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El rol del partido Baas y la resistencia a la ocupación aliada

La insistencia Estados Unidos por asimilar el Partido Baas al terrorismo impide, y probablemente impedirá, una solución política en el país ocupado. Los sectores moderados de la principal fuerza iraquí no pueden ser ignorados por los ocupantes si la intención es asegurar su gobernabilidad.


Mientras la Casa Blanca lanza sus dardos en contra del Partido Baas como partícipe de algunos de los últimos atentados en Irak, el Consejo Provisional Iraquí plantea postergar el proceso de formación de una asamblea constituyente que conduzca hacia el establecimiento de un gobierno democráticamente elegido. Claramente, mientras la población se distancia más y más del Consejo Provisional de Gobierno, la necesidad de incorporar al Partido Baas emerge desde la base.

Son dos los motivos principales para la postergación. Una es la situación de seguridad, que impide cualquier normalización posible entroncada con actividades cívicas. La otra es la imposibilidad de restablecer la entrega de servicios básicos a la población, dentro de un plazo que permita constatar que un Irak sin Sadam es mucho peor que un Irak con ocupación. Sin embargo la razón mayor por la que se trabó el proceso de elecciones, la constituye negarse a aceptar la presencia del Partido Baas y su amplia red en todos los sectores de la población.



«Un partido que gobernó por más de 30 años, y que trasciende en la vida de Irak por más de 40, no puede ser visto como un grupo de terroristas, que es la impronta que intenta el administrador Paul Bremer en sus discursos», comenta Samir Alí una fuente en Irak.



La periodista Abeer A. Damra, que ha seguido el proceso iraquí desde una tribuna privilegiada, -el Ministerio de Información- sostiene algo similar desde Amman, Jordania. «Es probable que antes de la guerra, el partido Baas se haya escindido en fracciones y alguna de ellas se haya vinculado con redes terroristas. Pero es indudable que el Consejo Provisional Iraquí cometió el grave error de no tomar en cuenta a las facciones moderadas de Baas, cuando inició sus actividades y ahora también».



Éste es el terreno más débil de la administración Bush, el político. A pesar de estar asesorado ahora por un grupo de expertos comandado por la asesora de Seguridad Nacional, Condoleeza Rice, que a su vez orienta al Administrador Paul Bremer, el punto de base del plan original: erradicar todo vestigio de baasismo sigue sin solución. En la lectura rígida con que se inició la guerra y la ocupación, pactar con el Partido Baas es lo mismo que pactar con el derrocado Sadam.



Abdeer Amra nos dice que «el sector moderado del Baas existe y es mayoritario, pero al mismo tiempo representa la posición más antagónica a la ocupación. Esto gana adeptos en la población, porque el rechazo a la ocupación es generalizado. En cambio el Consejo Provisional es percibido como un instrumento de la ocupación.»



Así lo ven una mayoría de los líderes de los países árabes. Jonathan Freeland en The Guardian que ha seguido los temas el Golfo por varios años, también señala que el Consejo Provisional Irakí no es visto como una contraparte de los líderes de la región y lo estiman, en cambio, también un instrumento al servicio de las fuerzas ocupantes.



«La encrucijada política es la más difícil de solucionar, más allá de que lo más urgente en Irak hoy es pan y agua; hay 13 millones de personas, la mayor parte niños, expuestos a sufrir una catástrofe cercana a la hambruna que se ha visto en Eritrea y Etiopia,» nos dice C. Tanner de T&T and Associates, una consultora que debería estar operado en la reconstrucción del sector agrícola, pero que posterga su participación debido a la inseguridad.



la resolución 1441 cumple un año



La resolución 1441 del 8 de noviembre de 2002, cumplirá un año. Ella permitió el reinicio del proceso de inspecciones en Irak. A la luz de los acontecimientos, contribuyó en gran parte a esta crisis. «En el fondo fue un elemento facilitador de la estrategia de imponer la fuerza para invadir Irak» nos dice una fuente cercana al Consejo de Seguridad. «Las inspecciones fueron presionadas permanentemente por la Casa Blanca y así distorsionadas en la negociación política. Formaban parte de la legitimación de la invasión. EE.UU. y el Reino Unido engañaron al sistema, y es la razón principal por la cual ni Francia ni Alemania quiere formar parte de la ocupación», agrega nuestra fuente.



La resolución 1441 pasará a la historia como la que fragmentó el sistema de naciones unidas en su núcleo político, y por falla sistémica ayudó a provocar la primera gran invasión de fuerzas aliadas después de la Segunda Guerra Mundial. Es el mayor desastre humanitario y político en el Medio Oriente, después de la desaparición del Estado Palestino. Como el sistema de Naciones es muy autoprotegido, con pocas voces se puede conversar estos temas. «Este es el dossier del Secretario General, mi tema es el humanitario» es la respuesta estándar de los funcionarios que trabajan en Irak o cerca del Consejo. La única voz que conoció de cerca el proceso -Scott Ritter, el inspector jefe de armas hasta 1998- ha señalado repetidamente en sus conferencias que Irak no tenía armas químicas. El informe preliminar del Inspector de la Ocupación, David Kay, señala que se está «en el proceso de entregar una información que sorprenderá al mundo».
Si aparecen los arsenales hoy o más tarde, sólo se confiramá que los inspectores de armas de la ONU dirigidos por Hans Blix necesitaron más tiempo.



La denuncia de lucrativos contratos con empresas ligadas a Dick Cheney, vicepresidente de G. W. Bush, apunta a que la invasión y el derrocamiento de Sadam, es apenas una posibilidad para negocios rentables en el futuro, con severas pérdidas humanas, políticas, y materiales en el presente. Algunos pensaban que la operación Irak podría caer en el análisis del pomposo diseño de imponer una nueva doctrina de seguridad global en la lucha contra el terrorismo. Observamos no obstante, que no pasa de ser el uso de la estructura de un Estado por parte de un equipo político para realizar negocios. Una parte del mundo respira tranquilo. Paul Krugman columnista del New York Times ha apuntando en esa misma dirección. Esa misma Corte Suprema de Justicia de los EE.UU. que incidió para romper el nudo del empate en las elecciones pasadas, debía realizar una auditoría en los pasillos de la Casa Blanca.



No sólo la muerte es cotidiana a causa de una ocupación que no es aceptada por la población. Es también el hecho de que ninguna de las justificaciones para invadir Irak están a la vista del público, y que este hecho no sea esencial. Esta es una guerra en donde la imagen pública es lo de menos. «No me guío por la encuestas de opinión cuando se trata de la seguridad de los EEUU», señaló Bush en una de sus últimas conferencias de prensa. Lo declaró el Jefe del Pentágono Donald Rumsfeld a su regreso de Irak el mes pasado: «El objetivo se ha cumplido en lo esencial. Los contratos prometidos están en curso, los dineros están fluyendo, las acciones primarias de reconstrucción están en movimiento total. Es tiempo que se consolide la estabilización».



La estabilización no ha comenzado en Irak, ni en los poderes responsables de reconstruir lo que destruyeron. Por el contrario, el panorama no puede ser peor. Los dos peores atentados en los últimos 40 años en la historia de dos organismos, la ONU y la Cruz Roja. En las fuerzas de la ocupación hay una comprobada fatiga, y en los responsables políticos también, debido a un largo periodo de negociaciones, que no ha llegado a lo esencial: cual es el curso futuro en Irak.


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