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Orquesta Infantil de Tirúa: Los pequeños voceros musicales del mapudungún

Trompe, kultrún y trutruca son algunos de los sonidos que se escuchan cuando ellos cantan. Tienen entre 8 y 15 años y conforman la primera orquesta étnica del país. Alguna vez tímidos, hoy son niños que cantan, bailan y ejecutan instrumentos, dejando a su paso una estela de admiración y ternura.


Es pequeña y tímida. Tiene el cabello grueso y oscuro, los ojos alargados y la boca generosa. Bordea los 10 años. Cuando le pasaron el kultrún, abrió los párpados casi hasta lo imposible y contuvo las ganas de salir corriendo. Siempre había oído que las personas que tocan ese instrumento terminan convertidas en machis. Su conocimiento de la ancestral figura mapuche se combinó con su imaginario occidental y pensó que no quería ser una bruja. Se lo dijo al director, y a él le costó bastante tiempo convencerla de que golpear el cuero rítmicamente no la iba a transformar en nada más que en una buena músico y, de paso, explicarle que ser machi es más bien un orgullo y un don.



Una historia parecida a ésta vivió más de una vez Joel Melipil, director de la Orquesta Infantil de Tirúa, la primera agrupación musical de este tipo con repertorio e instrumentos mapuches. No sólo tuvo que lidiar, en un comienzo, con la timidez de los niños -de entre 8 y 15 años- que componen el grupo, sino también con sus miedos.



Hace tres años nació el proyecto «Pu pichike tañi tañi ad wunul» o «La melodía de los niños», gracias a una idea de Horacio Salinas y el financiamiento del programa "Orígenes". El director artístico de Inti Illimani viajó en una ocasión a Ecuador, donde escuchó una orquesta de niños cantando en lengua nativa. Inmediatamente, pensó en la factibilidad de hacer algo así en Chile. A su regreso, tanteó diferentes posibilidades, y finalmente se resolvió que la orquesta se formaría en Tirúa, VIII región.



Música con educación física



60 niños de cinco escuelas de la comuna fueron seleccionados para trabajar en el nuevo proyecto, a cargo del dirigente indígena, compositor y músico Joel Maripil. Él cuenta que, en un comienzo, el principal problema, que parecía insuperable, era la integración.



"Eran niños de cinco escuelas, y cada uno se quedaba en su rincón, con su grupo, no se hablaban, eran muy ‘huasitos’, como se dice. Nosotros tratábamos de integrarlos, pero no había caso", recuerda. La incomunicación era tan complicada que hacía imposible cualquier trabajo conjunto. Se decidió, entonces, contratar a una profesora de educación física, que organizara actividades y juegos entre todos. Fue la solución. Los chicos comenzaron a conocerse entre sí, y para "el tío Joel", como lo llaman los pequeños, fue más fácil hacerlos cantar.



Hoy, la orquesta se compone de 40 niños -"han ido quedando los mejores", explica Maripil- que cantan, bailan o tocan instrumentos. Son tan disciplinados que llaman la atención en cualquier sitio en el que se presenten, y del pudor inicial por cantar y bailar, hoy han pasado a la espontaneidad.



"Una vez viajamos a Santiago. Íbamos por el centro de la ciudad en un bus especial, que tenía espacio. Los niños se pusieron a bailar y tocar los instrumentos. En eso, nos encontrábamos con otros buses en los que viajaban pasajeros de la ciudad. Ellos miraban, y se produjeron aplausos desde distintos lados. Los niños se llenaron de emoción", recuerda Joel.



»Antes no había gente como ellos»



Los niños de Tirúa tocan la kaskawilla -instrumento de bronce, que produce un cascabeleo-, el trompe, el ñolquín -instrumento de viento que proviene de un arbusto del mismo nombre-, el kunkull -cuerno de animal usado para llamar a reuniones, originalmente- el kultrún, la trutruca, la guasa -sonajero hecho de una calabaza y semillas- y la trutruca larga. Ahora se le ha agregado la guitarra, especialmente en las canciones de Violeta Parra que han adaptado. Sin embargo, el cambio ha sido visto con recelo por la comunidad, puesto que, para algunos, se trata de una suerte de ‘intrusión’ musical, aunque el proyecto original comprendía la integración de sonidos indígenas con los del folclor tradicional.



Además de las canciones de Violeta Parra que se interpretan, hay cerca de siete canciones originales, compuestas por Joel Maripil, en mapudungún. "A través de los niños la sociedad está conociendo la cultura mapuche. Son escuchados por la gente, pero también respetados.", asegura Maripil.



Con apenas tres años de crecimiento, la Orquesta de Tirúa se ha presentado ya prácticamente en todo el país, generando admiración y respeto. "El tío Joel", los mira con ternura. "Me producen una enorme alegría -confiesa. Veo que ellos son maestros de algo que nunca se supo. Antes no había gente como ellos. Yo hacía eso solo, donde nadie me viera, porque no me sentía seguro. Ellos, en cambio, se sienten seguros. Son un pueblo, como cualquier otro, pero -como ahora se ve muy poco- parece que cantaran algo inventado, imaginado."

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