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Muerte de Vieira de Mello enluta futuro de la ONU

Después de la muerte de Dag Hammarsjöld -Secretario General de la ONU quien fue víctima de un nunca aclarado accidente aéreo, ocurrido el 18 de septiembre de 1961, en el Congo-, el asesinato de De Mello es el peor golpe que ha recibido el organismo mandatado por las naciones para preservar la paz mundial.


El atentado que cobró la vida de 17 personas, entre ellas el representante especial del Secretario General de la ONU, Sergio Vieira de Mello, es quizás el hecho más impactante y significativo desde que comenzó la ocupación de Irak.



De Mello -quien ocupaba el cargo Alto Comisario de los DDHH antes de asumir su rol en Irak- tenía a su haber varios procesos de reconstrucción exitosos, como la pacificación de Timor Oriental y Kosovo, donde fue pieza fundamental para cerrar las heridas dejadas por la guerra. Razón que llevaba a muchos observadores a pensar que, si lograba articular un gobierno democrático en Irak para el 2004, como se había planteado, tenía el camino despejado para suceder a Kofi Annan en la Secretaría General de la ONU.



En las condiciones actuales -donde las cartas disponible para tomar las riendas del cuestionado organismo internacional no abundan- nadie mejor que Sergio Vieira de Mello para asumir la recomposición de las Naciones Unidas. Una ex colega de De Mello contactada por El Mostrador.cl, que pidió reserva de su nombre, confirmó que no se vislumbran candidatos con el perfil político y técnico del asesinado funcionario.



Tal vez su error, agregó, fue "confiarse plenamente. Andaba sin guardaespaldas y, para él, era impensado que podría ser blanco de un ataque. Más bien se sentía protegido por la población local. Recientemente, cuando logró el acuerdo de Siria para la formación de un gobierno provisional, dijo que Irak contaba con una gran población, a pesar de sus divisiones, que iba a permitir crear las condiciones para salir adelante, muy pronto".



Víctima de la ambigüedad del Consejo



De Mello se hizo conocido por la diplomacia y franqueza con que emitía sus opiniones. Por ejemplo, nunca ocultó que era partidario de poner, dependiendo de las condiciones de seguridad, una fecha tope a la ocupación de Irak. Mientras la seguridad no se reestableciera, postulaba, la ONU debía mantener una "modesta" presencia en suelo iraquí.



Asimismo, la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que -producto de la ambigüedad de sus miembros, no legitimó la ocupación ni aplicó sanción alguna-, dejó al representante del Secretario General en una posición vulnerable y con un mandato restringido. "Él nunca reclamó esta resolución porque tenía una lealtad desmedida con el sistema y optó, en cambio, por correr el riesgo", sostiene una fuente apostada en Ginebra.



En este sentido, De Mello al aceptar el cargo, quedó expuesto a una situación donde las fuerzas de ocupación, que comanda Paul Bremer, no pueden garantizar el control político ni militar de Irak. El espacio de maniobra que los aliados abrieron al organismo internacional es en extremo precario y De Mello, lamentablemente, fue la víctima más conspicua de esta fatal ambigüedad.



La hora de la irresponsabilidad



La lucha antiterrorista en un Irak donde prematuramente se declaró el fin del conflicto bélico, se ha transformado en un embrollo en que ha prevalecido una visión técnica de la situación. Lo que ocurre es similar a cuando se da solución, exclusivamente por la vía jurídica, al drama de las violaciones a los DDHH.



EEUU y el Reino Unido, por su obstinación de no ceder una mayor cuota de poder en la ocupación, tienen una alta cuota de responsabilidad en esta pérdida. Sea cual sea la mano tras el atentado, la lucha anti terrorista declarada por Washington y Londres ha fallado una vez más. En la aplicacií²n del modelo de intervención basado en la acción preventiva ensayado en Irak, es donde más equivocaciones se han cometido por las inconsistencias del diseño político y en el acceso a la información. Si estas dos variables hubieran sido controladas, Sergio Viera de Mello, probablemente, estaría hoy con vida y el mundo tendría al mejor candidato de recambio para una ONU que continúa recibiendo golpes a granel.



Es probable que el plan para incorporar las reservas energéticas de Irak a la despensa del primer mundo, no sea una mala estrategia para levantar la alicaída economía mundial. Sin embargo, los procedimientos han conducido a una situación impredecible: el multilateralismo no ha sido reconstruido, y la aplicación de la nueva doctrina de seguridad basada en la acción preventiva, no ha contribuido a controlar los factores de desestabilización, que podrían justificar su uso. Por el contrario, los acontecimientos en torno a este episodio, tienden a dejar en evidencia que estos factores son secundarios en un diseño estratégico destinado a controlar una zona con recursos claves para la seguridad de EEUU y Europa.



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