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El nominado: una película de Nacho Argiro y Gabriel López

Sustentado en el boom de los reality show en nuestro país y la abundancia de rostros conocidos, El nominado logra crear una atmósfera caótica y asfixiante, que se sostiene primordialmente por su cuidada estética. Sin embargo, la tónica del filme gira en torno a una narración apática, sin sobresaltos y con actuaciones sobrecargadas y algo fingidas.


Definitivamente con Cristian de la Fuente no hay caso. Ni como piloto de carreras, ni como agente de policías, ni como presentador de televisión. Lo que se le pida no le calza. Totalmente tenso, exagerado y tosco, de la Fuente no logra dar con la solvencia que su importante papel (de animador del programa) debiese demostrar. De antología es un dialogo entre el actor y Francisca Merino, en donde la rigidez de ambos da la impresión que estuviesen leyendo un papelografo detrás de las cámaras.



Esta sobrepoblación de rostros reconocibles más que incentivar al espectador y contextualizarlo dentro de un mundo conocido, entorpecen y traban la narración por su generalizada inexperiencia interpretativa. ¿Qué hace Paola Camaggi en la película?, ¿cuál es la función del Pera y Salfate?, ¿a quién se le ocurrió incluir a Gonzalo Feito en el elenco?. Estas son algunas de las preguntas más recurrentes que se vienen a la mente a medida uno tras otro se suceden los miembros del jet set criollo.



El nominado tiene a su favor el hecho de contar con una cuidada puesta en escena, una fotografía notable y una interesante estética dentro del bunker en el que se encuentran los participantes del programa. Por supuesto que un punto aparte merece Sebastián Layseca en su papel de asesino desadaptado, siendo lejos la mejor caracterización del filme, repleto de personajes desadaptados, mal desarrollados y terriblemente sobreactuados -es entendible que la película es una exageración desmedida de los reality, pero por momentos los diálogos son irrisorios-.



El nominado esta ambientada en Chile en el año 2006. Todos los reality shows han sido probados y los ratings ya no responden a las expectativas de los medios ni del público; hasta que una cadena de televisión pierde los derechos de transmisión del mundial de fútbol de Alemania (y Chile clasifica después de 8 años!) y en un último y desesperado intento por generar audiencia crean «Bajo Tierra», el póstumo y más extremo de los reality shows.



En él doce jóvenes de características no demasiado heterogéneas, son llevados a intentar sobrevivir durante 90 días en condiciones de encierro y soledad a un bunker subterráneo en la mitad de la imponente cordillera de los Andes. Todo será controlado desde Santiago vía satélite. No hay camarógrafos, ni sonidistas, ni asistentes de nadie. Sólo los doce y su destino, a 40 metros bajo las cumbres nevadas.



Para el ganador el premio será su máximo sueño, por mas excéntrico y alocado que pueda parecer. Para cada uno de los otros 11 participantes que vayan siendo eliminados, el enfrentarse al cubo de castigo: una jaula de metal en la que deberán someterse a los horrores de sus peores fobias. Sueños o pesadillas, arriba o abajo, dentro o fuera , la infinita historia del hombre en la eterna búsqueda de su felicidad. Al término de la cuarta semana todo marchaba demasiado normal, y los niveles de audiencia no sobrepasaban dígitos que pudieran entusiasmar a ningún auspiciante: el proyecto comenzaba a zozobrar. Pero de un momento a otro, Miguel (Sebastián Layseca) comienza su propio y macabro espectáculo. Su misión: eliminarlos a los participantes, uno por uno. Como los anuncios publicitarios lo señalan: "él mata por rating".



Es indudable que El nominado es un filme atractivo, pero que lamentablemente no cumple con las expectativas. Su aparente crítica televisiva no logra tomar fuerza debido a las flaquezas del guión y sus simplistas y vistas soluciones. Llega a tornarse cómica la conclusión que el conductor de "Bajo Tierra" (de la Fuente) encuentra al comportamiento de Miguel, el asesino. Buscando un patrón, deduce que este "loco de TV" mata a sus víctimas según sus miedos, algo así como en Los siete pecados capitales de David Fincher -evidentemente guardando las proporciones-.



Bastante previsible, sin elementos fuertes de tensión, mal interpretada -rescatando solo a Layseca-, y con un débil desarrollo narrativo, El nominado se transforma en una película abulica, sin potencia, torpe en la construcción de sus personajes, poco creíble y sobrecargada en todo aspecto. Tal vez es cierto que hay que ser condescendiente con el cine chileno debido a las dificultades que ello requiere. Pero cuando un trabajo se realiza a la rápida para aprovechar la actualidad de un experimento televisivo y se despreocupan los elementos que realmente conforman un buen filme, generalmente los resultados serán lamentables.

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