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George W. Bush: El sheriff del mundo

Cuando Bush Jr. fue elegido Presidente por la Corte Suprema de EEUU -después de una elección rigurosamente intervenida-, nadie pudo anticipar que junto a este personaje nacido del nepotismo made in USA, rebrotarían en gloria y majestad conceptos y metodologías propias de la guerra fría.


La guerra fría fue un eufemismo utilizado en una lucha sin cuartel para erradicar del planeta la amenaza comunista. Como a la URSS -por el empate atómico- no podía ser atacada en "caliente", la meca del capitalismo optó por declarar la guerra en los planos: económico, científico-tecnológico; cultural y medial. Amén de combatirlo a directamente con marines, napalm y fuerzas aliadas en aquellas zonas bajo su égida o de alta sensibilidad estratégica.



Sin embargo, ahora que el comunismo no es una amenaza real, el sistema parece necesitar de un reemplazante para mantenerse a sí mismo. Es necesario que existen nuevas fuerzas externas y dispersas que asechan, esperando su oportunidad para intentar el asalto final al sistema. Por lo tanto, el esquema debe mantenerse, solo cambia el enemigo.



Esta es la mentalidad de Bush Jr., quien ha erradicado de su matriz de guerrero cualquier duda que apunte a descubrir si existe algo intrínseco en el capitalismo global que alimenta y desata las guerras. Así, a poco asumir, el presidente del poder planetario declaró -el 6 de marzo pasado- que las negociaciones con Corea del Norte sobre la cohetería se postergaban hasta nuevo aviso, mientras desencadenaba los bombardeos sobre Irak, "sugería" al Presidente Pastrana la intervención armada yanqui en Colombia, y anunciaba un esquema de "barrido" para futuras intervenciones en África y en Asia, o en cualquier lugar donde existan focos de conflicto que amenacen fuentes estratégicas del libre mercado.



Empero, George W. Bush tiene cara de niño y una sonrisa sinuosa. Tiene uno de esos rostros que parecen que no envejecen: una boca pequeña que cuando habla desaparece; usa sombrero y botas tejanas, y cuando entra a la Casa Blanca, se percibe al cowboy con dos pistolas al cinto. Esto podría ser hasta pueril e inocente: ¡quién no ha querido ser vaquero alguna vez!.



También podría ser tan solo una anécdota que el Presidente de EEUU sea incapaz de hablar de corrido y que muchos periodistas le apuntaron cruces entre concepto y fonética: suele confundir palabras y significados, como podología por pedofilia o trompa de Falopio por de felatio. Gracioso, sino se tratara del hombre que rige, desde Washington, los destinos del mundo.



Ante su irrupción en la política global, instituciones poderosas como la W. Wilson School en los EEUU y las Naciones Unidas, han desempolvado el rótulo "guerra fría" para describir el comienzo de una nueva era, la que coincide con la globalización, como si ésta fuera un fenómeno reciente. La llegada de Bush Jr. al poder y la permanencia de instituciones como la OTAN o los pactos de colaboración armada regionales en Asia, África y América Latina, delatan la continuidad.



En una de la obras más importantes de Stanley Kubrick -Dr. Strangelove-, en las imágenes finales observamos un cataclismo expresado con una extraña belleza: Plumas blancas y enormes se elevan en espiral mientras florece la devastación nuclear. Las plumas blancas, una tras otra, caen acompañadas de un fondo musical casi inocente, matizado con voces inocuas que adormecen con su dulce armonía envasada en un coro que dice: "nos veremos otra vez, no sabemos dónde ni cuándo, pero sabemos que nos veremos otra vez en algún día asoleado".



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