio iraquí se palpa el miedo de la población local. Los habitantes de Bagdad no saben qué hacer ante el procedimiento utilizado por el contingente de EEUU: crear un shock inicial y, si hay resistencia, arrasar. Por lo que hemos visto, en Bagdad esta táctica está dando resultados. La poco resistencia que va quedando en la capital la ofrecen tropas del diezmado ejército iraquí, partidarios acérrimos de Sadam y miembros disgregados de la Guardia Republicana.



Al contrario de lo que había anunciado tantas veces la prensa occidental, el gobierno iraquí no ha usado, hasta ahora, a civiles como escudos humanos, armas químicas, ni instalaciones hospitalarias o zonas residenciales para proteger a los fuerzas de la resistencia.



Todo esto lo palpamos a cierta distancia del frente, entre la carretera que une Turbay con Bagdad, y que es la ruta por donde pasan los pocos que aún quieren ir a defender la capital, reunirse con sus familias o para cuidar sus pertenencias. Los que salen hacia Amman deben recorrer cerca de 500 kilómetros de asfalto expuesto a los esporádicos ataques de la aviación aliada. La carretera está en la mira. Y eso todo el mundo lo sabe.



A pocas horas de iniciada la batalla por Bagdad, el pánico y la confusión dominaban a los habitantes que trataban de consolarse en que lo que se les venía encima era un cerco que asfixiaría a la ciudad hasta que cayera el régimen. El gobierno iraquí llamó a la gente a no exponerse y permanecer protegida. Pero los continuos bombardeo aéreos y las constantes entradas y salidas de tropas generan constante tensión.



El ejército regular iraquí está mermado y solo logra responden esporádicamente. La toma del aeropuerto de Bagdad ha sido todo un símbolo. Fue ocupado por los aliados y, pese a varios intentos por expulsarlos, las fuerzas iraquíes no han logrado dar el golpe "no tradicional"que anunció el gobierno para recuperarlo.



Los aliados están utilizando la táctica del desgaste sobre una resistencia que ve declinar su poder de fuego tras cada choque. En tanto, todo el mundo se pregunta dónde está Sadam. Anoche, se le dio por muerto junto a sus hijos; otros tienen la teoría que salió de Bagdad para organizar la resistencia "desde afuera".



Esta idea cobra fuerza y explicaría el aceleramiento con que los aliados intentan colocar un gobierno "títere", con exilados iraquíes, lo antes posible. EEUU está usando las mismas tácticas que usó en Vietnam: ante el vació de poder, colocar de inmediato a alguien de su confianza.



En las afueras de Bagdad, la percepción es la misma que teníamos en la frontera con Jordania. Los hechos que muestran los medios no se condicen con la realidad, los comentarios de la gente desmienten lo que se transmite. Hasta ahora, esta invasión es rechazada, aunque no se vean iraquíes resistiendo como en los primeros días.



Los panfletos que han circulado por las calles de Bagdad tienen un doble sentido, según mi traductor árabe. "Dicen que están para ayudar a la gente a liberarse, pero que al mismo tiempo exhortan a no oponerse a la tropa". Hasta en esto este derrocamiento es rudimentario.



El modelo irlandés



Irak tiene más de diez ciudades, aparte de Bagdad, con más de 100.000 habitantes y varias decenas de miniurbanos por sobre los 20.000. Cada una de estas zonas servirá para la infiltración de feyaidines, miembros de la Guardia Republicana o del ejército iraquí, que serán los encargados de mantener la resistencia.



Cuando planteé que Irak podría convertirse en otra Irlanda del Norte, no lo hacía pensando en la anunciada batalla de Bagdad. Pese a la obsesión de reemplazar al régimen de Sadam, a los aliados no se les escapa que enfrentarán una resistencia feroz en el futuro. Ya se habla de cinco años para el gobierno de transición.



En este sentido EEUU está cometiendo los mismos errores que ha cometido antes en otras latitudes. Los que huyen de la guerra no están dirigiéndose, en masa, hacia los campos de refugiados ni menos hacia el encuentro de sus libertadores. La mayoría se dirige hacia la frontera con Irán, que es la que queda más cerca.



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