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Embajador de Chile ante la ONU: «La única salida en Irak es política»

Quien será, a partir del 2004, el nuevo presidente del Consejo de Seguridad, sostiene que el país norteamericano, a raíz de las muertes de soldados y crecientes atentados, »puede pretender acortar su presencia» en la nación árabe. Además, plantea que se intentará »contar la experiencia chilena en reconciliación y búsqueda de consensos».


Al embajador de Chile en las Naciones Unidas, Heraldo Muñoz, le corresponderá asumir en pocos meses más la presidencia del Consejo de Seguridad del organismo internacional. Con una crisis como la que se vive en Irak, la tarea no será menor.



En un artículo premonitorio de los 80, Muñoz, también analista internacional y académico, escribió: "Los nuevos problemas emergentes en seguridad internacional y las nuevas condicionantes geoestratégicas surgidas con la globalización, configuran un período crucial en las relaciones entre países". Con esa frase, anticipó el escenario internacional que se observa hoy, con un Estados Unidos cada vez más gravitante en las relaciones internacionales.



A pocos días que el Secretario General Kofi Annan visitara Chile -paso que dejó desanimado al embajador debido a la baja cobertura de los medios de comunicación, absortos en la cadena noticiosa Spiniak, Pía Guzmán, parlamentarios, juez Calvo- el diplomático, hombre clave en la diplomacia chilena, dio a conocer a El Mostrador.cl cuál será su postura frente al conflicto que sacude a la nación árabe.



"Me parece que la única salida en Irak es de carácter político: la descompresión de la situación, entregando la soberanía a quien le corresponde, que son los iraquíes, a través de un proceso que signifique definir una Constitución, elecciones y poner término a la ocupación", dijo a este medio el embajador.



Agregó que, de lo contrario, "los problemas de EEUU se van a profundizar" y puso énfasis en que el asunto "no está en cuánto tiempo" se quedan en Irak, sino en las condiciones en que ello se realiza.



"En las presentes circunstancias, con muertes de soldados estadounidenses y crecientes atentados terroristas, pienso que Estados Unidos puede pretender acortar su presencia en Irak y acelerar la transferencia a un gobierno provisional iraquí", sostuvo el embajador Muñoz.



Adicionalmente, comunicó su intención de "colocar algunos temas" cuando asuma la presidencia del Consejo de Seguridad. "Pensamos contar nuestra experiencia en reconciliación y búsqueda de consensos posteriores al conflicto", dijo el diplomático. Lanzó, así, la idea de, en otras palabras, exportar el modelo chileno que se instauró tras la caída del régimen del general (r) Augusto Pinochet Ugarte.



– ¿Qué avances se han registrado respecto al conflicto iraquí?
– La resolución que se aprobó hace dos semanas contiene un párrafo que determina la obligación del consejo de gobierno de Irak, conjuntamente con las fuerzas de ocupación, de informar al Consejo de Seguridad sobre un calendario, con pasos y fechas concretas respecto a la transición política. Se deben entregar fechas claras para la formulación de la Constitución, la realización de elecciones, y, por tanto, para la devolución de la soberanía al pueblo iraquí.



– ¿Qué rol le cabe a Chile por el momento, antes de que asuma la presidencia del Consejo de Seguridad?
– Es amplio y variado. Estamos planificando aportes humanitarios para la reconstrucción, con iniciativas concretas, tales como el apoyo en el área agrícola y programas alimentarios a las escuelas. Por otra parte, estamos impulsando la reforma del sistema de Naciones Unidas, colaborando en el diseño de la propuesta del Secretario General, que nombró a un grupo de personalidades fuera del ámbito institucional de la ONU para esta tarea. También fui elegido presidente del Comité de Sanciones en contra de Al Qaeda y los talibán, las que se refieren a prohibición de viajar a los individuos que están en la lista, embargo de armas a las personas o entidades y congelamiento de sus activos financieros y recursos económicos.



– La opinión pública aún siente el impacto del procedimiento usado por los Aliados. Se piensa la paz mundial y si ésta será garantizada por la nueva doctrina de seguridad. ¿Es efectivo de que EEUU quiere imponer esta doctrina en el marco de la carta de las Naciones Unidas, a propósito de su reforma?, ¿existirá internamente en EEUU un sólido respaldo a la doctrina de seguridad con acción preventiva
– Una cosa es la reacción al terrorismo y otra distinta la doctrina de "guerra preventiva". La posición de atacar las bases del terrorismo cubre un arco muy amplio, incluye el mundo liberal e incluso de izquierda en los EEUU. Estamos frente a un trauma y eso marca las prioridades, eso lleva al presidente George Bush a proponer el concepto de la "guerra preventiva". La idea central es que si los terroristas atentaron con aviones de pasajeros, qué podría pasar si tienen acceso a armas de destrucción masiva. Entonces, hay que atacar preventivamente y no esperar a que se tengan esas armas, porque ello podría derivar en una tragedia inaceptable para los norteamericanos. Ellos basan el concepto tanto en consideraciones filosóficas como en una interpretación de la carta de la ONU, respecto al derecho de la legítima defensa.



No creo que los EEUU estén pensando en una modificación de la carta de la Naciones Unidas donde se incorpore esta visión de seguridad, porque ellos actuarán con o sin ello. El concepto de la guerra preventiva puede continuar en los gobiernos norteamericanos, tanto en un mandato republicano como demócrata, aunque las decisiones específicas frente a determinadas situaciones pueden ser diferentes. Es verdad, tal vez existan matices importantes, pero los dos partidos comparten concepciones similares. Esto se comprueba en la aprobación parlamentaria del presupuesto de 87 mil millones dólares solicitado por Bush para Irak y Afganistán.



– Respecto a la reforma de la ONU, el mundo se ha impactado con lo de Irak porque vé que el organismo pierde el control de los acontecimientos ¿Cabe pensar que la reforma dependería de una revisión conceptual más amplia, inserta en un marco más global de las relaciones internacionales, donde la reforma es sólo una parte?
– Creo que esa reforma es más amplia que las Naciones Unidas. Por eso el Secretario General señaló que desea un panel internacional de personalidades para analizar los nuevos desafíos de la paz y la seguridad. Lo planteado va más allá de las reformas del sistema en sí, y se debe aterrizar en proposiciones concretas. Existe un diagnóstico compartido: la ONU no puede continuar como está, no puede si no cambiar frente a una realidad que se transformó radicalmente. En el Consejo de Seguridad están, como miembros permanentes, los ganadores de la Segunda Guerra, pero estamos frente a desafíos del Siglo 21, que no tienen nada que ver con ese conflicto. Existen los llamados problemas emergentes de seguridad, como las enfermedades pandémicas, los asuntos del medio ambiente y la pobreza. Las estructuras deben adaptarse a las nuevas realidades y sobre esto existe cierta visión compartida. La diferencia está en los detalles. O sea, cuáles van a ser esas reformas específicas.



– ¿Cuál es el énfasis de los Estados Unidos en la reforma del sistema de la ONU?
– Por parte de los EEUU existe interés en la reforma, pero ellos ponen el acento en ciertos aspectos. Por ejemplo, cambios en los procedimientos, que no se haga abuso de la regla del consenso. Esta regla no escrita a menudo lleva a decisiones ambiguas, de modo que los Estados Unidos critican que se enfatice tanto el procedimiento más que el resultado. También sostienen que la Asamblea General está devaluada políticamente, que aprueba resoluciones repetitivas y posee una agenda enorme, donde cada país cree tener un derecho a poner su tema unilateralmente, cuando en realidad es un cuerpo colectivo y, por lo tanto, debieran estar allí sólo los temas que interesan a la mayoría.



-Entonces, no es solamente el país norteamericano el que hace abuso del unilateralismo…
– En la Asamblea General también hacen uso del unilateralismo mucho países poniendo sus temas favoritos, que les interesan únicamente a ellos y, a veces, para consumo doméstico.



– ¿Pasa lo mismo en el Consejo de Seguridad?
– Ahí es más difícil, porque se requiere un cierto grado de acuerdo para que las resoluciones sean aprobadas. Esto, especialmente si no son sometidas a veto por parte de un miembro permanente. Si eso no es así, alguien perteneciente al Consejo tiene que presentarlas y conseguir al menos 9 votos de un total de 15.



Volviendo a la reforma de las Naciones Unidas, cómo ella se propone y concretiza?



– Hablemos, mejor, de una renovación. El término "reforma" ya ha sido demasiado manoseado. Han existido tantas iniciativas en el pasado que terminaron en el mas rotundo fracaso. Se trata de una propuesta externa a Naciones Unidas que implica la renovación de la organización a la luz de los nuevos desafíos de la paz y la seguridad. Ella tiene que venir desde afuera, con figuras independientes, apoyada por una masa crítica de países. Ojalá salga un paquete integral, donde no sólo se modifique el Consejo de Seguridad, para que se amplíe y se democratice, sino que también implique reformas de la Asamblea General, para que tenga más vigor , implemente sus resoluciones y reduzca su agenda temática. También, para que el ECOSOC (Consejo Económico y Social) funcione más asociado a las agencias de Breton Woods (Banco Mundial y FMI, especialmente) y esté más vinculado con el Consejo de Seguridad en prevención de conflictos y reconstrucción.



-¿Los organismos económicos deben entonces estar más vinculados a los núcleos políticos de la ONU, y deben tener un rol más importante en la renovación?
– Por cierto, la clave es lograr un paquete integral y no reformas parciales. Algunos de los miembros permanentes del Consejo, países como EEUU, China y Rusia, tal vez no tengan interés en perder el derecho a veto a cambio de nada. Pero si hay una renovación en ámbitos donde ellos obtengan ventajas, puede surgir un paquete equilibrado, bajo el criterio de que "nada está negociado, hasta que todo está negociado" como se dice en la OMC. Un cambio aislado, por ejemplo, en el Consejo de Seguridad de la ONU, no tiene destino. O cambiamos todo o no seremos capaces de cambiar nada.



Lucha antiterrorista



– El Gobierno de Reagan se hizo cargo de una revolución económica que impactó finalmente en la URSS. Ésta arrastraba problemas de origen y ellos terminaron por derrumbarla. ¿En esta administración republicana, con la invasión a Irak, estamos frente a otra "revolución", ahora de carácter más compleja, a nivel de relaciones internacionales?
– Puede ser una revolución, en el sentido de que Estados Unidos cree estar haciendo lo mejor para el país combatiendo el terrorismo, que hoy es un problema global, y que eso va a tener un efecto positivo en el sistema internacional. Por otra parte, la verdadera revolución es la globalización económico-financiera y la creciente economía del conocimiento. Esto es independiente de cualquier administración en Washington.



-Y la incorporación de toda esa franja de mundo, que iría desde Libia hasta Irán, sólo por señalar un margen, al activo de capitales de futuro en la economía global, ¿estaría mejor aprovechada con gobiernos auténticamente democráticos?
– Lo que me preocupa es que el terrorismo no corresponde a una realidad originaria exclusiva del Medio Oriente o de los países islámicos. Además, ella no sólo afecta a Estados Unidos y a Europa. Al Queda está trabajando con muchos grupos asociados a través del mundo, desde Jemah Islamiya y el grupo Abu Sayef en Asia, hasta Salafi, que opera en el Norte de África y en Europa. En definitiva, distintos grupos están perpetrando atentados en esos mismos países, con atentados dinamiteros que cobran vidas en Marruecos o a jóvenes australianos e indonesios en Bali. Claramente, ésta es una guerra que está afectando a muchos países y algunos del Medio Oriente enfrentan el desafío democrático como una manera de frenar el flagelo extremista religioso.



Pero, al mismo tiempo me preocupa que pueda extenderse la tesis de Samuel Huntington del conflicto entre civilizaciones, donde el Islam se enfrenta al cristianismo de Occidente.
Si bien el Presidente Bush y otras autoridades han desechado esa tesis y enfatizan que desean contar con el apoyo de los países musulmanes en la lucha antiterrorista, a veces se percibe que persiste algo de esa noción del choque de las civilizaciones. Mi opinión es que, en realidad, se trata de una lucha al interior de una civilización: en la cultura islámica existe una mayoría progresista y moderada, y, por otra parte, una minoría radicalizada que está dispuesta a hacer una Jihad universal, no sólo contra los EEUU, sino también contra lo que ellos denominan los regímenes falsos y corruptos del Medio Oriente y donde predomina el islamismo.



Se echa de menos una comprensión cultural más profunda hacia esa franja de países, donde creo que existe un rechazo a una actitud minoritaria extremista. Cuando se procede con una actitud unilateralista se crea un caldo de cultivo de resentimiento, odio y rechazo hacia Occidente y los moderados del mundo islámico pierden terreno. Por eso, el multilateralismo y un papel gravitante de la ONU son claves en el futuro de Irak. Estados Unidos cree a veces, y con buenas razones, que ellos han pagado un costo muy alto y que deben tener el control absoluto de la situación iraquí, pero crecientemente la realidad demuestra que es necesario acelerar el proceso de traspaso de la soberanía para que, con el apoyo de Naciones Unidas y la coalición, ellos definan su destino y termine la ocupación militar.



-¿Qué salida ve usted a la situación actual de Irak?
– Me parece que la única salida es de carácter político: la descompresión de la situación, entregando la soberanía a quien le corresponde, que son los iraquíes, a través de un proceso que signifique definir una Constitución, elecciones y poner término a la ocupación. De lo contrario, los problemas de Estados Unidos se van a profundizar.



Hay un matiz de diferencia en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU respecto al futuro de Irak, pese a que aprobamos la última resolución (número 1511) por unanimidad. Espero que prime el énfasis multilateral.



-En cuanto al período de ocupación, el general Michael Jackson, Jefe del estado mayor del Reino Unido, declaró a poco comenzar la guerra en abril que estaban para quedarse cinco años…

– El tema no es cuánto tiempo, sino en qué condiciones se quedan. Porque perfectamente Estados Unidos puede llegar a un acuerdo bilateral con un gobierno legítimo en Irak y que dicho gobierno desee una presencia norteamericana y de los aliados con 5 mil, 10 mil ó 20 mil tropas por el tiempo que sea. Pero eso sería una decisión de un gobierno soberano y representativo, y no debería escandalizar. La situación preocupante sería si la actual ocupación continuara cinco años sin que hubiera una devolución de la soberanía al pueblo iraquí. Es muy distinto presencia militar bajo un gobierno soberano que esta construyendo su propio futuro en el ámbito económico o en el de la seguridad, a que simplemente haya una extensión de la actual ocupación.



Bajo las presentes circunstancias, en las que todos los días se producen muertes de soldados norteamericanos y crecientes atentados terroristas, más bien pienso que EEUU puede pretender acortar su presencia en Irak y acelerar la transferencia de la soberanía a un gobierno provisional iraquí.



– ¿Cuál es el caudal de Chile, en el área técnica, formación de país, gobernabilidad y en otras más finas, para enfrentar la misión en la ONU?
– Primero, la contribución es más institucional que personal. Chile ha logrado un peso específico mucho mayor gracias al liderazgo diplomático y contribuye a la ONU de una manera sustantiva, no sólo con tropas, como lo ha hecho en Timor, Bosnia y Congo. Chile puede hacer más. La presidencia que ocupo del Comité de Sanciones contra Al Qaeda y los talibán es una gran responsabilidad y una contribución a lidiar con un problema común a todos. En el caso de Irak, el aporte no será por el lado militar, sino en el humanitario: la agricultura, la alimentación escolar.



– Pareciera ser que Chile asume nuevas y mayores responsabilidades internacionales que no estaban en la agenda país hasta hace poco, pues predominaba el acento de los tratados comerciales…
– En enero del 2004, Chile asumirá la presidencia del Consejo de Seguridad. Esto es un hecho histórico. Va a darnos una oportunidad única de colocar algunos temas y estamos pensando contar nuestra experiencia en reconciliación y búsqueda de consensos posteriores al conflicto. La ONU se ocupa de la crisis, de la violencia y de las crisis, pero dedica escaso esfuerzo a la reconstrucción, a lo que sigue a las guerras civiles, a las situaciones de crisis humanitarias o a los quiebres de la democracia. Existe una necesidad de reflexionar sobre lo que pasa una vez que se frenan los grandes conflictos y subsisten las fracturas internas. Debe considerarse cómo se va reconstruyendo un país. En Chile hay una trayectoria, una reflexión que puede contribuir en ese plano.



– Pero esa experiencia chilena a veces se cuestiona internamente…
– En Chile somos críticos, pero afuera se nos ve mucho mejor. Valoran no sólo que tengamos una mujer de ministro de Defensa, sino también que sea una persona que sufrió torturas; también, que tengamos a un comandante en Jefe del Ejército que reconoce con valentía las graves violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y que dice nunca más volverán a ocurrir; que se hayan elaborado leyes de reparación, tanto material como moral, para los familiares de las víctimas. Todo eso constituye un ejemplo y un caso interesante para discutir.



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