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Desarrollo científico y tecnológico avanza en Chile, aunque a paso lento

Aunque los propios investigadores afirman que se han registrado importantes avances en el último tiempo, reconocen que el país aún está lejos de los estándares de otros países. En esa línea, admiten que las principales dificultades la representan la ausencia de una política de Estado dirigida a incentivar la innovación y el desinterés del sector privado.


Esta semana la científica chilena Ligia Gargallo, docente de la Universidad Católica, obtuvo uno de los premios que anualmente la Unesco reserva a sólo cinco investigadoras del mundo, por sus investigaciones sobre polímeros, con resultados aplicables en la tecnología, la medicina y el medio ambiente.



Si bien el reconocimiento de Gargallo, que se suma al que obtuvo un estudio sobre el rotavirus del especialista de la Universidad de Chile Miguel O’Ryan, elegido por la revista The Lancet como el mejor paper de 2006, podría llevar a pensar que la innovación en el país avanza a pasos agigantados.



Aunque el desinterés del sector privado, la falta de presupuesto y la escasez de centros de estudios científicos son algunas de las deficiencias, los propios actores aseguran que en el último tiempo ha habido avances importantes.



El gobierno de Michelle Bachelet ha anunciado que impulsará grandes cambios en cuatro áreas decisivas para el desarrollo económico y social, entre los que se encuentran la innovación y el emprendimiento.



Sin embargo, el aporte económico para el sector, cercano al 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB), sigue siendo mínimo si se compara con la situación de los países desarrollados, donde la inversión bordea y si no supera el 3% del PIB.



La verdadera realidad



Según cifras oficiales, las universidades de Chile y Católica están asumiendo en conjunto más del 50% la totalidad de los estudios, principalmente a través de la creación de postgrados y doctorados que apuntan a mejorar la situación de la investigación básica en todas las áreas.



Los recursos provienen básicamente del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) -principal línea de apoyo a la realización de proyectos-, perteneciente a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), que este año cuenta con un presupuesto cercano a los MM $30.800.



Sin embargo, uno de los principales problemas es la incapacidad de generar y retener a especialistas, por la falta de trabajo y la ausencia de una verdadera «comunidad científica». En ese sentido, todos los involucrados apuntan a que Estado debería jugar un rol no sólo en materia de subsidios, sino como promotor de una verdadera política de desarrollo científico y tecnológico.



En esta línea, Conicyt tiene contemplado en su presupuesto 2007 dos ejes fundamentales: estimular la formación de capital humano avanzado por medio de becas de postgrado, pasantías y becas de inserción laboral en la academia y en la industria; y fortalecer la base científica y tecnológica, a través de proyectos de investigación científica y tecnológica, centros de estudios de excelencia y promover la vinculación con el sector productivo.



Si bien un importante porcentaje del total del presupuesto destinado para promover el desarrollo de la ciencia es destinado a la Universidad de Chile (US$ 40 millones aproximadamente y 100 proyectos Fondecyt), Daniel Wolff, director académico de investigación de la casa de estudios, se declaró disconforme con los aportes para ciencias básicas. «Chile, hasta el momento, no tiene una política científica clara ni un plan estratégico de ciencia», protestó.



Sin embargo, O’Ryan discrepa de ese análisis, pues a su juicio el problema radica en la mala organización de los propios profesionales. «No hay duda que hay un progreso en los últimos años en el país, aunque estamos bastante bajo en comparación a otros. Es claro que el país está avanzando y se muestra en el aumento significativo en los fondos y en la creación también de otros programas. Ya no podemos decir los investigadores que no hay oportunidades, porque las hay, lo que debemos hacer es organizarnos para optar a proyectos de harta calidad y envergadura internacional", expresó.



Más positivo es el presidente de la Academia Chilena de Ciencias, Servet Martínez. "En general, la ciencia chilena está muy bien, cada día hay un mayor reconocimiento internacional de lo que se hace, hay un número creciente de investigadores jóvenes formados tanto en el país como en el extranjero. En cuanto a los fondos, debemos reconocer que se está obteniendo un apoyo estatal importante, sin embargo, en el ámbito privado estos faltan. Quizás faltan cosas para que ese aporte privado se concretice, así que espero que esos se solucionen pronto".



Áreas de investigación



La ciencia chilena ha sido cuestionada en cuanto a su alejamiento con las problemáticas reales del país y la falta de percepción de los resultados por parte de la población, que en su mayoría desconoce los avances. Para el doctor O’Ryan la lejanía entre científicos y población se debe a dos aspectos.



«Uno de ellos es que deben existir estudios en ciencias básicas, que no necesariamente deben cumplir con objetivos prácticos, aunque se deben complementar con investigaciones que sean de aplicación directas. El segundo aspecto es cómo se disemina la ciencia en el país para que así sepan la importancia de investigar, crear e innovar y lo que la ciencia nos puede entregar», comenta.



Por su parte, el director académico de investigación de la Universidad de Chile señala que la institución abrió nuevas áreas, y que se está trabajando para solucionar los verdaderos problemas país, los que se han convertido en las actuales áreas de investigación.



«Nosotros tenemos algunos fondos propios destinados a apoyan la investigación en ciertas áreas, las que fueron establecidas por la Vicerrectoría. Los temas que se incorporarán pertenecen al área: Salud, alimentos, energía, biodiversidad, sociedad (educación, inclusión y exclusión social) y recursos no renovables. Estos estudios se orientan con las matrices que tiene el gobierno con los grandes temas. Tratamos de involucrarnos con los problemas país y que así la universidad colabore en la solución de los temáticas nacionales", sostuvo Wolff.



Si bien los resultados de ciencias básicas son difíciles de percibir, Servet Martínez que "en esta época percibimos constantemente los resultados de las investigaciones. Cada vez que vemos un progreso en agricultura, a nivel de ciudad o en la electrónica, debemos saber que todos estos son resultados de investigaciones".



Además, Martínez argumentó que la investigación ha ido paso a paso en consolidar el campo científico. «Sin embargo, con tantos pasitos ya es necesario dar un salto, porque estamos maduros para eso y hay bases sólidas en la ciencia nacional».



Según Wolff, la actual situación científica se puede reflejar en el importante porcentaje de publicaciones internacionales, conocidas como artículos ISI. «Tenemos 3 mil publicaciones, pero si la dividimos publicaciones por cada 100 mil habitantes tenemos cerca de las 20, lo que demuestra la buena calidad. Sin embargo, no nos podemos comparar con Canadá o España, pero en una primera etapa podríamos igualarnos a Portugal o Nueva Zelanda", sostuvo.

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